Miguel Villegas

Aunque sus piernas ya no corran como antes ni construyan gambetas que también podían ser descritas como hazañas circenses, su velocidad mental sigue siendo una Fórmula Uno con garantía de reloj suizo. Es Lionel Messi, que todavía parece jugar con esmoquin como hace casi tres décadas, cuando con ocho años pisó Lima por primera vez, también en un caluroso verano para disputar un torneo infantil en el populoso distrito del Callao.