Pablo Marcos, una leyenda que se renueva
Es el más internacional de nuestros referentes en el mundo del cómic. Lo que comúnmente llamamos una leyenda viviente. Pablo Marcos. Escriban su nombre en Google y brotarán en la pantalla sus trabajos, las figuras cargadas de movimiento y belleza, los músculos que revientan sin necesidad de esteroides, la marca registrada de un peruano globalizado que ha entretenido a generaciones enteras de lectores. Un artista a página llena.
“Yo hacía cómics desde muy pequeño, desde los 4 años, y con mi hermano inventábamos aventuras de indios y vaqueros. Me acostumbré a narrar con imágenes, cuadernos completos de aventuras”, me cuenta don Pablo, mientras evoca esos primeros trabajos con un círculo que asemeja una cabeza, una línea que marca el cuerpo, cuatro líneas más cortas que configuran las extremidades, y un pedacito de hoja que simula una pluma. Un palitroque de antaño .
“Mi papá nos compraba revistas, pero yo quería saber lo que decían las figuritas… Obama también contó el otro día que él aprendió a leer con los cómics. Yo veía mucho a argentinos y norteamericanos. Me gustaba mucho Tarzán, y después de tanto tiempo es el personaje que dibujo ahora”, continúa el amable caballero que bebe una taza de té mientras contesta con inocultable timidez las preguntas.
Estamos arropados por el sol en el distrito de San Miguel en medio de uno de esos viajes que de cuando en cuando se pega al Perú, acompañado por la calidez colombiana de su esposa Myriam y un cartapacio en el que lleva algunos dibujos originales para la publicación digital sobre El Rey de los Monos en la que está inmerso.
“Siempre me ha gustado la acción y variar los ángulos… y la anatomía, no estudié pero aprendí a dibujar cuerpos… Aprendí en las redacciones de los diarios ‘Expreso’ y ‘La Prensa’: yo ilustraba las noticias y tenía que meterles mucha fuerza a los dibujos. De ahí pasé a la historieta y narré, por ejemplo, la muerte del Che Guevara”, rememora don Pablo mientras enumera a figuras del periodismo peruano de antaño.
Está de descanso, dizque, pero sus planes y proyectos llenan su mente. Los años de trabajo en Marvel y DC, en Warren y Dynamite, en Editorial Novaro de México, en Italia han vinculado su nombre al de múltiples superhéroes y al de personajes de acción, reales y ficticios, Aunque si se trata de favoritos, los nombres de Conan el Bárbaro, Tarzán y Red Sonja brotan de inmediato en la lista de favoritos. ¿Por qué? “Porque tienen mucha acción y me gusta dibujar mujeres” responde con la sonrisa expuesta.
La señora Myriam le recuerda su etapa dibujando Star Trek: The Next Generation”. Siete extensos años en el espacio, dibujando extraños nuevos mundos, nuevas formas de vida y civilizaciones en continua misión. “Ya no sabía qué más hacer, allí tenía más variación de ángulos pero poca acción… y me gusta la acción. Aunque es un mundo muy grande”, precisa don Pablo que no tendrá mucho de trekker pero que sin duda tiene un nombre ganado en el universo trek.
Le pregunto entonces por su rutina diaria. De dónde brota ese afán por seguir dibujando. “Me siento más cómodo creando, haciendo la historia a lápiz. Yo trabajo todos los días, me siento ansioso si no dibujo”.
– Ha sido una lucha para que no lo haga sábados y domingos -precisa la señora Myriam.
– Ella me dice ‘vamos de vacaciones, no vayas a dibujar’, pero me ha comprado este block para que vuelque las ideas.
– Es que, fíjese, que estamos en la playa y con un palito se pone a dibujar en la arena.
Los tres reímos. Esa pasión por el dibujo la transmite don Pablo cuando empieza a hablar de los cómics que lo impactaron: policiales, deportivos, románticos, históricos… no le gusta el manga. Guarda en sus casas en Estados Unidos y Colombia muchos trabajos de artistas como John Buscema y Alex Niño, ejemplares de las revistas Creepy, Eerie y Vampirella. No está muy familiarizado con los guionistas, porque a él lo que le atrae es el dibujo, y confiesa con cierto pesar que la mayoría de esos cómics no los ha leído aún.
Rememora el tiempo en que hizo algunos números aislados de Batman para DC, a la vez que editaba con Stan Lee de Marvel una revista de terror sobre Drácula para Inglaterra. ”Era complicadito”, comenta con ligera complicidad, mientras da el salto a los dos años haciendo “Vidas Ilustres” en México, puras biografías, así como cuando laboró para “Sports Illustrated” con sus historias de dos páginas de figuras deportivas. O en “Soccer Junior Magazine”, donde sí pudo expandirse para hacer la vida de Pelé en 23 páginas.
El 31 de marzo del próximo año, Pablo Félix Marcos Ortega cumplirá 80 años. Nacido en Larán, en Chincha Alta, contagia su vitalidad a medida de que habla sobre sus planes y proyectos. Se la he hecho difícil encontrar un editor para publicar obras y personajes inéditos, pero el mundo digital le abre las puertas de par en par. Y se muestra más que dispuesto a compartir y legarnos ese arte
Para empezar, Túpak. Un superhéroe peruano de orígenes incaicos. Un hijo del sol cargado de poderes. Y también El Cóndor, de corte más contemporáneo y envuelto en diversas aventuras… Hay conversaciones para armar una presentación especial en Lima con ambos, pero habrá que esperar un poco para el anuncio formal.
También me cuenta sobre Suko, japonés, un hijo del tiempo que viaja al pasado pero que no puede retornar, un viajero de solo ida sobre el cual tiene varios capítulos hechos. Y Ramses, egipcio, cargado de acción como le gusta al autor.
Y a la par, Ka-Chon-Da, la historia de unas mujeres que vienen de otra galaxia y que vivirán historias “un poquito rojitas”, propias de la picaresca latinoamericana. Será motivo para apreciar los dibujos curvilíneos que también han marcado el arte de Pablo Marcos.
– Y dígame. ¿Cuando usted no dibuja, qué hace?
Sonríe nuevamente y le brillan los ojos. La respuesta brota espontánea, al instante, directa como una onomatopeya.
– Ah, cuando no dibujo… ¡Pinto!
¿Y A TI TE GUSTA LA OBRA DE PABLO MARCOS?