Aparentemente silenciosos, los personajes que posan en aquellos retratos hablan de todo: las dinámicas del poder en la colonia, los vínculos familiares, las modas en su tiempo, los privilegios de la corte del virrey, los ansiados vínculos con la corona española. Desde los Salazar y Muñatones, primeros condes de Monteblanco, toda una estirpe de nobles limeños nos observan en la muestra “Historias de familia: la colección Gastañeta Carrillo de Albornoz” que acaba de abrir sus puertas en la sala 1 del MALI.
Se trata de una muestra de la cultura material, cortesana y virreinal, propia de la estratificada sociedad limeña del siglo XVIII. Presenta retratos y pinturas religiosas de inspiración flamenca, provenientes de los talleres de Cristóbal Lozano y Pedro Díaz, los dos pintores principales de la Corte del Virrey. Además se despliega un finísimo menaje doméstico y muebles que dan cuenta del máximo de lujo de su tiempo. Un patrimonio que, a diferencia de México, por ejemplo, resulta casi inexistente en colecciones públicas locales. Fueron propiedades que las familias vinculadas al poder colonial se llevaron con ellos a la península tras la Independencia, o que fueron destruidas en esos tiempos turbulentos.
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Retratos de una época
Como advierte Ricardo Kusunoki, Curador asociado de Arte Colonial y Republicano del MALI, en el siglo XVIII los retratos no tenían un simple propósito evocativo o emocional vinculado a la memoria de los antepasados. Su función principal era la de construir visualmente una jerarquía. Sus cortinajes respaldan la desigualdad entre las personas, basada en el linaje y el nacimiento. Más que un cuadro, era un documento para justificar los privilegios de una clase. “Es como si tuvieras dibujado un documento notarial. Esos retratos no solo reflejan una realidad: también la construyen”, afirma. En los detalles se advierte todo: el idealizado paisaje de la hacienda San José, teatral fondo del retrato del conde, da cuenta de su fortuna e incluso de sus esclavos. O las joyas que luce su esposa y las que asoman del joyero abierto, más que ostentación, revelan la dote que su familia aportó al matrimonio. La pose de los cuerpos y sus trajes responden a fórmulas codificadas, siempre vinculándolos con la moda de las cortes europeas, para dar idea de su poder, títulos, posición social y privilegios. Hasta el lunar postizo en el rostro de las damas son detalles llenos de información.
Como señala Luis Eduardo Wuffarden, historador de arte y cocurador de la muestra, es un privilegio contar con obras que dan cuenta el nivel de los pintores limeños del siglo XVIII. En efecto, por motivos diversos, muy pocos retratos coloniales limeños se conservan en buen estado. “Es una pintura muy delicada, de veladuras sobre veladuras. Sea por el clima limeño, por el descuido de los propietarios, muchos de estos cuadros terminaron arrojados a la basura”, lamenta.
En el contexto del Bicentenario de la Independencia, ciertamente la intención del MALI es audaz: darnos la oportunidad de asomarnos al ‘establishment’ del poder colonial. Para Wuffarden, este proyecto entrañaba la dificultad de abordar estos temas sensibles. “La idea es pensar una realidad histórica que es difícil entender desde el presente, pero que existió y dio forma a la vida social del virreinato. No la podemos negar. Antes que juzgar, el historiador debe entender, aprender y saber cómo funcionaban los mecanismos de ascenso social en una sociedad profundamente estratificada como la limeña”, explica el historiador.
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El coleccionista familiar
La muestra “Historias de familia” resulta además un homenaje póstumo a Manuel Gastañeta Carrillo de Albornoz (1956-2020), estrecho colaborador del museo y director de la Fundación JOMA, quien dedicó gran parte de su vida a reunir este acervo, el cual hoy es compartido generosamente por su familia. Wuffarden recuerda al desaparecido abogado y amigo afable, compañero de largas conversaciones, y destaca su obsesión por reconstruir el pasado familiar. “El creía en todo lo que representa la frase “nobleza obliga”, que el poder estaba para servir. Y le producía orgullo los servicios que sus antepasados había dado al país en distintos momentos de la historia”, afirma.
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