La educación no puede parar. Así de enfático fue el ministro de Educación Martín Benavides para garantizar –durante el noveno día del estado de emergencia– la continuidad de este servicio que, como sostiene el propio funcionario, debe priorizar la calidad y la equidad de la enseñanza a nivel nacional.
Prueba de ello es que en tiempos de cuarentena, su correo electrónico –al igual que el de miles de padres de familia– debe estar recibiendo innumerables mensajes que tienen como remitente al colegio de sus hijos. Y es que en tiempos de cuarentena, el cuaderno de control ha sido reemplazado por este medio digital.
Pero, en un país como el nuestro, en donde las diferencias entre la provisión del servicio público y privado saltan a la vista, ¿podemos garantizar que la educación no presencial cumplirá con los objetivos de continuidad, calidad y equidad que pretende lograr el gobierno?
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Aunque en el caso de los niveles de enseñanza básica, primaria y secundaria, los planes de recuperación –bajo la modalidad a distancia– serán supervisados por el Ministerio de Educación (Minedu), resulta prioritario “adecuarse por completo a la educación a distancia” pero, ¿podemos pensar en ello cuando, en el mejor de los casos, existen hogares en donde, como señala el ministro Benavides, solo hay una computadora para toda la familia?
Para empezar, más allá de lo que señalan las estadísticas sobre el equipamiento tecnológico en los hogares, César Guadalupe, profesor de la UP considera que la mirada debe centrarse en la principal restricción que enfrentamos como país porque “nuestra infraestructura de comunicación digital todavía es muy limitada y precaria”.
De la misma opinión es Lea Sulmont, consejera del Consejo Nacional de Educación (CNE), pues también considera que en temas de infraestructura tecnológica y conectividad todavía no alcanzamos estándares mínimos de calidad.
“Es difícil trabajar en equidad cuando tenemos la disparidad que tenemos en la conectividad. Esa es la realidad del país”, afirma la también docente de la UPC, quien asegura que para atender la diversidad del país no podemos pensar en una solución única.
ESFUERZOS CONJUNTOS
Por esa razón, la viceministra de gestión pedagógica Patricia Andrade, ha señalado que la radio y la televisión se han convertido –desde la semana pasada– en dos canales fundamentales para impartir clases en los días que dure el estado de emergencia dictaminado por el gobierno para prevenir la propagación del Covid-19.
Frente a esa decisión, César Guadalupe refiere que se trata de una medida correcta, sobre todo si consideramos la calidad de la infraestructura de telecomunicaciones que existe en el país, por lo que “se tiene que pensar en la radio y la televisión” para cumplir con el objetivo trazado por el gobierno.
No obstante, el docente llama la atención sobre la enorme responsabilidad que, por el artículo 14 de la Constitución, tienen los medios de comunicación pero que incumplen a todas luces.
“Hoy la escuela no funciona pero la antiescuela sí, la basura educativa que hay en la televisión sigue funcionando igual y esa es una preocupación que debiéramos tener todos porque los medios de comunicación deben colaborar con el Estado en la educación y formación cultural del país porque utilizan una concesión del espectro radioeléctrico”, añade.
Al respecto, Jorge Bossio, director de aprendizaje digital y ‘online’ de la UPC, sostiene que esa concesión pudo haber sido aprovechada para tener mayor oferta educativa pero en nuestro país ha sucedido lo contrario, por lo que así como ha sucedido en otros países, se podría trabajar para fortalecer las redes comunitarias pensando en la educación.
“Las redes de radios comunitarias, por ejemplo, son las que realmente llegan a las poblaciones más alejadas y llegan a los lugares donde los demás (medios) no llegan”, afirma.
Pero como señala Milagros Morgán, vicerrectora de la misma casa de estudios, “debemos lograr que los paradigmas de la educación tradicional no nos frenen para abrir más oportunidades y dejar de pensar solo en el esquema que coloca al alumno y al profesor en el aula”.
REPENSAR Y REVALORIZAR
Haciendo eco de esas palabras, César Guadalupe remarca que la cuarentena se ha convertido en una oportunidad para que repensemos cómo hacemos las cosas en términos de prácticas pedagógicas.
Y uno de esos cambios –a decir de Lea Sulmont del CNE– para por repensar el año escolar. “Tenemos que trabajar para adaptarnos ante situaciones que no se habían planteado antes. La educación pública va a tener que adaptarse, va a tener que cambiar sus cronogramas”.
Pero no serán los únicos en adaptarse porque las familias también van a tener que hacerlo porque, después de esta experiencia, no pueden esperar que las escuelas solucionen todo, tienen que convertirse en aliados de sus hijos. “A partir de ahora podemos hablar, realmente, de una forma diferente de educar”, anota.
Mientras que para la educación superior (universitaria y técnica), se presenta una excelente oportunidad para revalorizar la importancia de la educación a distancia, que había sido tratada por la ley universitaria –según Guadalupe– como de segunda categoría.
“Esta es una oportunidad para revisar esas cosas que no hicimos bien en su momento y la ley universitaria cometió un error, pero la educación en formato no presencial es buena y hay que reconocer ese espacio”, indica.
Frente a los retos que se imponen en tiempos de cuarentena, todos los expertos consultados por este suplemento coinciden en la necesidad de aprovechar esta experiencia para mirar la educación y sus problemas de una manera distinta, recordando que la importancia de la teleducación y sin olvidar que la moda de lo digital no es lo único que importa.
Tarea pendiente : la deuda de los maestros
Según ha reconocido la viceministra Andrade, en los últimos días más de 140.000 docentes se han capacitado en temas vinculados a educación distancia.
Un tema en el que según Lea Sulmont los maestros tienen una deuda pendiente, por lo que resulta más que necesario poner sobre el tapete la continuidad de seguir capacitándolos en competencias digitales para que puedan desarrollar sus procesos de enseñanza – aprendizaje sin problemas.