Apostando por seguir en la industria que su familia eligió en el 2000, y diferenciándose de sus otros seis hermanos, Enrique Camet lidera hoy una agroexportadora ubicada en el puesto 16 entre las mejores compañías del rubro.
—La construcción civil es el principal negocio familiar. ¿Por qué optó por el agro?
Hace casi 20 años mi padre nos dijo: “Ustedes son muchos hermanos (soy el quinto de siete), hay que diversificar”. Me propuso incursionar en el rubro agroexportador. Me explicó las oportunidades y acepté el reto. Él fue la figura más importante en mi vida y mi socio en todo.
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—¿Todo funcionó en orden a raíz de esto?
En el 2013 murió mi padre y el panorama cambió; mis hermanos quisieron vender las tierras, cancelar las deudas y repartir el saldo. En el 2015, les dije a mis hermanos que quería crear mi propia empresa agrícola y ellos aceptaron. Imaginé el negocio como uno de trading de fruta, además de brindar servicios de asesoría técnica y comercial. Alquilé el fundo de Chilca a mis hermanos y puse en marcha la empresa.
—¿Cuáles son los planes de la empresa para este año?
Estamos desarrollando dos proyectos: el primero es una planta de procesamiento y empacadora para exportación. Y el segundo es un campo propio de diversos frutales para asegurar el cumplimiento de los programas con los supermercados del mundo.
—¿Qué rol ocupan los trabajadores en el desempeño de la empresa?
Acá no pensamos en la gente como si fueran limones que hay que exprimir hasta que ya no den más jugo. En nuestra empresa el cielo es el límite y hay mucha gente joven haciendo carrera. Acá hacemos un esfuerzo grande para pagarles por encima de lo que ofrece el mercado. Además, todos deben llevar al menos un curso al año.
— ¿Qué se siente ser un premio LEC?
Es una validación importante que luego de tan solo tres años de operaciones hayamos sido seleccionados como líderes del rubro. Hemos enfrentado juntos muchos desafíos, cada uno de ellos nos ha fortalecido, convirtiéndonos en un equipo de trabajo dinámico que opera en el Perú.