El cineasta peruano Rómulo Sulca, conocido por su trabajo en “Teloneras” (2019), dio un paso significativo para incursionar en el cine de ficción con “Érase una vez en los Andes”, una historia situada en el tumultuoso contexto de la Guerra del Pacífico (1879-1884), entrelazando las vidas de personajes cuyas historias se mezclaron de forma improbable. El relato sigue a Margarita (Maribel Baldeón), una campesina cuya valentía y determinación se ponen a prueba cuando decide arriesgar su propia seguridad para proteger a Lautaro (Juan Cano), un soldado chileno malherido tras una batalla en los Andes.
Aunque “Érase una vez en los Andes”, realizada con financiamiento del Ministerio de Cultura, tuvo su primera proyección en el 54.º Festival Internacional de la India en 2023, el relato audiovisual llegó a los cines comerciales peruanos el 5 de septiembre, con presentaciones en Lima, Arequipa, Ayacucho, Huancayo, Cusco y Tacna. Basada en el libro “La guerra de la Cruz del Sur” de Alberto Chavarría Muñoz y en la tragedia personal de su madre, el filme es una muestra del potencial del cine regional, que Rómulo Sulca, de 35 años, asegura que “seguirá avanzando”.
En entrevista con El Comercio, Sulca compartió los secretos detrás de su debut en la ficción, tras una exitosa carrera en el cine documental.
— ¿Consideras que “Érase una vez en los Andes” es una película de amor?
Yo creo que todas las películas tienen un poco y mucho de todo. Depende de quién lo vea y cómo quiera verlo. Entonces yo creo que sí se puede ver una película de amor, pero no solo amor de pareja; también de amor de un hijo hacia su madre, a su cultura, sus raíces, su lengua materna, de alguien que ama los andes.
— ¿Qué mensaje quisieras que los espectadores puedan entender de tu película?
Uno de los mensajes primordiales es que, como andinos, quechua-hablantes y descendientes de los chancas, chocas y pocras, tenemos una manera única de representarnos, muy distinta a cómo nos retratan desde las ciudades. Por ejemplo, alguien me comentó: “¿Por qué siempre se retrata al hombre andino como un salvaje, como alguien que golpea a su esposa? Nosotros no somos así. ¿Por qué se insiste en mostrar a las mujeres que migran a la capital como si solo sufrieran, lloraran y se retorcieran de dolor? Creo que no somos solo eso”. Entiendo que desde la capital o el extranjero se recurra al exotismo y a la ‘pornomiseria’ para proyectar esas imágenes, pero nosotros también tenemos nuestra propia visión, una en la que nos representamos con respeto y transmitimos nuestra forma de ver el mundo hacia afuera.
— Dado que el equipo de trabajo incluía profesionales de los países involucrados en la Guerra del Pacífico, ¿cómo fue esa experiencia? ¿hubo alguna tensión o conflicto?
No somos solo de Chile, Bolivia o Perú. También somos de Italia, de Paraguay, y hay una actriz peruana que reside en México. Además, todo el equipo técnico está compuesto por mujeres: la directora de fotografía, la sonidista, la productora, la directora de arte. Como peruanos, hemos crecido con cierta xenofobia, con ese prejuicio de que los chilenos nos van a quitar algo o nos van a robar. Tuve una educación en los Andes donde mis profesores de Historia nos enseñaban a desconfiar de los chilenos. Son cosas que uno aprende, no es algo que uno inventa.
— La Guerra del Pacífico es un tema que genera apasionamientos en Perú. Por eso, Rómulo, ¿has abordado algún tabú nacional relacionado con la guerra en tu película?
Siempre hay aspectos interesantes cuando se trata de temas tan apasionantes como la Guerra del Pacífico. En cuanto a los tabúes, no lo considero exactamente así, pero hay que entender que, en cualquier guerra, siempre existe una conexión filial, ya sea forzada o natural. En el caso de Perú, por ejemplo, en Huancayo y Chupaca, se menciona a veces que los habitantes de Chupaca tienen “sangre azul”, una referencia histórica a la nobleza francesa que evitaba el sol, resultando que su piel esté blanca, notándose las arterias de color azul. Sin embargo, en este contexto, se usa para aludir a la supuesta ascendencia chilena de algunos chupaquinos. En el Valle de Mantaro se encuentran apellidos como “Chileno”, y en Huancayo “Soldado”. […] También se ha sostenido que las guerras, tanto de la independencia del Perú como la guerra con Chile, no han contado con el apoyo de los indígenas y los cholos, como quieran llamarnos. Sin embargo, esto es completamente falso. Los pueblos andinos fueron los verdaderos protagonistas de la batalla, la “carne de cañón”, como se demuestra en la batalla de las Pampas de la Quinua. El problema radica en que el hombre andino no ha tenido un canal adecuado para comunicarse y aún enfrenta el problema del centralismo, que impide establecer un vínculo efectivo.
