Universitario: Es hora, Roberto
La ‘U’ completó una semana de horror perdiendo ante la que debe ser la versión más modesta de Alianza Lima de los últimos años. Porque el once de Bengoechea que debutó en el Torneo de Verano acusó los problemas típicos de un cuadro en formación: falta de rodaje, imprecisiones en el pase e incipiente juego asociativo.
Marcó diferencias con un gran tiro libre de Pacheco y un zapatazo de Aguiar, en ambos casos con complicidad de Cáceda (y en el segundo por una marca inocua). No tenía más, pero con eso le bastó.
Usar laterales con ida y vuelta, meter dos puntas desde el arranque y sentar a su único extremo (Alexi Gómez), tampoco le funcionó a Chale esta vez. No obstante, pese a su soledad, Manicero logró ingeniárselas para crear cierto peligro en el primer tiempo. Eso y la solvencia de Rodríguez para manejar la última línea fueron lo más destacado de un equipo pálido de ideas, incapaz de dar tres pases seguidos y proclive al pelotazo como principal arma ofensiva.
ES HORA
A finales del año pasado escribí que Chale debía irse. No era ese un irrespetuoso acto de ingratitud hacia quien como técnico y jugador, el club y el fútbol peruano le deben mucho. Ante la necesidad de dar un salto de calidad, que le permitiera a Universitario salir de la zona de confort del anodino fútbol de entrecasa, señalé que hacía falta un técnico que lo acercara a la modernidad. Roberto había dado suficientes muestras de que no estaba preparado para ello. Pese a la buena campaña que encarriló en el 2016, sus mejores tiempos habían pasado. Sus variantes de juego eran limitadas y sus reacciones cuando lo enfrentaban tácticamente de tú a tú se habían aletargado.
Sin embargo, en el que ha sido, sin dudas, su peor error, la gerencia que encabeza César Vento decidió renovarle la confianza. ¿Acaso se pensó que con armarle un equipo repleto de figuras, su trabajo se le iba a facilitar? La idea de juego se construye, se ensaya, se trabaja durante la semana. No aparece de repente como una manifestación divina, como le ocurriera a Saulo camino a Damasco.
Y para ello no hacen faltan figuras, sino jugadores que respondan al engranaje que se quiere formar, al edificio que se quiere construir.
Tomemos un ejemplo: se dice que Vargas es un líder positivo, que ha caído bien en el camarín y los jugadores se sienten seguros cuando lo tienen dentro del campo.
Juan Manuel no es, ni por lejos, el jugador explosivo de otrora. El ímpetu, el coraje, los mantiene intactos, pero en la cancha su aporte futbolístico es limitado. Es un pasador de pelotas cortas hacia los costados, muy inofensivas, y un lanzador sin rumbo cuando se ve abrumado en la salida. En lugar de iniciar el juego con un pase profundo, al ras, que desintoxique la mediacancha y genere alguna acción asociativa, sus balonazos dividen el juego y ante el poco rigor en la recuperación, le permiten al contrario encontrar la pelota y manejarla.
¿Ese es el rumbo que necesita la ‘U’?
Las consecuencias deportivas y económicas están a la vista.
No me toca señalar quién debe reemplazar a Chale. Solo pido que, en primer lugar, se tome una decisión. Y si esta tiene que ver con un cambio, que quien ocupe el puesto tenga dos características: capacidad de convencimiento para lidiar con un camarín donde abundan los pesos pesados, por lo general reacios a adoptar ideas nuevas; y libertad suficiente para rearmar el equipo a su antojo, así esto implique sentar a una o más vacas sagradas.
En el peor momento se ven a los mejores hinchas. No olvidemos que el club está por encima de todo.