Giorgio y los Invisibles - Monocaína [Reseña]
Sobre la sincronización entre películas y elepés se han escrito varios mitos, algunos más disparatados que otros. Por ejemplo, se dice que The Dark Side of the Moon (1973) de Pink Floyd puede escucharse en simultáneo mientras se aprecia la clásica El Mago de Oz (1939); o que se puede hacer lo mismo con el más reciente Kid A (2000) de Radiohead y la cinta de ciencia ficción The Matrix (1999).
Pero lo que en ambos casos son simples y extendidos rumores, para Giorgio y los Invisibles es un recurso válido. Y así lo dejan saber en Monocaína, su primer disco de larga duración, que incluye una instrucción muy clara para el oyente: si se quiere ”maximizar la experiencia” de este trabajo, se debe reproducir en paralelo al filme El Hombre Invisible, que data de 1933.
De este modo, mientras aparecen los créditos iniciales en la pantalla, un piano y la voz de Giorgio Dellepiane −gestor del concepto y rostro de esta agrupación nacional− se convierten en la música incidental de la película en cuestión. Un minuto y veinte segundos después de ese preludio audiovisual, aparece en escena “Nada de nada”, tema que nos revela poco a poco la intención sonora del disco: el folk. Ukelele, guitarra eléctrica y cajón son los instrumentos que destacan en esta composición.
“Será” es el tercer track del álbum y devela otra constante: las letras escritas desde el eterno cuestionamiento. Dellepiane canta así versos plasmados de incertidumbre (como «será que tardo mucho tiempo en aceptar lo que yo siento / será que nadie ha sentido como siento yo / será la forma en que me acusa esa voz que me hipnotiza y que me arrulla») al ritmo de una guitarra acústica.
Hay otros momentos destacados: “Alma de lunas”, que propone un sentido contrapunto de voces con la invitada Cristina Valentina; “Vienes y vas”, planteada como una balada de sutil instrumentación y armonías vocales (acompaña aquí la corista Mar); “Ni un paso más”, sencillo del disco que se sale del molde al incluir riffs concebidos desde el pedal de distorsión; y “El necio” (original de Silvio Rodríguez), colofón coronado por la guitarra rocanrolera de Pipe Villarán.
Aunque también hay momentos discutibles, en los que surge la pregunta: ¿Monocaína es un elepé que puede funcionar de forma independiente, o requiere ser siempre sincronizado? Aparentemente, es lo segundo. Algunos pasajes innecesarios, como el track “Los Invisibles” (un collage irresuelto) o los casi 50 segundos que preceden sin razón aparente a “Somos lo que vemos”, nos hablan de un trabajo musical hecho a la medida del filme. Sino, no se justificarían sus 16 temas y sus más de 70 minutos de duración (igual que la película), que pueden resultar difíciles de seguir.
Pese a ello, el primer LP de Giorgio y Los Invisibles es una producción que grita profesionalismo. Solo el arte y el diseño del disco, que incluye postales con las letras de las canciones e ilustraciones monocromáticas de alta calidad, merecerían una reseña aparte. Monocaína, además, demuestra un salto exponencial respecto a lanzamientos anteriores de la banda (están el sencillo “Dolce Firenze” del 2017, y el EP Hilos Invisibles del 2015); es decir, se aprecia un claro progreso musical. Esto convierte a Dellepiane en un compositor que debemos tomar en cuenta, y en una de las voces locales más frescas. A seguirlo.
(7.5/10)
Sello: Independiente
Producción: Eric Maltz
Grabación: José Ponce en Estudios Elías Ponce (Lima, Perú) • Eric Maltz y Mónica Kisic (Lima, Perú)
Mezcla: Eric Maltz (Lima, Perú y Madrid, España)
Masterización: Nathan James en Vault Mastering Studios (Phoenix, EE.UU)
Arte: Trucha
Formato: Digital • CD