Decir que salió por una puerta alternativa es un eufemismo. Agustín Lozano escapó. Escapó de la prensa la noche del viernes, en el aeropuerto Jorge Chávez. Tenía mucho que decir, pero se abstuvo. Ese mismo día por la mañana, el presidente de la Federación Peruana de Fútbol se había comunicado con Juan Carlos Oblitas para pedirle que, por favor, intercediera con Ricardo Gareca para tener una reunión en Buenos Aires. Ya no mandaría a sus emisarios. Ahora iría él personalmente.
Semejante “detalle” no despertó ningún entusiasmo en el ‘Tigre’, quien le había bajado el dedo a las negociaciones a mitad de semana, y quizá poco antes, cuando se enteró por la prensa que la propuesta que caviló la FPF durante un mes consistía en mutilarle el sueldo a él y a su comando técnico en un 40%.
Esta teleserie dramática está llena de extrañezas. Y quizá la última fue ese llamado de auxilio de Lozano a Oblitas. El director deportivo, cuyo contrato también culminó con la eliminación a Qatar 2022, no fue invitado a Argentina para acompañar las tratativas con el ‘Tigre’ hasta donde se sabe. Entonces, ¿por qué recurrir a él recién cuando la casa se incendiaba?
Todo indica que fue un auténtico manotazo de ahogado. Lozano podía imaginarse la pena que generaría el “no” de Gareca, pero no fue capaz de predecir la rabia multitudinaria que se desataría contra él tras conocerse sus desplantes, por no decir sus actitudes deliberadas para que las negociaciones no llegaran a buen puerto.
El último contacto entre Ricardo Gareca y Agustín Lozano fue por WhatsApp. Una comunicación a través de mensajes de voz, donde Lozano se quedó con la palabra en la boca.
La última vez que se habían visto las caras fue en Lima, en un contexto amistoso y totalmente opuesto. Un desayuno en el Country Club, donde las promesas podían advertir una consideración que finalmente no le tuvieron.
Milton, el hijo mayor de Gareca, y Mario Cupelli, su abogado fueron quienes se reunieron en Buenos Aires, en un par de oportunidades, con la comitiva de Lozano integrada por José Carlos Isla, dirigente del Juan Aurich y exabogado de Edwin Oviedo, el empapelado antecesor de Lozano; y Arturo Ríos, presidente del Atlético Grau.
Ríos, al ser interceptado por el enjambre de colegas, minimizó la no renovación del ‘Tigre’, el técnico que nos hizo jugar una final de Copa América en el Maracaná y nos devolvió la autoestima futbolera al colocarnos en una Copa del Mundo después de casi cuatro décadas.
“No hay ningún fracaso, ni nada. No puedo declarar”, atinó a decir mientras trataba de abrirse paso a empellones en el aeropuerto. Por lo menos dijo algo. Hay que reconocérselo.
En las últimas horas, Alianza Lima, Universitario y Cienciano emitieron un comunicado para expresar su molestia por el desempeño de la comitiva negociadora y, además, expresaron su preocupación por el rumbo del fútbol peruano.
Son los mismo clubes que hace casi un mes le exigieron una rendición de cuentas a la Federación Peruana de Fútbol respecto a la lista de viajeros al repechaje ante Australia en Doha.
Causa sorpresa, una vez más, que sean las mismas instituciones y que no haya habido el quorum debido.
Se ha filtrado en la prensa un hecho que también deberá ser esclarecido: durante los mismos días en que supuestamente, los directivos peruanos hacían denodados esfuerzos por convencer al ‘Tigre’, uno de ellos habría tomado contacto con uno de los agentes de Hernán Crespo, hoy entrenador del Al-Duhail de la Liga catarí.
Si llega a reconfirmarse, lo que se presume quedaría mucho más claro, y unos cuantos podrían ahorrarse las hipocresías.
Cuestión de perfiles
Hay una terna de entrenadores que se ha destacado con nitidez en los últimos días: casi todos argentinos y uno peruano. La mayoría ha convivido con las precariedades y contradicciones del fútbol peruano.
El peso pesado de la lista es Jorge Sampaoli, el iracundo Sampaoli que no dirige una selección desde su amarga experiencia con la Albiceleste en Rusia 2018.
Le sigue Sebastián Becaccece, hombre de confianza de Sampaoli y casi un discípulo suyo. Ambos son partidarios del Bielsismo. Lo profesan con orgullo.
Intensidad es lo que piden en todas las líneas. Jugadores que no paran de presionar al rival hasta asfixiarlo. Abren la cancha por los extremos. Son venenosos desde allí.
¿Futbolísticamente hablando se asemejan a Ricardo Gareca? El “no” es rotundo. Con su pragmatismo, el ‘Tigre’ supo sacar oro. Pero recordemos que su futbolista ancla, aquel que nos faltó ante Australia, es Yotún, un volante de técnica depurada pero trotón y, por tanto, muy lejano de los estándares de Sampaoli y Beccacece.
Hay un detalle: ninguno posee ni por asomo la serenidad de Gareca. Es más, podría decirse que tienen problemas de autocontrol.
Quien encabeza la lista es Hernán Crespo, el recordado goleador de selecciones argentinas que, como hemos descrito, ya habría tenido acercamientos con la FPF.
Cuenta con menos de una década como entrenador, pero ha sabido conquistar la Copa Sudamericana con un club de los menos poderosos en el Río de la Plata como Defensa y Justicia, y conquistó un Paulistao con el Sao Paulo.
Lo ayuda su juventud y su carácter. No es problemático como los otros dos, aunque eso no signifique que se deje pisar el poncho. Barato no debe ser. Por algo dirige en el Medio Oriente.
Y finalmente, está Juan Reynoso, multicampeón en el fútbol peruano, y ganador de un título histórico en la Liga mexicana con el Cruz Azul. Quienes lo conocen, aseguran que difícilmente aceptaría ser el relevo de Gareca por la ingerencia de Lozano y su cúpula. Se quedaría solo si continúa Juan Carlos Oblitas como director deportivo.
Esa es otra de las incógnitas por resolver: después de todo lo sucedido, ¿le quedarán motivaciones a Oblitas para ‘mojarse’ un periodo eliminatorio más? La respuesta se sabrá pronto.
De momento, mañana se aguarda el arribo de Ricardo Gareca junto a Néstor Bonillo y Sergio Santín. El martes será la despedida al mediodía. El desenlace no podía ser otro para ambas partes.
a) Manejo de grupo:
Respaldar en público y corregir en privado. Así se manejó el ‘Tigre’ durante estos siete años, y vaya que funcionó. Un grupo comprometido que no se siente expuesto por su técnico, y donde los egos se hacen a un lado es la fórmula.
b) Visión pragmática:
Hacer mucho con poco. Parece sencillo, pero no lo es. Quien venga tendrá que arreglárselas sin jugadores en las Ligas top, y un talento local que suele madurar tarde. Contragolpear no debe ser una mala palabra.
c) Influencia en menores:
Las jóvenes promesas de 24 años deben desterrarse de nuestro vocabulario. El próximo técnico deberá inmiscuirse en la planificación y refundación de un sistema sin un norte que diluye el talento.
d) Conocimiento del fútbol peruano:
Asumir la selección sin conocer la idiosincrasia del jugador peruano es un error fatal. Ejemplos sobran de técnicos con cartel que no colmaron las expectativas por no tener bien mapeado el factor cultural.
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