Universitario: ¿Ahora sí, Gómez?
SI buscaban una razón detrás de la insistencia de Pedro Troglio en Alexi Gómez, el golazo en la valla del Aurich responde cualquier interrogante. El desequilibrio individual no sobra en Universitario y el ‘10’, a pesar de toda la contra que tiene en la tribuna, lo tiene. Aunque a veces hace lo imposible por disimularlo.
Gómez es el jugador que más libertad de movimiento tiene en el cuadro crema. En las alineaciones iniciales aparece como extremo por la izquierda, pero el técnico le permite moverse por todo el frente de ataque, recogerse unos metros para hacer paredes, meter diagonales, manejar las riendas de la ofensiva.
¿Quién más puede hacer eso en la ‘U’? Quintero es el amo de la punta derecha, y sus desplazamientos sin pelota en diagonal son fulminantes. Pero su espacio es mucho más limitado. A Siucho vive pegado a la raya izquierda, limitado por su peso, y tanto Manicero como Guastavino no tienen el recorrido del ex San Luis.
Por eso ni su atolondramiento, ni sus errores en el servicio ni los incendios lanzados desde la tribuna cada vez que pierde la pelota tontamente, tuercen la voluntad de Troglio. El domingo, por la suspensión de Vásquez y la lesión de Vargas, volvió a su viejo puesto de lateral izquierdo y lo hizo bien. No tuvo restricciones para moverse. Su golazo nace de una jugada por derecha en campo propio. Desde ahí inició una furibunda diagonal que culminó con un zurdazo implacable. Un gol para no olvidar jamás.
Pero no nos apresuremos. Aurich, como ocurrió con Alianza Atlético en Sullana, dio demasiadas libertades. Apretó poco y todos sabemos que cuando eso ocurre, la ‘U’ se regodea y domina. Por eso jugando en cancha propia, Alexi tuvo espacios para moverse, driblear y decidir mejor que en otras ocasiones. Lo mismo pasó con el resto de sus compañeros. El 2-0 fue muy escueto para lo que se vio sobre esa impecable mesa de billar que es el campo del Monumental.
¿Puede repetir un partido como el domingo? ¿Por qué no? No es la primera vez que regala una performance con pocas fisuras y un bombazo que arranca tantos aplausos. Sus intermitencias se deben a otra razón: no decide bien. A Gómez le sobra lo que escasea en otros jugadores: es conchudo, aventado, no le importa que lo buleen todas las tardes. Pero no regula. No respira. No se aquieta. Lo suyo es un ir y venir constante, siempre a mil por hora, como un velocista en una pista infinita. Es un video repetido en eterno fast forward. De ahí que sus falencias técnicas, que no son pocas, se agiganten. Y como no es consciente de sus limitaciones, se equivoca demasiado.
Pero no basta con bajarle un cambio a su juego. Creo que Gómez también necesita hacer lo propio con su vida. Ahí empieza todo.