(Fotos Alessandro Currarino)
LIFWeek Noe Bernacelli
Luciana Villegas

Un traje negro, una riñonera en la cintura y un par de zapatillas. Así fue el primer look que vimos de sobre pasarela, uno que solo dejó una palabra escrita en el ambiente: sofisticación. Eso es lo que caracteriza al diseñador limeño: elegancia, sofisticación y pulcritud. Siempre puclritud.

Una decena de modelos se suman al desfile luciendo más versiones del traje negro: a cuadros, con lunares, en tono rojo, con chalecos que llevan logomanía de la firma en letras rojas y blancas, con ponchos y con casacas en tamaño 'oversized' (y con la misma logomanía). Todos con el calzado estrella de la colección varonil: las zapatillas XL que solo en dos oportunidades son reemplazadas por loafers de velvet rojo y negro. 

Al ritmo de un tema electrónico- y bajo la gama del negro y rojo- la colección sume al público en un estado de tranquilidad y misterio: sensaciones alusivas al mundo de los seminaristas, el concepto que inspira la línea.

La música se vuelve más vibrante y la luz empieza a parpadear: es hora de la colección femenina. “El Cuervo y la Serpiente” es la primera colección dentro del compendio de los "Cuentos de invierno", una serie de creaciones que verán la luz este año. En la historia, una mujer y un hombre son castigados por el amor tan fuerte que se tienen y convertidos en una serpiente y en cuervo, siendo así separados de por vida. En los looks: estampados de estrellas, luna y sol invaden las piezas, así como los pines de serpiente y cuervo que son un constante en ambas colecciones- femenina y masculina- y  funcionan a modo de hilo conductor.

Paloma Santa Cruz es la primera modelo en pisar la pasarela: luce un mini vestido de red blanco con transparencia y plumas; todo combinado con un lazo de tul a la altura del cuello y una mini bag en el brazo. Un look que quita la respiración a los asistentes por unos segundos.

Lo que siguió fue un sueño de invierno: vestidos largos y cortos con detalles de encaje, transparencias, pedrería y muchas plumas. Todos evocando feminidad, elegancia y mucho romanticismo. Primero las piezas blancas, nude y rojas, para luego dar paso al verde militar y al negro: color que cerró la pasarela.

Como de costumbre, Bernacelli cuajó su obra con un último look tan elegante como provocador: un vestido largo de tono negro, con encaje en la parte superior y una gran abertura de pierna. Uno para colgar en el armario y suspirar todos los días.

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