(I) Después de tantos años de dedicación y esfuerzo, quiero disfrutar.- A lo largo de los años como asesor corporativo me he encontrado con muchos empresarios que expresan sentirse cansados de la lucha constante por sacar adelante el negocio, lidiando con los cambios constantes de regulación y el actuar abusivo o corrupto de los entes fiscalizadores. Todo ello en medio de una permanente atención a las necesidades de inversión y reinversión para mantener competitiva la empresa, priorizando esta respecto a los espacios personales o familiares. La vida es corta y los contratiempos inesperados. Si este sentir se vuelve recurrente, vende porque nada peor que arrepentirte demasiado tarde.
(II) No puedo dejar que esta empresa se vaya a la quiebra. En muchas ocasiones, los empresarios, bien sea incentivados por la administración, que sigue armando proyecciones que pretenden justificar la viabilidad de la empresa (no obstante los recientes ejercicios demuestren su bajo grado de confiabilidad), o simplemente presionados por su sentido de responsabilidad (o a veces su ego), que les impide reconocer ante su familia, colaboradores o terceros, que no se pudo más, deciden insistir y apostar un dólar bueno sobre un dólar ya complicado. Si sientes que el reto ya te rebasó y va a comprometerte en demasía respecto a tu patrimonio personal, vende y quizás otro esté en capacidad de sacar la empresa adelante.
(III) No nos van a ganar. Es usual que ante cambios en el entorno competitivo de un negocio, como puede ocurrir con el arribo de un competidor al mercado, los accionistas sobreestimen su capacidad para mantener valor. Hay quienes movidos por algún interés legítimo (en ocasiones, uno personal) pretenden convencer al accionista de que todo se soluciona realizando determinadas inversiones o gastos, o librando las llamadas batallas de precio.
Recurre en esos casos a terceros que sean independientes y cuenten con una buena lectura del entorno competitivo local e internacional. Si te hacen sentir que las posibilidades de éxito son reducidas y ello despierta en ti una intuición de futuro desfavorable, vende, porque el valor que tiene la empresa hoy podrías perderlo en el futuro.
En esos y otros casos, nada mejor que una duda surgida a tiempo.
*Mauricio Olaya es socio principal y director del área de Derecho Corporativo y M&A del estudio Muñiz.