¿Qué es un buen poema?
Fue hace muchos años atrás que un escritor me condujo a los terrenos de una poesía que, al principio se me hizo extraña, inusual, la de Gil de Biedma. Tiene un poema que a los 38, 40 o más puede ser representativo de lo que se siente en un extremo, digo, en un extremo que no es sino una ilusión. Es la sensación del escritor que asume que su obra no fructificó. Si leen el diario de Ribeyro, incluso él fue víctima de esa tentación, de ese margen junto al abismo, de ese vértigo ante el declive. Todo escritor lo experimenta, sea a los 25 o a los 40.
La ilusión se contiene en el gran teatro, luego se difumina y las butacas se quedan vacías, siendo el teatro mismo, la vida misma, todo el espectáculo. Gil de Biedma lo escribió a su manera:
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Ps. Un escritor me pregunta por qué no elaboro una selección de los mejores poemas del año en este blog o los que más me gustaron. Pide que califique y evalúe a mis colegas. Yo respondo que no tengo la autoridad, sino la mezquina e incipiente sapiencia, que colinda con la humildad, que, por cierto, no es la pose que suele ensayar la falsa modestia. Punto.