Eros en la narración
Leía mi manuscrito de novela con algo de rubor dado que algunos de sus tramos contienen escenas de fuego y ardor. La descripción de un encuentro apasionado o más no debería sorprender. El erotismo es la expresión de una necesidad del alma por fusionarse, por volcar el goce que subyace en las fibras, los nervios, la piel y las venas. La vergüenza solo se justifica cuando deriva del mal y el mal es la violencia, el odio, el engaño, el hurto.
Sin embargo, existen reservas que nacen de la vergüenza frente a nuestra propia intimidad, que nos alejan de nuestro cuerpo, templo inalterable y puro que, según se sostiene, se debe conservar tal cual ¿Se debe conservar tal cual? Una mutilación es una alteración, pero una fusión es un enriquecimiento. Sobrepasar los límites es extender el plano de esa magnífica construcción. Es derrotar al tiempo y a la muerte, pues una experiencia grande se contiene en el infinito, se eterniza en la fusión.
George Bataille se refería al erotismo de los cuerpos, pero también al de los corazones, dominio sagrado, que por tal no deja de ser ardiente y pasional. Asumo que la vivencia del amor carnal es magna en cuanto encuentro de dos vidas que se alinean en un solo ser a través del goce. Sin embargo, el éxtasis, el supremo homenaje al amor a través del erotismo proviene de ese encuentro donde entran a tallar los dos tipos de erotismo al decir de Bataille, el de los cuerpos y el de los corazones. Dos corazones enamorados que se entregan a la mitad de la noche es la más fastuosa fiesta de la vida, la cumbre del erotismo, donde la extensión de la piel se completa con la infinitud de dos almas que se funden (y que se sienten directamente desde el primer abrazo).
Releo los fragmentos eróticos de mi novela en ciernes, tratando de volcar más vida real en ellos. Por tal razón recurro, irónicamente, a la teoría. Tras darle un vistazo a Bataille (El erotismo) y Octavio Paz (La llama doble) refuerzo los acontecimientos narrativos y me someto a las reglas de la naturaleza, asumiendo que en el encuentro de dos seres (a contrapelo de la batalla y la guerra) hay un secreto pacto con la luz, un hechizo mancomunado que nunca provendrá de la oscuridad.