Lolo querido, no te podíamos fallar
Porque nada había sido facil durante la temporada, nada tenía que serlo en la instancia final.
Hoy no quiero escribir, quiero gritar.
Quiero gritar que los chicos de Universitario se graduaron de grandes.
Quiero gritar que en el carnet de socio de Rainer, junto a su nombre, debe decir ídolo.
Quiero gritar muy alto el nombre de Galliquio para olvidar 11 meses de requintadas.
Quiero gritar que Guastavino no es Nunes, Grondona, ni siquiera Baroni. Es otro. Es el gran Diego Guastavino.
Quiero gritar mil veces los goles de Raúl.
Quiero gritarle gracias a Angel David Comizzo.
Quiero gritarle a Lolo, donde esté, que lo hicimos viejo. Que en tu centenario, el club, los jugadores, el cuerpo técnico, los dirigentes, la hinchada, todo el pueblo crema, lo hicimos. Quiero gritarte, Lolo querido, que no te podíamos fallar.Quiso el destino que viviera este título a miles de kilometros de distancia, en otro templo merengue, el Santiago Bernabéu. Pero mientras decenas de miles de pares de ojos no se despegaban de Casillas o Di Maria, los míos andaban pendientes del twitter, imaginando que cada cabezazo de Montes era una pelota envenenada, que Chávez no llegaba al cruce de Ferreyra o que la altura habia devorado el olfato goleador de la Pulga Ruidíaz.
Cada demorado refresh ha sido el ensayo perfecto de mi infarto, mientras rogababa que la bateria no se agotara víctima de mis desaforados cliqueos.
El gol de Duarte ha terminado con la angustia y con las ganas de ver lo que sucedía sobre el verde perfecto del maravilloso estadio madridista. Ahora, frente a una ajetreada tableta de tildes extraviadas, trato de imaginar la infinita alegría que vive la mitad mas uno del país, agradecida por el esfuerzo de este grupo de chiquillos que escribieron su propia historia con fútbol, coraje y una alta dosis de conchudez. De esos tíos queridos -Rainer, John, el Chino, Toñito, Miguel- que más allá de sus vaivenes, confirmaron que el amor por la crema nunca se agota, que es un idilio intenso y eterno.
Pienso en Ángel David, el hombre en el que nadie creía, al que tanto denostamos, que tuvo una gran virtud: se la jugó. Dio todo y con los resultados que hoy gozamos, le tapó la boca a quienes dudaron de él.
Y pienso, por último, en ustedes, los hinchas, en ese pueblo inmenso, fervoroso, que a pesar de los multiples e inesperados problemas, nunca dejó de alentar.
Qué hermoso es ser hincha de Universitario.
Lo hicimos, Lolo querido. No te podíamos fallar.
Espero sus comentarios, un abrazo para todos.