La incertidumbre en los negocios es una constante que responde a diversos factores sobre los cuales las organizaciones tienen poco o nada de control. Actualmente, estamos atravesando una etapa de gran incertidumbre en la que todas las industrias han sido afectadas en mayor o menor medida; y bajo la cual hemos tenido que adaptarnos continuamente. Es así como los principales organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han previsto una caída de más de 5% para el 2020 y una recuperación positiva en el 2021.
En este contexto, es indispensable tomar acción de manera estratégica y no reaccionar defensivamente, ya que una actitud defensiva suele ser perjudicial en el largo plazo al debilitar nuestro posicionamiento cuando la economía se recupere. En tal sentido, de acuerdo con el estudio de Fusiones & Adquisiciones Perú 2020 de PwC, realizado el pasado julio, la mayoría de las empresas encuestadas considera indispensable desarrollar diversas estrategias para responder a la crisis. Un 93% de los ejecutivos considera prioritario desarrollar estrategias de eficiencia operativa en sus empresas como respuesta a la coyuntura actual y la consecuente crisis económica.
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Asimismo, el 73% considera fundamental desplegar estrategias para impulsar el crecimiento de sus ingresos, ya sea a través de nuevos modelos de negocios o propuestas de valor. Un 58% considera prioritario definir estrategias para la reestructuración financiera de su negocio, a través de mejoras de capital de trabajo o estructura de financiamiento. En general, la mayoría de las más de 130 empresas y fondos de inversión encuestados esperan una recuperación en un periodo entre uno y dos años.
Para poder estar mejor preparados ante los retos que surgen de la crisis y la incertidumbre, es fundamental que las empresas inviertan en sus capacidades diferenciadoras, alineen sus costos a su estrategia y a las prioridades del negocio, y que constantemente planifiquen escenarios de corto y mediano plazo, evaluando y construyendo diversas opciones de solución ante potenciales situaciones de riesgo. Además, deben ser ágiles para poder reenfocar sus prioridades y recursos para hacer frente rápidamente a los retos que se presenten y también deben ser resilientes, de manera que puedan soportar los cambios, recuperarse rápidamente de los inconvenientes y encontrarse mejor posicionadas para capturar el valor de las nuevas oportunidades que aparezcan.
La forma de construir agilidad y resiliencia en la organización se basa en la planificación y revisión continua de escenarios de corto y mediano plazo. Se empieza tomando en cuenta los potenciales retos generados por diversos tipos de incertidumbre: política, económica, regulatoria, sanitaria, etc. Luego se definen las acciones estratégicas que la empresa debe tomar principalmente en torno a seis dimensiones: dinamismo de la estrategia, inversión en la fuerza laboral, agilidad de las operaciones, creación de valor en las transacciones, ajustes al marco regulatorio y legal, y fortalecimiento de capital.
Construir múltiples escenarios sobre cómo la empresa puede actuar frente a ciertas condiciones, incrementa la confianza y la generación de ideas y capacidades que, en conclusión, dejarán a la organización mejor preparada para enfrentarse a los retos actuales.
Una única acción o varias acciones aisladas no podrán mitigar el impacto que generan los desafíos de las crisis. Sin embargo, si las organizaciones empiezan a tomar acciones estratégicas en lugar de defensivas, tienen una mayor oportunidad de mantener su balance y enfrentar los retos. Construir las capacidades de agilidad y resiliencia permitirá a los líderes adoptar estrategias y mentalidades que les permitan estar mejor preparados para sobrellevar los desafíos generados por las crisis y la incertidumbre.
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