El romance entre un hincha y el club que decide alentar toda su vida nace de infinitas formas. De infinitas maneras. Miguel Ángel Melgar, por ejemplo, empezó a sentir los colores de Alianza Lima con mucha pasión en su infancia, cuando escuchaba por una radio los partidos de los ‘íntimos’ mientras jugaba a la pelota con sus amigos en Pisco, quienes siempre le hablaban de Teófilo Cubillas, de César Cueto, de Hugo Sotil… Nadie -ni siquiera él mismo- creería en ese entonces que muchos años después se convertiría en uno de los mejores, sino el mejor, coleccionista de camisetas del equipo victoriano. Y no es para menos.
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Antes de que iniciara su obsesión por el coleccionismo, Miguel era un hincha ochentero -como quien dice- común y corriente. Siempre que podía, claro, iba a alentar al Matute a su equipo los fines de semana. Se compraba las réplicas de las camisetas que entonces usaban sus jugadores favoritos, los hoy históricos, pero no con el fin de coleccionar, sino solamente para usarlo y exhibir su hinchaje blanquiazul. Más no podía hacer.
“Yo soy de la generación de los 80′s y hubieron hechos que me marcaron definitivamente. Primero, cuando empecé a ver o escuchar por la radio a Cubillas, a Cueto y saber después que eran referentes del fútbol peruano, eso fue lo que me hizo ser hincha de Alianza. Después está el tema de la tragedia. Fueron una serie de acontecimientos y vivencias que hacen que yo siempre tenga a Alianza ahí a mi lado en varias etapas de mi vida. El tema de las camisetas siempre me gustaron. Lamentablemente, en aquellos tiempos yo no trabajaba, no podía comprarme una camiseta original, pero yo lo tenía siempre presente”, cuenta.
Es a partir del 2009 que recién empieza a considerar su introducción a ese mundo del coleccionismo del que nunca salió, ni piensa salir. “Comencé a explorar, a ver imágenes de las camisetas, a recordar más o menos cómo eran, a ver mercados donde se vendían”, nos cuenta sobre sus inicios.
Entonces, al año siguiente, finalmente decide comenzar en serio sus andanzas. La gran campaña de Alianza Lima en la Copa Libertadores del 2010, donde llegó hasta los octavos de final, fue el empujón que tanto necesitaba Miguel para empezar a coleccionar las camisetas del equipo de sus amores.
Él toma este proyecto más como un pasatiempo que como un trabajo, ya que en realidad no vive de la venta de camisetas. Esto no quiere decir que no venda las piezas que tiene repetidas en su almacén, sino que el beneficio y capital que obtiene con ello lo dedica exclusivamente a la compra de otras camisetas que le faltan. De igual forma, se necesita mucha dedicación para lo que ha logrado crear hoy en día.
“Para mí es un hobby hermoso, que no solamente se trata de conseguir las camisetas y tenerlas. Es mucho más. Hay que estudiar las camisetas, analizarlas y siempre investigar. La investigación es permanente en este tema”, señala quien conoce al revés y al derecho las 400 piezas de Alianza Lima que actualmente guarda en su hogar.
Un Museo Blanquiazul
En el trayecto de su aventura coleccionista, Miguel valoró poco a poco la creación de un museo en el que pueda exhibir todas sus piezas aliancistas. Sucede que al inicio las camisetas que tenía no eran muchas y entraban tranquilamente en su ropero. Pero luego siguió sumando más colecciones y su ropero… no era el de Narnia. Ya hubiese querido.
“Pasaron unos años y ya ese ropero estaba que reventaba, así que tuve que poner mi ropa en otros lados y el ropero era para uso exclusivo de las camisetas hasta que ya no pudo más, porque ya no podía entrar ni una hoja. Comencé a guardar las camisetas en maletas, que no es adecuado”, narra.
Así, se dio cuenta que necesitaba un espacio y no uno cualquiera. Su intención era que en realidad no solo él pueda apreciar las reliquias aliancistas que guardaba, sino más bien compartir todo lo que tenía con los demás. “No tiene sentido que tengas una colección para ti solo nomás y no lo muestres”, señala.
Junto a su esposa, Miguel edificó un ambiente bastante especial en el cuarto piso de su hogar y lo estrenó desde julio del año pasado, al que llamó Museo Blanquiazul. Es ahí, en ese espacio -más blanco de paz que azul de armonía- en el que hoy expone esas 400 camisetas llenas de historia. Aunque cada vez este lugar le está quedando chico.
“Al comienzo era como quien dice la primera piedra. Tener el espacio suficiente como para que entre todo, ahora de todas maneras tengo ya en mente ampliarlo. Es un proyecto a mediano plazo todavía”, comenta.
Desde Player hasta Nike
Miguel Ángel Melgar comenzó a coleccionar en un momento propicio, en el que las camisetas no estaban tan caras como hoy. Eran mucho más accesibles. “Si hubiera empezado ahorita, prácticamente no creo que sería coleccionista, no tendría posibilidades”, asegura.
