Este domingo se cumple un nuevo aniversario de la fundación española de Lima, 480 años. Es motivo también para recordar a Taulichusco, último gobernante nativo de la ciudad prehispánica, sin la cual habría sido imposible fundar la capital. Lima se estrena con nuevo alcalde en un clima de recriminaciones con la gestión pasada. Lo más distante de una transición proactiva y útil para la ciudad. Y todo ello en medio de la más deplorable atmósfera política de los últimos años.
La visión del largo plazo de Lima empieza hoy. La ciudad está en una encrucijada entre el “dejar hacer, dejar pasar”, o abrazar caminos nuevos que rescaten lo positivo como materia prima de un mundo mejor. Esto conduce indispensablemente a reinventar Lima.
En el Foro Urbano Internacional que organizó el Colegio de Arquitectos de cara a las últimas elecciones municipales, se hizo evidente en muchos aspectos que la metrópoli había tocado fondo y debía replantar el modelo de vida urbana. Temas como la movilidad, el medio ambiente, el crecimiento urbano, la dotación de vivienda digna o la seguridad ciudadana eran inviables tal y como se continúan implementando y requieren otra visión.
Ciudades que han cambiado un destino sin salida y se han reencontrado con otro, han tenido procesos sostenidos de años manteniendo las mismas vigas maestras. Bilbao, Barcelona, Santiago, Medellín, Curitiba o Guayaquil han estado en el fondo de la olla. Algunas eran ciudades parias y en diez o veinte años de gobierno con continuidad en las decisiones se han convertido en íconos. Ocurrió en Lima, por ejemplo, cuando el alcalde Alberto Andrade reordenó el año 2000 el comercio ambulatorio y recuperó el Centro Histórico. De ahí a la fecha muy poco.
Acabo de estar en Colombia, mientras Cartagena realizaba el IX Festival de Música Clásica en la Calle. Plazas, iglesias y el puerto tomados por el público y músicos que hacían un homenaje al “Mare Nostrum” con solistas, orquestas de cámara y conjuntos de clase internacional.
Mientras, en Medellín acababan de validar su POT (Plan de Ordenamiento Territorial) para los próximos 10 años adoptando una imagen consensuada de ciudad. Entretanto, en los últimos días del año, Bogotá aprobaba el presupuesto más grande de su historia: Son US$ 8.500 millones que, si bien incluyen competencias como saneamiento básico, no se pueden comparar con los magros US$1.000 millones que tiene Lima incluidos los distritos, lo que me deja sin comentarios. En este momento en calles y redes sociales el complejo cultural privado Julio Mario Santo Domingo anuncia ya el Festival Bogotá es Mozart, que inundará auditorios y plazas de la ciudad con la música del compositor austríaco.
Entonces me provocaba pensar :¿Y en Lima cómo vamos? Lo primero que se me viene a la cabeza es que no hay brújula. Algo así como que “excepto el mercado, todo lo demás es ilusión”. Esta es la brillante oportunidad que se le presenta a Castañeda para reinventar la capital y que desperdició Susana Villarán.