Los retos e influencias detrás de “Érase una vez en los Andes”
— Rómulo, ¿qué dificultades enfrentaste al grabar tu película a más de 4 000 metros sobre el nivel del mar?
Cuando grabamos la película en junio y julio de 2021, estábamos en plena pandemia con estrictas limitaciones de horario para transitar y cierres de establecimientos. Uno de los mayores desafíos fue el transporte de armamento de réplica. Mi productor me advertía que, si nos encontraban con esas armas, nos podrían encarcelar. Teníamos tres armamentos de colección de la guerra con Chile que conseguimos de diversas maneras, y estábamos preocupados por la posibilidad de que nos fueran confiscados. Felizmente, no hubo problemas durante el transporte. Grabar a más de 4500 metros sobre el nivel del mar presentó dificultades adicionales. La presión atmosférica a esa altitud afecta a todos, incluso a quienes están acostumbrados a vivir en alturas. Recientemente, cuando subí al Huaytapallana, experimenté de repente un agotamiento extremo. El clima en la alta montaña era extremadamente variable. En algunos días, hacía un calor agobiante bajo el sol, mientras que en otros el frío era intenso cuando las nubes cubrían el cielo. A menudo, teníamos que ponernos y quitarnos las capas de ropa debido a estos cambios extremos de temperatura. Al final del rodaje, todos teníamos la piel quemada por el sol en secciones, una parte clara y otra más oscura. Además, la grabación se realizaba en áreas sin acceso a telefonía móvil o Internet. Si olvidábamos una batería, teníamos que descender para recuperarla, lo que interrumpía el proceso de filmación.
— Mencionaste que te inspiraste en “La guerra de la Cruz del Sur” de Alberto Echevarría y en un cuento de Ribeyro, “Los moribundos”. ¿Cómo influyeron estos textos en la creación de la película?
“Los moribundos” no lo hemos tocado para adaptar la película. El cuento habla sobre el antibelicismo, por eso lo vi como una referencia. En cuanto a Alberto Echevarría Muñoz Smith, quien fue mi profesor en la universidad, un día nos comentó que estaba presentando su libro. Un amigo me pasó el cuento y me gustó mucho. Me pareció que ofrecía un enfoque nuevo y un replanteamiento de muchos temas tabú en el Valle. Fue a partir de ahí que comenzamos a desarrollar el guion, integrando elementos del cuento y otras influencias. […] En el caso de Echevarría, el cuento abordaba temas relacionados con Chile y su naufragio. Así que, mientras reducíamos algunas partes, ampliamos otras para completar el proyecto.
Rómulo Sulca: “Mi madre fue la inspiración para hacer esta película”
— Rómulo, además de los libros que mencionaste, ¿tuviste otras fuentes de inspiración para crear la película?
Sí, mi madre fue una gran inspiración. Imagínate estar en un país como el nuestro, donde, simplemente por tu apariencia, por ser cholo, ya existe una preconcepción sobre ti. Eso siempre lo he vivido. Incluso experimenté discriminación en el Ministerio de Cultura. Te lo juro, he entrado y salido, y me decían: “Oye, te vamos a revisar la mochila”. Imagínate que te digan eso en el mismo ministerio. Con todas esas cosas a cuestas, querer hacer una película no es fácil, y seguir tocando puertas aquí y en el extranjero fue un reto. Lo que me dio fuerza para aguantar y concretar el proyecto fue mi madre. Cuando ya tenía el guion, necesitaba algo que me diera resistencia, y ahí pensé en ella. Mi madre murió muy joven, a los 22 años; falleció envenenada, era analfabeta y quechuahablante. Entonces, decidí que esta película sería un homenaje a ella. Cuando elegimos a Maribel Baldeón (Margarita en la ficción), siempre le digo que ella tiene algo que me recuerda a mi madre, y por eso fue especial buscarla durante el casting. Creo que, sin la influencia de mi madre, no habría logrado esto.
— Rómulo, he notado en todas las entrevistas que siempre mencionas a tus padres, y que tus experiencias personales parecen ser una fuente importante de inspiración para tus películas. ¿Hasta qué punto consideras que tus películas son autorreferenciales?
Cuando era profesor, solía decirles a mis estudiantes que, si no podían leer como Borges y escribir a partir de eso, lo que debían hacer era viajar, conocer, perderse y volverse a encontrar. En mi caso, no soy un erudito, pero para plasmar lo que hice en pantalla, recurrí a mis experiencias personales y familiares. A pesar de que uno trate de alejarse, siempre está cerca de sus raíces. En mi caso, mis padres juegan un papel importante. Mi padre sigue siendo un campesino en Ayahuanco, en los Andes, trabajando la tierra y criando animales. Esto me ha dado una perspectiva única.