De igual forma, siempre se las arregló para conseguir piezas que parecían imposibles de conseguir para absolutamente cualquiera. Tuvo que sacrificar mucho, claro, especialmente para obtener las camisetas más antiguas, pero era justo y necesario. Su pasión, siempre, pudo más.
Es así que Miguel pudo coleccionar importantísimas piezas desde la época de Player hasta las más actuales de la marca Nike. Desde las de lana hasta las de poliéster. Desde las de Teófilo Cubillas, su ídolo, hasta la de Cristian Benavente.
Mucha historia. Y, en serio, mucha historia. En su museo, Miguel Ángel Melgar no solo exhibe -en forma de camisetas-las etapas más gloriosas del club, sino también las más trágicas. Los campeonatos nacionales, el accidente aéreo del fokker, la despedida de Cubillas, el descenso, las leyendas futbolísticas, el Centenario. Prácticamente, con todo eso conecta y convive a través de sus piezas coleccionadas.
“Es un ambiente muy especial, porque están camisetas que, si bien es cierto, yo las tengo en custodia, yo siento acá parte de la historia del club. Entrar acá, sentarse y ver las camisetas en el silencio es recordar o imaginar cómo fueron esas escenas y todos esos episodios, porque muchas camisetas inclusive han sido de jugadores. La han sudado, son de ellos. Entonces, es bastante respeto, es un lugar mágico para mí”, expresa.
En el museo lucen las Player, las Nike, las Walon, las Puma y mucho más. Pero las preferidas de Miguel y las de muchos aliancistas son las camisetas que sacó Calvo, marca peruana, que vistió al club íntimo en los años 90′. Por el tiempo, por lo que significó personalmente para él, por los modelos, él elige esas piezas por encima de todas.
“Fue una época en que yo iba al estadio y no podía comprar una Calvo original. Entonces, la compraba bamba y veía los diseños que muchas veces no me gustaban, pero ahora, con el pasar de los años, son buscaditas y me encantan, las alternas sobre todo. Es una marca nacional que cambió todo el panorama de las camisetas en Alianza, porque antes de eso las camisetas eran muy simples y sencillas. En cambio, las Calvo son como si fuera de otro tiempo. Son camisetas hermosas, bien diseñadas, y de buenos acabados también”, explica.
Las piezas más valiosas
Difícil elegir cinco entre cientos de camisetas bastante valiosas en su propia singularidad. Pero Miguel Ángel Melgar no duda en colocar en primer lugar -indiscutiblemente- la más antigua que tiene en su museo: una Player del año 69′, que le perteneció al paraguayo Luis Ivaldi que jugó en Alianza Lima.
“Esta camiseta estaba en Paraguay, porque le perteneció a un paraguayo que jugó en Alianza y gracias a un amigo del Olimpia que la consiguió allá, se contactó conmigo, me enseñó las fotos de la camiseta y negociamos”, cuenta.
Justamente de esa forma ha conseguido coleccionar otras camisetas. Él está en constante contacto con coleccionistas de nuestro país y otros países como Chile, Uruguay, Argentina, Brasil y mucho más. También suele hacer intercambios, e incluso familiares de los mismos futbolistas le han confiado algunas piezas para que pueda reservarlas en su museo.
“La que está en segundo lugar, por lo que significa mucho para mi generación, es la Puma de los Potrillos, del 87′, de manga larga. Es un símbolo. En tercer lugar está la Puma blanca que se usó solamente en un partido de Copa Libertadores con Peñarol(1987). En cuarto lugar yo le pondría a la camiseta de la despedida de Cubillas (1986). Nike fue la que vistió a Alianza en aquel año y, por cierto, fue la primera vez que Nike auspició a un equipo latinoamericano. En quinto lugar, yo le pondría a una Guille del año 86′ que fue usada por uno de los de los finados, Gino Peña”, escoge.
Miguel aún no logra coleccionar todas las camisetas que quisiera. Él desea conseguir una camiseta más antigua que la del 69′, de los años 50′ o incluso más viejo, como de los años 30′. Sin embargo, pese a su ardua búsqueda, no ha podido encontrar las piezas de esos tiempos de antaño.
“He buscado, indagado por todos lados, pero no hay. El tema de Alianza es complicado. O sea, no habían coleccionistas en ese tiempo y las camisetas no se conservaban. Acuérdate que antes las camisetas podían durar cinco años en el equipo y al final terminaban de entrenamiento, o sea, terminaban deshechas y se perdían. Por eso que no han quedado camisetas. Las que han quedado es de suerte, porque de repente alguien las ha conservado o ha ido de repente a parar a un intercambio, en el extranjero, donde se conservan mejor”, explica.
Lo cierto es que Miguel Ángel Melgar, con lo poco (mucho) que tiene en su museo, rebosa de júbilo. Debería ser -quizás- una obligación que los hinchas íntimos que quieran conectarse más con la historia de su equipo visiten este espacio representativo en San Juan de Miraflores. Esto apenas es el comienzo y, seguramente en el futuro, su proyecto habrá crecido más de lo que esperaba.
“Espero que algún día venga Cubillas acá, o la ‘Foquita’ (Farfán), o (Paolo) Guerrero. Ya habrá tiempo seguramente”, anhela. Y, ojalá, se cumpla.