Una serie que parece buena (pero no lo es tanto)
Lo bueno de tener cable es que la televisión de cada día, digamos, la recién estrenada en su lugar de origen, es transmitida casi de inmediato a nuestras pantallas. Es el caso de The Mentalist un policial de CBS bastante ortodoxo que se estrenó en setiembre de este año en Estados Unidos. Digo ortodoxo porque se trata otra vez de un policia (Simon Baker, que está muy bien) que busca la captura del asesino en serie que acabó con su esposa y su hija, y porque la serie nos introduce en los vericuetos de un razonamiento lógico privilegiado, presuntamente riguroso, muy al estilo de Sherlock Holmes, Monk y Doctor House con las cotas de ambiguedad que suelen humanizar a los personajes cuando se quiere que sean máquinas de pensar.
Efectivamente, si en el caso de Sherlock se trataba de un “científico” adicto al opio, algo que en House se llevó al límite con su adicción a las pastillas y que en Monk es reemplazado por un exceso de manías, aquí el elemento perturbador (y humanizador) es una supuesta cualidad sobrenatural… al inicio de la serie el detective que nos ocupa ha sido famoso por sus dotes de mentalista y psiquico, asunto que por un lado restringe su credibilidad ante sus superiores y que por otro le da ciertas licencias para saltarse protocolos de investigación y atentar (y en esto se acerca más a House que a Sherlock) contra el método científico. Como fuera, él mismo admite que no se trata de ninguna lectura mentalista sino de pura evidencia y razonamiento deductivo. Pero el problema no es ese.
Como puede constatarse si bien el planteamiento resulta muy interesante su ejecución es bastante torpe, algo así como un aprendiz en una partida de póker y cuando se ponen las cartas sobre la mesa empiezan las decepciones. Lo que los directores de la serie quieren plantear como una lógica implacable que se acerca en su presentación a la adivinación, no es más que una suma se especulaciones, interpretaciones muy abiertas y presunciones en capítulos no muy rigurosamente planteados, lo cual desvirtuaa cualquier dualidad entre lógica y poder mental. Así vistas las cosas la serie no se ocupa de atrapar al culpable con la fuerza de la lógica pura y dura sino de los caprichos más o menos aleatorios de unos guionistas no muy constantes en su calidad… por eso la serie parece buena, pero no lo es; por eso tiene momentos inspirados que se diluyen en arbitrariedades y por eso es que, se apela al público a una identificación fácil otra vez un asesino en serie del que hay que vengarse). Un dato curioso: todos los episodios llevan en el título la palabra “red” (rojo), precisamente porque el asesino en cuestión es conocido como “John Red”.
*Estimados lectores: Desde enero del 2009, el blog “Tv en serie” lo desarrolla Romina Massa. Este post escrito por el anterior blogger, Javier Masías, seguirá en línea pero sin opción de dejar comentarios.