La sostenibilidad es un desafío con muchos rostros. En el sector energía, esa cara se identifica con las energías renovables. O así era, al menos, hasta el pasado 6 de julio.
Ese día el Parlamento europeo decidió, en una histórica votación, etiquetar al gas natural y a la energía nuclear como energías sostenibles o verdes. Esto, en claro reconocimiento al rol que ambas tecnologías – y, particularmente, el gas – jugarán en la transición energética rumbo a las energías renovables.
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“Está claro que el futuro del sector de generación eléctrica son las centrales eólicas y solares y, ante eso, hay que tener cuidado de no desincentivar los ciclos combinados (a gas) por su complementariedad”, advirtió Rosa María Flores Araoz, CEO de Kallpa, en el foro Perú Energía 2022.
De acuerdo a César Butrón, presidente del Coes, hay 20.000 MW en proyectos de energías renovables “dando vueltas” por esta institución, los cuales solo necesitan “demanda para conectarse”.
Hablamos del equivalente a tres veces el consumo nacional de energía, el cual es satisfecho, en su mayor, parte por hidroeléctricas (54%) y plantas térmicas a gas natural (28%).
En este esquema, los recursos energéticos renovables (RER) representan apenas el 5% de la matriz de generación eléctrica, pero el objetivo del Gobierno es llevar esta cuota hasta el 20% para el 2030.
De esta manera el país cumplirá con su compromiso de mitigación del cambio climático, principalmente, a costa de la generación a gas. ¿Pero cuál es el costo económico que el Perú tendría que pagar para alcanzar este objetivo?
EMISIONES DE CO2
“Hay que realizar un análisis de costo-beneficio, que hoy no se está haciendo, porque nuestra matriz de generación eléctrica ya es limpia”, apunta Luis Miguel Castilla, ex ministro de Economía y Finanzas y director de Videnza Consultores.
Por poner un ejemplo, Chile, líder en el desarrollo de energías renovables en la región, libera a la atmósfera más dióxido de carbono (CO2) que el Perú.
Ello, debido a que su matriz de generación contiene aún mucho carbón y un poco de diésel.
Para remediar esta situación, la nación sureña planea dar de baja completamente al carbón, reemplazándolo con 22 mil MW de energías renovables.
“De esta manera planeamos llegar al 2030 con más de 60% de energías renovables y al 2040 con más de 90%”, señala José Ignacio Escobar, CEO de Colbun, uno de los tres generadores eléctricos top de Chile.
En el caso del Perú, este reemplazo tendría que ser realizado a costa de la generación eléctrica con gas natural, la cual consume el 25% de la producción de Camisea.
De acuerdo a Luis Miguel Castilla, esta acción tiene que evaluarse con mucho cuidado porque nuestra matriz eléctrica ya es limpia y las emisiones de dióxido de carbono en el país “no corresponden al sector de generación”.
Según su análisis, el reemplazo del gas natural por las energías renovables traerá aparejado dos impactos que no están siendo considerados.
IMPACTO FISCAL
Uno es el costo fiscal derivado de un eventual retroceso en el consumo de gas natural, debido a que este energético paga cuantiosas regalías al Estado, a diferencia de la generación solar y eólica, que “no paga ninguna”.
Castilla ha calculado que una reducción de 5% en la producción de gas natural en Camisea habría privado al Estado de S/205 millones por concepto de regalías gasíferas en el 2021.
Esto significa que la mayor participación de las RER en la matriz de generación tendrá un impacto negativo en los presupuestos de los gobiernos sub-nacionales y la población del Cusco.
En paralelo, el economista advierte que la menor producción de gas redundará también en una menor producción de líquidos de gas – materia prima del GLP – pues ambos se explotan y extraen juntos.
“Esto significa que va a haber menos líquidos y esa menor producción de líquidos, a lo mejor, incrementará la necesidad de importar más GLP”, explica Castilla.
Añade que esto se suma al impacto asestado a los bolsillos de los peruanos por la decisión estatal de subsidiar las energías renovables en un contexto (una década atrás) en el que “estas eran demasiado costosas y no había problemas de oferta eléctrica”.
A la fecha, esto representa un costo de US$1.600 millones (en los recibos de luz) “con el potencial de llegar a US$3.000 millones al cabo de la culminación de los contratos (en diez años más)”, agrega el economista.
Videnza está preparando un cálculo sobre el impacto económico de la transición energética al 2050, el cual será publicado en aproximadamente un mes.