Cómo se junta el arte y el yoga (Lidia Rocillo lo cuenta)
Lidia Rocillo, de pequeña, veía “Aves Hawaianas”, una serie animada que se transmitía en el programa “Clásicos de la diversión” y la imagen de una de las aves, una gorrión, se le quedó marcada en la memoria.
Pasó el tiempo (bastante tiempo) y se graduó como Arquitecta de Interiores y abrió su propia tienda y, ahí, con uno de sus tantos sueños cumplidos decidió dibujar en sus tiempos libres. De hecho, siempre lo había hecho (era esa chica en clase que siempre andaba dibujando en sus cuadernos). Entre dibujo y dibujo surgió la imagen de ese gorrión que había visto de pequeña.
Colgó varios de sus dibujos en su tienda y una señora le dijo que todos eran lindos, pero más que nada el gorrión. “Deberías de hacer una muestra de él”, le comentó. Lidia, al recibir el consejo, se metió en un viaje al pasado: recordó como el gorrión de la serie animada bailaba, cantaba, tenía aventuras… Listo: ese era su tema.
Y al gorrión lo puso a hacer yoga. Lidia se matriculó el año pasado en “Vive Yoga” y ahora, cuenta, practica en su casa cada vez que su cuerpo se lo pide (sí. el cuerpo habla). Fue algo natural, entonces. Así, el gorrión hace la postura del cuervo, medita, estira la pata. Todo hecho con estilógrafo de tinta negra; los toque de color los da con acuarela en tonos pasteles y neones.
¿Qué es lo que comunicas con tu dibujos?, le pregunté a esta artista de 27 años. Y ella respondió:
“Inocencia. A pesar de ser tan versátiles o casi humanos vistiendo y actuando, se ve una onda infantil. Y libertad porque los gorriones hacen lo que les gusta, ya sea yoga, vestirse, ir de shopping, andar en moto. Hacen de todo.
Uno puede hacer más que volar.
Namasté.
Los cuadros los vende en Vernácula, Paseo Ribeyro, Santiamén y también se pueden hacer a pedido aquí. Los precios rondan entre los 80 y 200 soles. Depende del tamaño.