El impacto de Óscar Catacora en el guion de “Érase una vez en los Andes”
— Rómulo, con relación a los cineastas, en una entrevista para otro medio comentaste que el fallecido Óscar Catacora revisó la primera edición de tu guion. Catacora nos dejó en octubre de 2021 ¿Cómo percibiste tú ese encuentro y qué aspectos destacarías de esa experiencia?
La honestidad y la sinceridad de Óscar eran notables. Recuerdo que cuando vio el proyecto, me dijo que necesitábamos hablar de inmediato. Estábamos en Cajamarca en ese momento, y él quería leerlo de nuevo porque le parecía interesante. Cuando nos reunimos, Óscar fue directo y sin rodeos. Me dijo que, si quería conseguir fondos, necesitaba hacer algunos ajustes. Me sugirió que la película tenía un enfoque demasiado independiente y lineal, y que, para obtener financiamiento, debía incorporar ciertos elementos. Su franqueza en ese sentido fue algo que valoro mucho, ya que, en un entorno como el nuestro, es raro encontrar esa clase de sinceridad. Óscar me dijo: “A tu guion le falta drama”. A pesar de sus críticas, siempre lo hizo con una intención constructiva. Recuerdo que antes de su fallecimiento, me escribió para preguntarme con qué cámara había grabado la película, ya que él estaba buscando equipos para su próximo proyecto, “Yana-Wara”. Además, para proyectar “Wiñaypacha” en Sarhua, le pedí a Óscar que me proporcionara su película, y él lo hizo sin dudar. Siempre hubo una buena onda entre nosotros, y compartíamos muchas ideas y puntos de vista.
— Cuando ocurrió su fallecimiento, ¿cómo reaccionaste?
Me enteré de su fallecimiento en la noche. Había estado trabajando durante el día y, me parece que la noticia se había publicado por la tarde. Desperté alrededor de medianoche, prendí el celular y vi la noticia. No podía creerlo; pensaba que era una broma de mal gusto, ya que Óscar era joven y tenía muchos proyectos en marcha. Recuerdo que cuando lo conocí, estaba muy entusiasmado con varios proyectos y me hablaba de sus planes. Estaba muy contento, especialmente por el éxito de “Wiñaypacha”. Tras confirmar su muerte, sentí un profundo silencio. Fue difícil asumir una pérdida así. Con el tiempo, fui procesándolo, pero fue algo doloroso y complicado para mí.
— Mencionaste que estás trabajando en un documental sobre un tío que fue desaparecido, ¿podrías comentarme sobre tu proyecto?
Estoy trabajando en un documental titulado “Fortunato”, sobre un tío cercano, Fortunato Sulca Méndez, hermano de mi padre, quien desapareció en 1987. Hasta la fecha, no se han encontrado sus restos ni se sabe su ubicación. En 2007, veinte años después, su hijo, Frank Sulca Quispe, desapareció bajo circunstancias similares. Hay versiones contradictorias sobre si fueron senderistas o militares los responsables. Este tema me interesa profundamente, ya que he vivido con esta ausencia desde mi nacimiento. Para mí, siempre ha sido importante recordar a mi tío y al resto de la familia afectada. El otro proyecto en el que estoy trabajando es una película de ficción llamada “Ayahuanco”. Este proyecto es un viaje personal que explora temas como la violencia, las esterilizaciones forzadas y las violaciones contra mujeres campesinas. El guion está en desarrollo y planeo rodar parte de la película en Italia, buscando financiamiento allí. He colaborado con Sara Brusciano, mi directora de fotografía, y la película culminará en la selva.
Según el Ministerio de Cultura, en 2019, "Érase una vez en los Andes" recibió un estímulo económico de S/ 500 mil para proyectos de largometraje de ficción exclusivo para regiones del país, otorgado por un jurado compuesto por Rosamaria Álvarez Gil, Omar Forero y Fabiola Figueroa. Posteriormente, en 2024, la película también obtuvo un apoyo adicional de S/ 100 mil para su distribución cinematográfica.
Margarita, una pastora andina, encuentra agonizando a Lautaro, un soldado chileno que huyó del campo de batalla en plena guerra del Pacífico. Ella decide llevarlo a su casa y cuidarlo. Su padre enterado accede a ocultar al enemigo, poniendo en riesgo a su familia, con la condición de que se vaya cuando se recupere. A pesar de sus diferencias lingüísticas y culturales, la pastora y el soldado se irán conociendo profundamente.