El camino fue bastante largo para este paciente Chelsea. Han pasado casi 20 años desde el día en que el multimillonario Roman Abramovich compró el club. Dos décadas, 20 títulos, dos mil millones de dólares invertidos, algunas finales perdidas y hasta sanciones por ‘fair play’ financiero. Al Chelsea le había pasado casi de todo. Le faltaba una emoción por la que aguardaron 10 años: el campeonato en el Mundial de Clubes. Por un día, la gloria deportiva no recorrió una tradicional alfombra roja, sino un fino terciopelo azul.
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El Chelsea, en esta gran final ante Palmeiras, caminó por casi 120 minutos sobre el delgado hilo de una función circense. Tan cerca de conseguir el título que le faltaba y tan cerca, también, de ser el único club de europeo en perder con el representante sudamericano, durante los últimos diez años (cayeron en el 2012 con el Corinthians de Paolo Guerrero).
Todo sonaba a posibilidad después del gol del belga Romelu Lukaku y, también, tras el empate vía disparo penal de Raphael Veiga (fue cobrado después de una revisión en el VAR). Después de mucho tiempo, una definición intercontinental tuvo la intensidad de dos fuerzas parejas, cada una con su estilo.
Mientras el Chelsea de Tuchel respetó su libreto de posesión y veloces transiciones, lo que mostró el Palmeiras, a pesar de la derrota, será mostrado por mucho tiempo en clases magistrales de táctica. El club paulista es un auténtico equipo de autor. Lo logrado por el portugués Abel Ferreira está revalorizando en cada competencia internacional. Reducción de espacios en defensa, presión interminable y juego largo constante para aprovechar la velocidad de sus atacantes. Quizá el Palmeiras no es lo más vistoso, pero ha sido lo más cercano a competir de igual a igual con uno de los gigantes europeos.
—Tantas veces el VAR—
Apenas se selló el 1-1, todo fue mucho más favorable para el Palmeiras. Con más hinchas del ‘Verdao’ en las tribunas, con dosis extras de confianza y con el reloj a su favor, el cuadro paulista terminó con mejores sensaciones el tiempo reglamentario.
Han pasado 10 años desde el último campeón mundial de clubes de este continente. Palmeiras estuvo bien cerca de derrumbar la mala racha. A solo tres minutos del final del tiempo extra, el árbitro Chris Bealth otra vez se apoyó el polémico VAR para cobrar otro penal (mano de Luan García). El alemán Kai Havertz, como en la Champions, se hizo cargo del gol más gritado en los alrededores de Stamford Bridge.
El cierre solo alargó la angustia del ‘Verdao’, que incluso sufrió la expulsión del mismo Luan a los 126′. El fútbol sudamericano tendrá que dejar pasar 12 meses más para volver a la vieja, y casi perdida, costumbre ganadora. Quienes ya no deben esperar más son los hinchas del Chelsea. Ya ganaron todos los títulos posibles. En el 2003 llegó una lluvia de millones. Pero recién su vitrina llena de trofeos de este 2021 le confirma al Chelsea que, por fin, es un club verdaderamente rico.
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