La aventura de ir al estadio
Mi primer clásico en vivo y en directo data de agosto de 1982. Fui con mi hermano menor a Norte y recuerdo que había tanta gente que el partido lo vimos parados, desde uno de los accesos que conectan las graderías con los pasillos interiores de la tribuna. Era un partido trabado, áspero, que al promediar el primer tiempo ganaba el Alianza de Gonzales Ganoza. De pronto, el árbitro marcó un tiro libre, justo delante del arco norte, y Raúl García, que le pegaba muy bien de zurda, la clavó con maestría. Pero ocurrió lo impensable: el juez anuló la conquista aduciendo que había marcado tiro indirecto y se armó un tole tole en la cancha y las tribunas. Tan fea se puso la cosa que decidimos irnos del estadio ganados por el temor, la inexperiencia y el recuerdo de las veces que mi padre nos había contado cómo salvó la vida en la tragedia del Nacional, en 1964. Hoy, visto a la distancia, ese lío fue cosa de niños. Ir al estadio se ha convertido en una aventura peligrosa por la violencia desatada dentro y fuera de las canchas. ¿Llevarías a la cancha a tu hijo, tu novia o tu hermano menor? ¿Te sentirías seguro?
La Corte Superior de Lima ha devuelto unas banderolas y un bombo de la Trinchera Norte incautados durante la famosa operación en que cayó el Gordo Bu. Sin embargo, estos elementos son solo parte de los que ese sujeto tenía en su poder, ya que los que exhibió el Comando Sur en su página web siguen sin aparecer. ¿Qué quiere decir esto? ¿Que efectivamente hubo malos policías que negociaron las banderolas como han denunciado diversos medios?
La violencia no depende de que las banderolas vuelvan o no a manos de la barra crema. Lo grave es la presunta participación de la autoridad en estos tratos bajo la mesa que enervan los ánimos, provocan amenazas, agresiones, alimentan el terror.
A pesar del fracaso de la selección en las eliminatorias, este año asomaba espectacular en cuanto a asistencia. Y la ‘U’, con la incorporación de Solano y su buen inicio en la Libertadores, había llenado el Monumental varias veces. Ahora no solo juega mal el equipo, sino que con lo ocurrido el domingo -policías heridos, hinchas detenidos, personas asaltadas, autos destrozados, etc.-, muy pocos van a tener ganas de volver a la cancha este fin de semana y cualquier otro.
La ecuación es simple: a más violencia, más tribunas peladas, menos plata en las boleterías, el club se empobrece más, no hay dinero para pagar salarios, premios, no se renueva contratos, ni se refuerza el equipo…
¿Algún día los malos barristas podrán entenderlo?
Actualización. Acabo de abrir una cuenta en twitter. Pueden encontrarme en http://twitter.com/Tcrema. Próximamente habrá más novedades. Un abrazo para todos.