The Tudors: nada que ver con la historia
Segunda temporada: Un buen momento de Ana Bolena
Hace unas semanas estuve conversando con una compañera de trabajo muy aficionada a las cintas de época, sobre todo las que involucran realeza y entretelones políticos. Es fan de The Tudors, obvio, y no se pierde un capítulo. Me comentó que esas cosas que uno ve en la serie pasaban en la vida real, que en verdad había gente en la tierra que tenía corona y no precisamente en Buckingham sino en Lima, que se podía caer en desgracia (hizo alusión en ese punto a una conocida común que a pesar de haber sido muy importante en el ámbito social ya no es considerada) y que había gente que tenia derechos adquiridos al nacer. En esto último cedió un poco y dijo, “claro, en la India y en algunos otros lugares desafortunados”.Días después me fui a una cena de despedida. La celebrada se iba a vivir a Nueva York y le daba mucha pena porque ahí ya habían terminado de transmitir la segunda temporada (o algo así me pareció entender) y ella iba en la mitad de la primera. Hubo alguien que le sugirió comprar pirata nomás porque total las copias venían en buena calidad. Luego la conversación fue saltando entre un pseudo debate sobre la pertinencia de legalizar la piratería (últimamente es así, en todas partes) y las intrigas de Enrique VIII y de su entorno según la serie.
En un momento habló un tipo muy informado que dijo que no podía dejar de verla por más que le parecía un adefesio. El patín, que ha pedido que no ponga su nombre, empezó a recitar una tras otra las inconsistencias históricas y cronológicas de la serie, que iban desde los nombres de los personajes hasta las fechas de muchos eventos. “Me gusta tanto la serie que me hubiera encantado que todo se ajustara a la realidad, ¡pero The Tudors simplemente no cuadra con los hechos!”, exclamó concluyente. Un malcriado le vino con un impertinente ytúquésabes. “Soy historiador y estoy preparando un ensayo sobre el legado de Enrique VIII”, dijo, casi como una defensa. Luego pasamos al postre.
¿Qué tiene esta serie que hace que medio mundo hable de ella?
El sábado siguiente me junte con Ximena, quien se ha comprado toda la primera temporada, con el fin de acabar con el misterio. Era uno de esos fines de semana en los que te das cuenta de que Lima es más aburrida de lo que pensabas y prefieres quedarte en casa, así que, hartos del zapping, decidimos empezar una maratón. Ximena ganó por como cinco horas porque me parece que se vió la mitad de la serie. Yo llegué a las justas al tercer episodio y me quedé dormido.
Desde entonces no la he vuelto a ver, asunto que francamente me tiene intranquilo. Según los comerciales ya están por la segunda temporada y no he acabado con la primera. Es probable que la siga hasta el último capítulo (estas cosas son así de enfermizas) por más que debo admitir que no me parece tan buena por varias razones: las actuaciones son verosímiles pero no brillantes, la dirección es acertada pero no excelente, y el guión está bien escrito pero incide tanto en el sexo que da la impresión de que los creadores lo muestran porque creen que no sabemos que lo tienen. A veces los personajes parecen un pito o una vagina (según se trate de un él o una ella) en busca de poder. Y me van a disculpar la gansada, pero aunque ya intuia la respuesta llamé al historiador a preguntarle si la gente de las cortes era tan bella como la presentan en televisión y, en general, eran todos horribles, “unos más que otros”, dice. La compañera de trabajo del principio piensa que ponen mucho sexo porque la política pasaba por la cama. “Como hoy, querido”, y se ríe.
Al parecer Michael Hirst, el guionista, sabe bien lo que ha hecho. Después de escribir dos textos buenos para dos películas que recuerdo muy bien (Elizabeth, de 1998, y Elizabeth: The Golden Age, de 2007) se mandó ha hacer The Tudors como una “ficción televisiva inspirada vagamente en la realidad”. “Me pidieron que escribiera una telenovela entretenida y no historia… y queríamos que la gente la viera”, se defendió en una ocasión. Dijo que algunos cambios en la historia se hicieron considerando limitaciones de producción (esas cosas pasan) y otras para que los espectadores pudieran seguir sin contratiempos y con relativa simpleza un relato que, por enredado, tendía a la confusión. Cualquier inexactitud era, según sus propias palabras, “superada por el interés que la serie podía inspirar en el periodo y en sus figuras”.
Trailer de la segunda temporada.
*Estimados lectores: Desde enero del 2009, el blog “Tv en serie” lo desarrolla Romina Massa. Este post escrito por el anterior blogger, Javier Masías, seguirá en línea pero sin opción de dejar comentarios.