¿Quién dijo que la ciencia no puede ser divertida?
Hace unos días me acordé de un amigo que moría por la ciencia; le encantaba hacer experimentos en casa y se afanaba con los pocos que enseñaban en el colegio. En ese entonces no habían creado el Museo de Ciencia y Tecnología, Parque de la Imaginación. Estoy segura que el papá de Juan Carlos habría sido feliz de poder llevar a su hijo a un lugar en el que ambos pudieran compartir su amor por la ciencia. La semana pasada me propusieron hacer una nota sobre ese lugar y realmente me divertí. Si quieres conocer más sobre este museo y ver un entretenido video sigue leyendo.
Cuando me explicaron qué había en ese lugar me llamó mucho la atención. De inmediato me puse en contacto con ellos. Conversé con Eduardo San Miguel y acordamos una cita. Así, el pasado miércoles 23, fui junto al videoreportero Sergio Sicheri, al museo. Al llegar me di cuenta que quedaba muy cerca de mi casa y que, de puro distraída, pese atravesar por esa avenida tantas veces nunca me fijé en él.
El nombre correcto es Museo Interactivo de Ciencia y Tecnología, Parque de la Imaginación. Bastante largo, es cierto, por ello muchos solo lo conocen como el Museo o Parque de la Imaginación.
Al entrar no pude evitar recordar las ferias de ciencias del colegio, me acordé de lo feliz que sería mi amigo de estar en un lugar de 8.000 m2 lleno de juegos relacionados con la ciencia. Lo primero que vi fue a un niño tocar un piano con los pies, algo utópico tal vez para alguien que no está acostumbrado, pero real en este lugar donde la ilusión es un ingrediente fundamental.
Hay más de 90 módulos repartidos en seis áreas: vida, ciencia, mecánica, ilusión, biodiversidad y energía. Puedes empezar por el ambiente o juego que más le llame la atención. Cada módulo tiene un cartel que explica el fenómeno científico con un lenguaje claro y sencillo. Además están los guías vestidos con camisas azules que gustosos te explicarán en qué consiste cada ambiente.
En el giroscopio gigante sentirá que está en el espacio, al igual que los astronautas. Aquí la gravedad no existe.
Dicen que los espejos no mienten, pues si no está de acuerdo con su peso puede pasar horas mirándose en el espejo levitador, por la posición de los espejos la persona puede ser más delgada, conseguir la cintura deseada o todo lo contrario, puede tener dos cabezas, cuatro manos e incluso tener la sensación de volar [si no me creen, vean con cuidado el video].
Estos solo son algunos de los diversos atractivos que nos ofrece este museo.
Al igual que muchos en mi etapa escolar, no tuve una buena relación con las formulas, mucho menos con los experimentos. Era un peligro tratando de elaborar uno de ellos. Pero aquí, en el Parque de la imaginación logré entender de manera práctica y divertida cosas que en el colegio jamás comprendí. No hay una edad mínima ni máxima para acudir, cualquiera que quiera ir puede hacerlo, solo tiene que estar dispuesto a dejarse llevar por su imaginación y rescatar a ese niño interno que todos tenemos, si tiene hijos o hermanos es aún más entretenido. Toda la familia puede pasar un rato agradable y sobre todo comprender un poco más acerca de los principios básicos de la ciencia, de manera dinámica, no solo viendo sino siendo parte de ella.
Giuliana Dávila Chávez