Andrea Luna vivió su adolescencia en los afiches publicitarios del Perú. Su largo cabello negro, su figura tonificada, los bikinis y una eterna sonrisa la convirtieron en una ‘sex symbol’ cuando apenas alcanzaba los 19 años de edad. No era un título que la mortificara; en cambio, sus preocupaciones se centraban en mostrarse linda ante cámaras, ir al gimnasio y sacar adelante su carrera profesional: Periodismo.
Pero su visión y sus planes cambiaron el día que asistió a un taller de teatro impartido por Bruno Odar. “En ese tiempo quería mostrar. Me gustaba la ropa pegada, pero era solo porque no entendía que podía darle otra forma a los personajes, eso lo aprendí estudiando, con el tiempo”, comenta la actriz en entrevista con El Comercio.
No sería fácil deshacerse de la imagen sexualizada que el público tenía acerca de ella. Sin embargo, el experimentado actor dio el primer paso para dirigirla hacia su nuevo camino al escogerla como protagonista de la obra “Romeo y Julieta” (2013). A partir de ese momento no hubo retorno. Tanto en las tablas, televisión o el cine, la actriz ha conseguido un lugar privilegiado y respetado que ya no depende del tipo de vestimenta que escoja.
En la reciente conversación que mantuvimos a propósito de su participación en la obra “Diablo”, Luna nos cuenta acerca del difícil trayecto que recorrió para hallar su identidad más allá de su imagen como modelo, su experiencia durante su tormentosa relación junto a Pietro Sibille, el escrutinio que vivió en las redes sociales tras denunciarlo por violencia, y más.
— Durante tu adolescencia, ¿te sentías cómoda ante la imagen que proyectabas en pantalla?
En esos tiempos no me daba cuenta, era muy chica. Ahora yo no lo permitiría de ninguna manera. En aquel momento los comerciales sexualizaban mucho a la mujer. Y bueno, yo era una chica que quería salir [en cámaras]. No me daba cuenta de la magnitud de lo que hacía o cómo repercutiría en mi carrera luego. Ahora veo mis comerciales o fotos en bikinis y digo “¡Dios!”. Me volví un “sex symbol” a los 19 años, cuando ni siquiera sabía qué quería.
"En aquel momento los comerciales sexualizaban mucho a la mujer. Yo era una chica que quería salir en cámaras y no me daba cuenta cómo repercutiría en mi carrera luego"
— ¿Crees que los productores tuvieron parte de la responsabilidad?
Sí, claro. Pero uno de mis sueños era ser modelo, así que, aunque mi mamá siempre estaba acompañándome, yo igual persistí. Entonces en esta etapa de adolescente, modelando y trabajando en América Kids, gané dinero haciendo lo que me hacía sentir feliz porque me pagaban bien. Si se acabó fue porque yo tomé la decisión. Cuando empecé a incursionar en el teatro, ya no quería eso para mí.
— ¿Cómo fue esta transición? Porque incluso exploraste tu sensualidad en el teatro, como en “El hombre del subsuelo” (2014, 2015), obra en la que interpretas a una mujer prostituta.
Esa obra fue después de “Romeo y Julieta” (2013), entonces ya me habían visto en una faceta diferente. Sí, fue difícil salir del modelaje y que vean en mí algo más que una carita y un cuerpo bonito. Sentía que, porque me vieron en lencería, algunos no creían que yo podía hacer otros personajes y fue un reto romper con ese estereotipo. Pero si la sensualidad que yo podía ofrecer iba a aportar a la historia, lo aceptaba.
"No quiero embarazarme y no creo que quiera más adelante".
— Es en esta etapa, a los 22 años, es cuando conoces a Pietro Sibille. Mirándolo en retrospectiva, ¿fue perjudicial llevar una relación con una diferencia de edad de 15 años?
Siento que me encerré en otro mundo. Me quitaron de mi comodidad y mi círculo de amigos para trasladarme a una burbuja, donde aprendí mucho, pero estaba aislada. Creo que me cortó una etapa. No salía ni tenía amigos, estaba sola. Ahora he descubierto que no es así, que tengo a mis amigos y a mis papás. Pero en ese momento miraba terca a solo una persona creyendo que él era maravilloso. Era mi mundo.
— ¿Cómo te sentiste cuando Sibille compartía declaraciones negativas sobre ti en sus redes sociales?
