Este domingo, Javier Milei juró como presidente de Argentina y, en su discurso, advirtió que será necesario realizar un ajuste fiscal duro que hará que la situación económica empeore en el corto plazo, para luego ver los frutos. Con ello, exclamó que no hay más alternativa al shock.
“No hay plata, no hay alternativa al ajuste, no hay alternativa al shock (...) en el corto plazo la situación empeorará, pero luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo”, dijo el presidente argentino.
Pero, ¿qué implica que un país pase por un ‘shock’? Jorge Guillén, profesor de Finanzas de ESAN, explicó que en los 80, Argentina, Bolivia, e incluso Perú pasó por shocks en la llamada “década perdida de América Latina”.
“[En Perú] se intentó hacer antes en el gobierno aprista, pero no funcionó porque el mercado se anticipaba. Esto [el shock] tiene que ser bien sorpresivo, rígido y duro, para que realmente funcione. Si no, no sirve de nada”, señaló.
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Para Marco Ortiz, profesor de Economía de la Universidad del Pacífico, lo que termina ocurriendo con este tipo de shocks, es que los gobiernos tienen que ‘legalizar’ los precios; es decir, hacer que vuelvan a reflejar los precios del mercado.
“Para hacer eso las empresas tienen que fijar nuevamente el precio, porque van a dejar de recibir subsidios o el Estado va a dejar de intervenir de alguna manera. Lo que termina generándose en el muy corto plazo, es que estos precios tienden a subir de manera bastante importante”, explicó.
En el Perú, luego de que Juan Carlos Hurtado Miller, ministro de Economía de Alberto Fujimori, anunciara en 1990 el ‘Fujishock’, los precios se triplicaron y quintuplicaron, incluso en bienes de pan llevar, lo que generó un gran impacto en la capacidad adquisitiva de las familias, dijo Ortiz.
Esta elevación de precios ocurre porque los ajustes de los salarios tienden a tardar más y, en el medio, las familias sufren de manera considerable el aumento de los precios, porque no se ve algo similar por el lado de sus ingresos. Estos ajustes implican también llevar a mucha gente a la pobreza.
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Por su parte, Juan José Marthans, director de Economía del PAD Escuela de Dirección de la Universidad de Piura, explicó que el Perú de los 90 tenía limitaciones extremas en disponibilidad de divisas, pasaba por un proceso de hiperinflación de cuatro dígitos.
Luego del ‘Fujishock’, fue recién en 1994 que hubo una apertura financiera y de comercio en el Perú, dice Guillén. Los precios estaban más altos que lo que están ahora en Argentina y, cuando la inflación se mantuvo en dos dígitos, vino capital.
Argentina necesita el shock
Los especialistas coinciden con el presidente Milei al afirmar que Argentina no tiene otra salida hoy más que el shock que propone Milei; sin embargo, Marthans anotó que este debe estar acompañado de una política de compensación (como bonos) para que gran parte del segmento pobre y desempleado en ese país, pueda enfrentar de manera apropiada el costo del ajuste anunciado.
“Siempre es importante y, para eso, hay que hablar con el Banco Mundial, el BID, el Fondo Monetario, para generar mecanismos de transición compensatorios. No permanentes, de transición pero que, inevitablemente, compensen el duro choque social que va a experimentar Argentina”, agregó.
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En los 90, el equipo económico peruano viajó a Washington y habló con el BID y con el Banco Mundial para buscar retornar a la ruta parte de lo que implica una política de compensación básica, explicó el especialista. Finalmente no resultó adecuada en magnitud ni efectividad, pero se buscó y el presidente argentino debe hacer lo mismo en el corto plazo, sentenció.
De otro lado, Marthans advirtió que el programa de ajuste no debería darse con un proceso de dolarización pues siempre le resta capacidad de maniobra a quienes realizan la política monetaria porque, cuando se necesita ser expansivo, la urgencia de dólares restringe el poder compensar socialmente una situación extrema como la que podría ocurrir en Argentina.
Asimismo, afirmó que esta moneda no está en su mejor momento a nivel internacional. “Perú logró estabilizarse sin dolarizar la economía y eso se logra no eliminando el Banco Central (...) hay que cambiar la ley orgánica del Banco Central, impedir, formalmente, a los miembros del directorio que presten directamente al sector público. Con ello es más que suficiente y constituye una alternativa más viable y menos riesgosa”, dijo.
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Si bien Guilén afirmó que, para que funcione, el shock debe ser sorpresivo y teniendo en cuenta que Milei lo está anticipando, el académico de ESAN refirió que habrá que ver qué tan duro será, para ver si los agentes se anticipan y, sobre todo, si el Congreso opositor lo dejará actuar.
Sobre esta anticipación, Ortiz explicó que, si los mercados se anticipan al shock, puede generar que el espiral inflacionario sea aún mayor. Como un empresario no sabe cuánto le costarán sus insumos para producir, no saben dónde fijar su precio, explicó.
Sin embargo, más que el tema sea anticipado o no, es un tema de equilibrio político pues, ante estos anuncios, mucha gente puede oponerse y proteste. “Es necesario que se ajusten todos los precios, si no, nunca va a lograr llegar nuevamente al equilibrio que se espera”, anotó Ortiz.