A Universitario solo lo sostiene la fe
Solo la irregularidad del torneo local permite a la ‘U’ soñar con ganar el Clausura y forzar una definición por el título nacional. Pero es solo eso: un sueño, un deseo, un acto de fe. Los hechos muestran que el equipo crema carece de argumentos sólidos que permitan imaginar ese final feliz que con tantas ansias aguardan sus hinchas desde diciembre del 2013.
Un año después de la clasificación de Perú al Mundial, el campeonato local no lo ganará el mejor equipo, sino el menos malo. El 2019 será la consagración de la mediocridad. El modestísimo nivel de Universitario, Alianza, Cristal -y hasta del ya no tan sorprendente Binacional- ha provocado que el rush final del torneo esconda su desesperante medianía bajo el disfraz de una grandilocuencia hueca (“final electrizante”, “definición espectacular”), que solo alcanza para llenar algunas carátulas y sumar un puñado de clics.
Pero no nos desviemos. Los males estructurales de nuestro fútbol no pueden servirnos de consuelo. Cuando la ‘U’ contrató a Hohberg escribí que, ahora sí, había equipo para pelear el torneo. Meses después, a pesar del factor Córdova y la partida de Denis, la crema está ahí, peleando, con opción, a pesar de papelones como el que acaba de protagonizar ante Municipal. ¿Pero cómo le explicamos al hincha que pelear no es sinónimo de campeonar, que a pesar de los triunfos, del invicto en el arco, de los partidos salvados con el Jesús en la boca, la ruma de carencias estaba ahí y San Carvallo las escondía? Por varias fechas, vivimos aferrados del precipicio, sin uñas y con un hilo de oxígeno en los pulmones. Llegamos a pensar que éramos invencibles. Por eso la caída duele tanto. Olvidamos que no teníamos ni red de protección.
Al llegar, Comizzo tuvo una gran virtud: se dio cuenta que agarraba un equipo desequilibrado, muy frágil defensivamente. Acertó al fichar a Guarderas, vital para salida limpia desde atrás y darle una mano a Alfageme, quien vivió entre apremios bajo la gestión Córdova. Barreto, otra gran contratación, sumó quite y panorama. La volante no era un relojito, pero resanó fisuras y tranquilizó a los centrales que durante el Apertura vivían una tormenta en cada contragolpe. Fue eficaz para controlar y activar el tránsito rápido en ofensiva.
Ángel David se equivocó con Olascuaga, un jugador en caída libre desde hace varias temporadas, ya resistido por su rendimiento durante la campaña 2013. Y erró al no buscar otro 9, pese a que el equipo urgía de una alternativa a Denis, aunque en ese momento su salida no estaba en los planes. Osorio, chico corajudo y fundamental en la campaña 2018, no es un delantero que intimide. Carece de sagacidad para crear espacios y técnicamente es poco dotado. Un cuadro grande, que aspira a campeonar, no puede jugar sin 9, cosa que ocurrió cuando el ‘Tanque’ prefirió un equipo de tercera división italiano antes que esa enorme interrogante institucional llamada Universitario de Deportes.
Trajo también Vaca, un chico ligerito, cuyo poder para el pase y el regate se resiente cuando se le reducen los espacios. Nunca volvió a mostrar las luces que nos deslumbraron en su debut ante Pirata.
La crema posee un plantel numeroso, pero limitado. La distancia entre titulares y suplentes es sideral en más de un puesto. Sin Denis nos quedamos sin 9; sin Quintero resignamos regate y desequilibrio; sin Hohberg perdemos intensidad y gol; sin Alfageme nos quedamos sin quite; sin Barreto perdemos ubicación y servicio; sin Corzo perdemos a Velarde en la zaga. Un equipo que pretende ser campeón no puede tener tantas diferencias. Y eso, al final del año, siempre se paga.
La cumbre de las desgracias se alcanzó ante Municipal. El ‘Chino’ Rivera hizo lo obvio: apretó en la salida y obligó a la crema a cometer errores (el gol de Bogado nace de un error de Ramos al salir). Barco, Páucar y Guarderas parecían zombis en la mitad del campo, lo que aisló a Hohberg, la única carta de gol real del equipo. Aunque el 3-0 sea un resultado demasiado abultado para lo que se vio en cancha, la superioridad de Municipal fue indiscutible. La ‘U’ no tenía cómo hacerle daño.
El fixture aún luce favorable. Este sábado viene Ayacucho al Monumental, mientras que Alianza va a Juliaca a jugar con Binacional (para mi gusto, el gran candidato al título) y Cristal lo hará con Melgar en Arequipa. Luego será visitante del peor UTC en años y cerrará con Garcilaso, que lucha por conseguir un cupo para la Sudamericana.
Eso es lo que dice el papel. Pero el papel, lo sabemos bien, aguanta todo.