Yo estaba muy confundida y triste. No quería salir de mi casa porque me estaba cuidando de la gente. Si bien había muchas personas se había sentido identificadas con mi historia, existían otras que expresaban ira contra la mujer. Me llamaba la ‘desgraciada’ o la ‘maldita’, y no era para nada así. Nadie sabe lo que una persona vive tras cuatro paredes. Pero sí, me sentí mal, y la sensación duró meses. Incluso cuando empecé otra relación, tenía pesadillas donde él me hacía daño. Tuve apoyo psicológico por esa razón, y también el soporte de mis papás y mis amigos. Viajé para recuperarme.
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— ¿Quedaron rezagos a dos años de todo el revuelo que se generó?
Sí. Sentí por un momento que la gente no quería trabajar conmigo. Algunos me dieron su apoyo, y lo agradezco porque pude continuar. Pero hay personas que son muy machistas y le echan la culpa a la mujer por más que no la tenga.
— Si bien parte de las mujeres y la comunidad feminista te brindaron apoyo, también se te cuestionó por aparecer en un video muy cercana a Andrés Wiese, quien era investigado por acoso sexual en aquel momento [nota del editor: la investigación se archivó en 2022].
Sí, pero no fue nada planeado. Era mi amigo. Solo que, en su mentalidad machista y cerrada, no pudieron concebir que una mujer se bese con un chico en una discoteca y ya está. Pasa demasiado que las personas se besan [sin existir una relación formal], pero a una persona pública no se lo permiten. Yo nunca tuve nada con él, nunca sucedió más. Y sí, las mujeres besan.
— Regresemos a tu trabajo. Ahora vuelves a interpretar a una trabajadora sexual en el “Diablo”.
Sí, estoy feliz porque estoy haciendo un personaje completamente diferente. Los acontecimientos de “Diablo” suceden en el sigo XX, en Rusia. Esta es una obra rusa contemporánea al “El hombre del subsuelo”. En realidad, es un cuento adaptado y la trama gira en torno a la culpa que siente Yevgueni Irténiev (Sebastián Stimmnan), un joven educado de clase alta, por desear a mi personaje, una mujer campesina y prostituta con la que no puede relacionarse.
— Crees que la mujer es el “Diablo”?
Yo diría que no. El diablo está en su cabeza. A él lo que le pasa es que siente tanta culpa por la lujuria que ella le provoca que al final la sataniza.
— Según lo que me comentaste, también experimentaste esa lujuria sobre tu imagen. ¿Sentiste en algún momento que no tomaban tu trabajo en serio por ese motivo?
Al inicio tuve ese presentimiento. Pero luego me di cuenta de las oportunidades que me ofrecían y los personajes que me daban. Hice de mamá e incluso ahora hice una aparición en “Luz de Luna” vestida como monja. Es una locura.
— Al ver que tu imagen se imprimía en calendarios, afiches, etc. ¿Sentías también presión por tu cuerpo?
Sí, ahora me siento medio obsesionada con mi peso. Estoy trabajando en eso. Yo entiendo que el cuerpo cambia y he visto mi evolución en mis fotos. Antes pesaba menos, llegué a pesar 47 kilos y se me veía lánguida. Ahora peso 52 kilos y me veo bien en fotos y televisión. Quiero cuidar mi cuerpo porque me hace sentir bien. Por ese tema no quiero embarazarme y no creo que quiera más adelante.
— ¿Hay alguna razón en especial?
Son muy lindos… pero no podría. Tener un hijo es dedicarte a otra persona y no quiero que nadie dependa de mí. Prefiero dedicarme a mí, prefiero que mis bebés sean mi carrera, mi empresa y mi perrito. Quiero viajar más y no podría si tengo una familia.
— Recientemente grabaste “Un retiro para enamorarse”, una película co-producida en España, ¿está en tus planes trabajar en el exterior?
Sí, en enero también fui a trabajar a México en un proyecto y regreso en agosto. Mi idea es estar donde haya trabajo. Si se me abren las puertas, quisiera realizar personajes que me reten, difíciles y que me hagan crecer como actriz.
Lugar: Teatro Ricardo Blume: Jirón Huiracocha 2160, Jesús María.
Temporada: viernes, sábado y lunes, 8 pm. Domingos, 7 pm.
Entradas: 55 y 35 soles.