La sahumadora Roxana Chiong tiene 28 años acompañando al Señor de los Milagros. Vive en una peligrosa quinta de Barrios Altos, cuyas estructuras podrían venirse abajo con un fuerte temblor. (Anthony Niños de Guzmán / El Comercio)
La sahumadora Roxana Chiong tiene 28 años acompañando al Señor de los Milagros. Vive en una peligrosa quinta de Barrios Altos, cuyas estructuras podrían venirse abajo con un fuerte temblor. (Anthony Niños de Guzmán / El Comercio)
Oscar Paz Campuzano

Un callejón y nueve casas de quincha y madera tiene la quinta a la que llaman en Barrios Altos . El paso de los años dio a casi todas sus viviendas un aspecto ruinoso, como si los signos de la vejez de sus antiguos propietarios se hubiesen adueñado de las escaleras, las vigas, los muros, los techos y los altillos construidos en tiempos en que esta zona del Centro de Lima era un bello lugar sin asomo de derrumbes.

En este solar de la cuadra 13 del jirón Áncash hay una gruta con el Cristo de Pachacamilla, percudido por el sol. El papá de Roxana Chiong, vecina de este solar y sahumadora desde hace 28 años, mandó a construir el espacio de culto hace medio siglo, cuando su esposa quedó al filo de la muerte luego de dar a luz. Es de su padre de quien Roxana hereda la devoción. Acudía a las procesiones desde muy niña y se enroló en la hermandad cuando sintió que su fervor era desbordante.

Los terremotos que le tocó vivir la sorprendieron siempre en esta quinta. El 31 de mayo de 1970, ella de 11 años, sintió que las paredes se agitaban como un abanico y vio la tierra “zarandearse como agua hirviendo” en una cacerola. Ese recuerdo la espantó 37 años después, cuando todo tembló de nuevo. En el terremoto del 15 de agosto del 2007 –que causó la muerte de 595 personas en Pisco y ocasionó un gran susto en Lima– cargó en brazos a los niños para salir disparada a la calle, donde se encomendó a Dios. Cuando el piso ya no se sacudía, ella reparó en que algunas paredes de la quinta se habían agrietado, pero en su casa ni los cuadros se movieron.

Señor de los Milagros: devoción y alto riesgo en Barrios Altos
Señor de los Milagros: devoción y alto riesgo en Barrios Altos

“Si Barrios Altos se salva de un terremoto, es gracias al Señor, no hay otra explicación. Y si no, es porque Él así lo decidió”, dice Roxana, una de los tantos devotos que viven entre paredes al borde del colapso y que encomiendan su destino al Cristo Moreno. Precisamente, esta veneración empezó hace tres siglos, cuando un terremoto derrumbó medio Lima, pero no la imagen pintada en un muro de adobe en el antiguo barrio de Pachacamilla.

—Memorias de fe y temblores—
La imagen original del Señor de los Milagros la pintó un esclavo negro de la casta Angola, cuenta la historia. Un antiguo documento del Monasterio de Las Nazarenas acredita que en 1651 el Cristo ya había sido pintado sobre una pared de adobe. Comenzó a ser venerado luego del terremoto de 1655 al quedar intacto pese a los estragos en la Lima colonial, de quintas y solares. Los viernes por las noches, los esclavos negros se reunían para entonar plegarias alrededor de la imagen, alumbrados por llamas de cera y con un ambiente perfumado por sahumerios.

Ciertos excesos en aquellas reuniones fueron vistos con malos ojos por las autoridades eclesiásticas, que ordenaron borrar la imagen. Tres hombres encargados de hacerlo, entre ellos un pintor y un soldado real, desistieron al sentir extraños temblores y escalofríos. Incluso uno vio que el Cristo embellecía y que su corona se iluminaba de color verde. Eso llevó a que el virrey Conde de Lemos autorizara la tradición. El 14 de setiembre de 1671, se ofició la primera misa al Señor de los Milagros.

—Siglos de abandono—
El terremoto del 70 sorprendió a don Guillermo Castro viendo una película de acción en el antiguo cine Continental, que funcionaba frente a la iglesia Las Mercedarias, en Barrios Altos. Abandonó la sala, corrió dos cuadras hacia su casa y encontró a su madre de rodillas en la calle. Su casa en una quinta sin nombre del jirón Manuel Pardo es la única de cemento. Las otras del callejón son aún de quincha y adobe. Él carga en andas al Cristo Moreno desde hace 40 años y es tan devoto como su madre. Aunque cree en las facultades milagrosas del patrón de Lima, piensa que un terremoto como el que sacudió a México hace 18 días haría desaparecer Barrios Altos. “Estamos en una zona peligrosa y se puede dar en cualquier momento. Eso ya no es culpa del Señor”, dice.

A una cuadra de distancia, en la quinta San Martín de Porres, Cecilia Frías, cantora de la hermandad desde hace 25 años, cree que Lima seguirá resistiendo por gracia divina. “El Señor te protege en todo momento”.

Barrios Altos es, ciertamente, un lugar que se mantiene en pie de milagro. Entre 60 y 65 predios están registrados como fincas ruinosas que no necesitaron un temblor para desplomarse, cuenta el gerente de Defensa Civil de la Municipalidad de Lima, Mario Casaretto. Tres casonas se derrumbaron el último lunes en los jirones Callao, Ica y Paruro. Tres en un día.

“El suelo es bueno, el problema es que las casas de quincha de más de 100 años se están desmoronando. Pensamos que no soportarán un terremoto más”, afirma el director del Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (Cismid), Miguel Estrada.

La Hermandad del Señor de los Milagros calcula que el 65% de sus 5.000 miembros vive en la zona histórica del Cercado y muchos habitan en quintas y casonas. Manuel Orrillo, mayordomo de esta hermandad, está seguro de que la imagen del Cristo de Pachacamilla, expuesta en el altar de la iglesia de Las Nazarenas, seguirá soportando temblores. ¿Lo mismo pasará con Barrios Altos?

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