Escolares escuchan los testimonios de la exposición permanente del LUM. “Hay una actitud de recogimiento, de respeto cuando oyen estos relatos”, dice el director de la institución.
Escolares escuchan los testimonios de la exposición permanente del LUM. “Hay una actitud de recogimiento, de respeto cuando oyen estos relatos”, dice el director de la institución.
Jorge Paredes Laos


La mayoría de los autores de estos ensayos no vivió durante la época del terror. Nacidos alrededor de 1992 —el año en que cayó Abimael Guzmán—, pertenecen a esa generación que algunos sociólogos llamarían del “posconflicto”, un momento en que el país dejó de ser sacudido por los apagones, atentados, asesinatos y desapariciones, e ingresó en un período marcado por la falta de valores democráticos. Del horror se pasó al autoritarismo. Y 25 años después pareciera que los ecos de esa violencia no han sido acallados y siguen resonando en movimientos que pretenden imponer el olvido o la impunidad.

     ¿Qué opinan hoy los jóvenes sobre los años del terrorismo? ¿Tienen una real conciencia de los hechos ocurridos? El año pasado el Lugar de la Memoria (LUM) organizó un concurso de ensayos entre estudiantes universitarios que tituló Esquirlas del Odio. Percepciones de los Jóvenes de Hoy sobre Sendero Luminoso. Los trabajos ganadores —tres premiados y nueve finalistas— han sido reunidos en un libro que sorprende por su mirada crítica frente a lo sucedido, y sus efectos en el Perú contemporáneo.

                                                      * * *
El ensayo ganador no puede ser más elocuente. Escrito por José Ramos López, un estudiante del décimo ciclo de Antropología Social de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, recoge las experiencias de los jóvenes reclutas del cuartel Los Cabitos, en Ayacucho, un lugar que en el pasado fue uno de los mayores centros de detención del país. Ramos López utiliza la frase “sin terrucos no hay soldados” para explicar esa violencia simbólica que se ha institucionalizado en la preparación de los reclutas a través de los castigos, arengas y cantos guerreros que mantienen vivo el tiempo del terrorismo. “Le pido a Dios que nunca me falte un maldito terruco, que nunca me falte alguien para matar”, dice una de estas canciones.

     Lo que destaca Ramos López es que esta memoria violenta impuesta por el cuartel apaga otras memorias de los propios conscriptos, muchos de ellos venidos de los campos ayacuchanos y signados por el trauma de haber perdido a algún familiar o por el recuerdo de un hecho doloroso que perciben latente.

.
.

ENSAYOS
Memorias del presente: ensayos sobre juventud, violencia y el horizonte democrático
Editorial: LUM
Páginas:245

     En otros trabajos, como los de Susana Frisancho y Rubén Merino Obregón, se aborda el caso de los jóvenes del Movadef. Frisancho resalta la falta de “perspectiva ética” en ese discurso que no es capaz de distinguir entre el bien y el mal, y que busca igualar los derechos de Abimael Guzmán con los de cualquier ciudadano que no ha cometido ningún delito. Sobre lo mismo, Merino Obregón afirma que el Movadef, al relativizar la responsabilidad de crímenes atroces, está librando, en el fondo, “una batalla contra la memoria”.

                                                    * * *
Ubicado al pie del malecón de la Costa Verde, en el límite entre Miraflores y San Isidro, el LUM es visitado a diario por dos grupos marcados: por un lado, escolares y universitarios; y, por el otro, turistas.

     “Los jóvenes son los que más nos visitan, y hacer un concurso entre ellos —ya está abierta la segunda convocatoria— resulta importante no solo para darles visibilidad y voz, sino por un componente adicional: según el INEI, más de la mitad de la población actual tiene menos de 25 años; es decir, son peruanos para quienes los hechos de violencia ya no forman parte de su experiencia vital”, dice el sociólogo Guillermo Nugent (el actual exdirector de la institución). Aunque suene paradójico, Nugent cree que son las nuevas generaciones las más autorizadas para hablar de memoria.

     “Lo que los jóvenes digan ya no estará basado en recuerdos, sino en una construcción narrativa a partir de lo que han escuchado. Como yo lo entiendo —explica—, quienes hemos sido contemporáneos a estos hechos tenemos la obligación de dejar un legado a las siguientes generaciones para que estas puedan elaborar una memoria y la incorporen a su identidad. Si uno lee los ensayos se dará cuenta de que estos jóvenes quieren entender a qué país llegaron”.

     Por eso, Nugent resalta no solo la realización de concursos o la publicación de libros como este, sino pide abordar diversos temas vinculados al período de violencia sin los apasionamientos del pasado. “En el caso del informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, por ejemplo, hemos oscilado entre el elogio y la condena, y si seguimos en esta dicotomía, no vamos a avanzar mucho”, añade. De ahí la necesidad de promover nuevos debates y reflexiones sin ambivalencias sobre esta tragedia que padeció el país hace un cuarto de siglo, en la que literalmente perdimos todos.

     Ese es el mejor antídoto para no tropezar con lo mismo en el futuro.

Más Información

Concurso
Está abierta la convocatoria a los estudiantes de pregrado de las universidades públicas y privadas del país para participar en el II Concurso Nacional de Ensayos Memoria e Identidad. Los trabajos se recibirán hasta el 4 de setiembre.
Informes y bases en el LUM o en

Contenido sugerido

Contenido GEC