El drama de las Tongqi
Tóng qī 同 妻 significa literalmente “esposa de homosexual”. Es el nombre que reciben las mujeres heterosexuales casadas con hombres gay en China. Se calcula que existen entre 16 y 25 millones de mujeres chinas perdidas en este laberinto. Desde el 2003, la socióloga Lin Yinhe ha intentado sin éxito introducir esta problemática en la Asamblea Popular Nacional (Congreso chino) para abrir el debate sobre la Ley del Matrimonio entre personas del mismo sexo. Pretende convencer a los congresistas que con la aprobación de esta ley desaparecería la figura de las “tonqi” ya que los homosexuales podrían casarse y adoptar. Por 14 veces ha fracasado.
En la edición impresa escribí sobre este tema, a propósito del proyecto de Ley de la Unión Civil en el Perú que pronto entrará a debate. Aquí quiero insistir en el drama que viven las mujeres heterosexuales casadas con gays en China. Son las primeras víctimas, pero no las únicas que sufren.
Hace ocho años, el periódico Guangzhou Daily publicó que entre el 80 y 90% de hombres homosexuales del país, de 29 a 52 millones de personas (alrededor del 3% de la población china), “viven atrapados en matrimonios con parejas heterosexuales”. Son empujados a llevar una doble vida y tampoco son felices.
Me imagino que hasta aquí ya te has hecho muchas preguntas, identificaste a los culpables, tomaste rápidamente partido y estás presto a lanzar las primeras piedras.
Lo que sucede es que en “Planeta China” hay ciertas reglas basadas en la tradición cultural que son imperativos de la sociedad china.
1. Toda persona, a determinada edad –las mujeres antes, los hombres después- debe casarse y fundar una familia.
2. Toda persona tiene que engendrar un hijo/a dentro del matrimonio para contribuir con un eslabón a perpetuar la línea familiar.
3. La solterona y la divorciada sufren discriminación social. El imaginario popular considera que han fracasado en la vida.
¿Qué pasa entonces con los homosexuales en China?
Como la presión es para hombres y mujeres, en los últimos años, gays y lesbianas “se casan”, en matrimonios arreglados, para cumplir con la sociedad, aunque en la práctica cada quien continúa con su propia vida.
Pero la gran mayoría nunca abandona el clóset chino. Muchos hombres gays marchan al matadero matrimonio con una mujer heterosexual y hasta tienen un hijo para librarse de la gran presión que ejercen los padres, respaldados por el entorno.
Para Guo Xiaofei, autor del libro “La homosexualidad desde la perspectiva de la Ley china”, a los gays “se les fuerza al matrimonio” en China, aunque las consecuencias sean devastadoras, como un divorcio predecible con daños colaterales.
Y aquí empieza el drama de las “tongqi”, las mujeres heterosexuales que se casaron con gays, sin sospecharlo. Apenas dan a luz, no hay más contactos íntimos, y ellas creyendo que hay otra mujer de por medio, descubren la doble vida de sus maridos.
“La condición de las “tongqi” es extremadamente trágica. La mayoría de los días se lavan la cara con sus propias lágrimas. No tienen vida íntima con sus parejas, a las que todavía aman, pero tampoco quieren que su hijo crezca sin padre”, reveló en su blog Li Yinhe, quien se ha convertido en el paño de lágrimas de muchas de estas mujeres.
No se atreven a divorciarse por miedo a la reacción de su entorno. Revelar el motivo de la separación produce un efecto búmeran. “Tu esposo prefiere a otro hombre que estar contigo”, es el prejuicio más común. Las divorciadas tienen cero oportunidades de rehacer sus vidas.
Es la misma sociedad china que para conservar la tradición y proteger a la familia empuja a todos los hombres a casarse y tener un hijo. Y es también la misma sociedad, con los mismos pretextos, que cohibe a las mujeres de divorciarse. (Puedes remplazar el término sociedad china por religión)
El próximo congreso podría debatir una propuesta de ley que permita a las “tongqi” anular el matrimonio y recuperar el estatus de soltera, en vez de divorciada. Mientras tanto existen varias plataformas virtuales chinas que ofrecen apoyo psicológico y servicios legales a estas mujeres.
¿Pero será esto suficiente?
Si bien en el Perú, la presión de la familia no es tan fuerte, el peso de la religión remplaza a la tradición china. Por encajar en la sociedad y creyendo que así serán (por fin) felices, muchos hombres y mujeres homosexuales esconden o reprimen sus sentimientos, y algunos hasta se casan y tienen hijos con heterosexuales.
Y así como en China, muchos también llevan una doble vida. Lo que quizás no conocemos es el número de mujeres peruanas casadas con homosexuales. Lo más probable es que ni ellas mismas quieran saber que se han convertido en “homo-esposas”.
Cuentan que aún existe en Shanghai un antiguo salón de baile, el refugio de hombres gays que ya son abuelos y nunca se separaron de sus familias. Allí acuden los fines de semana para charlar, tomar té y bailar juntos antiguas melodías patrióticas. Cuando una anciana se asoma en busca de su marido, alguien le explica que “solo está bailando”.
*Todas las imágenes pertenecen a periódicos chinos que abordaron el tema