Con los cines cerrados, como el Pacífico de Miraflores, donde posa para esta foto, la cineasta peruana Melina León optó por trasladar su película a la plataforma Netflix. (Foto: Alessandro Currarino)
Con los cines cerrados, como el Pacífico de Miraflores, donde posa para esta foto, la cineasta peruana Melina León optó por trasladar su película a la plataforma Netflix. (Foto: Alessandro Currarino)
/ ALESSANDRO CURRARINO

Fue en el 2019 que tuvo su primera proyección en el Perú. Ocurrió en el marco del Festival de Cine de Lima, ante los pocos cientos de personas que tuvieron la suerte de conseguir boletos para las únicas cuatro funciones programadas. La expectativa era alta, luego de su debut mundial en el prestigioso Festival de Cannes meses antes. Por esas fechas, la cineasta peruana Melina León le contaba a El Comercio su entusiasmo por el recorrido que tendría su ópera prima por otros festivales internacionales, y por el inminente estreno comercial en salas nacionales, previsto para abril del 2020. Por supuesto, nadie podía augurar por ese entonces, hace año y medio, que la pandemia trastocaría los planes de millones de personas alrededor del mundo.

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Fue por el COVID-19 que el estreno de “Canción sin nombre” en el Perú nunca ocurrió. O por lo menos no ocurrió de manera tradicional, pues en pocos días se convertirá en el primer filme peruano que va directo al streaming: será este viernes 15 de enero, a través de Netflix, que podremos ver la poderosa historia de Georgina (Pamela Mendoza), una joven a la que le arrebatan una hija recién nacida, por lo que comienza una desesperada búsqueda con apoyo de un periodista (Tommy Párraga). El relato está ambientado en los años 80 en el Perú y se inspira en un caso real, de los muchos ocurridos en una época marcada por el tráfico de menores.

Sobre el particular e inédito debut de “Canción sin nombre” en Netflix conversamos con Melina León.

La pandemia aceleró el salto de las salas al streaming y ya hay gente que incluso habla del fin de una época, sin vuelta atrás. ¿Estás de acuerdo?

No creo. O no quiero creerlo. A muchos de nosotros nos encanta el cine por toda la experiencia que nos ofrece. Una película como “Canción sin nombre” fue concebida para la sala de cine. Nosotros podríamos haber hecho la posproducción completa en el Perú, pero nos dimos el lujo de hacerla en una sala de posproducción en Madrid y en otra en Río de Janeiro que tiene su propia sala. Es decir, el audio se trabajó en un cine, los foley se crearon mirando una pantalla gigante. Todo lo diseñamos para esa experiencia, para asegurar el control del tamaño en que se va a ver la película, para las condiciones de la oscuridad o por el simple hecho de ir a la sala con otra gente, el contacto indirecto con los desconocidos. Eso es para mí como un ritual, lo más sano que hay. Y por eso mi deseo es que vuelvan los cines, y sí creo que van a volver.

¿Pero has pensado que ahora habrá gente que seguramente verá la película en su teléfono? En todo caso, ¿cómo les pedirías tú que la vean?

Bueno, para empezar, no creo que nadie me haga caso si les pido cómo verla [risas]. Pero si me lo preguntan, pues sí, lo ideal sería verla en las mejores condiciones posibles. Si así lo estiman, si realmente le tienen un cariño al cine, cuiden la experiencia. Porque es muy diferente. La emoción que van a sentir es mucho más intensa si la ven en la pantalla más grande que tengan a mano. Por otro lado, seguramente también habrá cinéfilos que quieran ver algún detalle y podrán retroceder un poco para repetir una escena, o ver la película la cantidad de veces que quieren. Eso es positivo también.

¿Y el estreno en Netflix descarta definitivamente la llegada a las salas?

Lo descarta, sí, porque son las reglas que pone Netflix. Ellos tienen esa política y para nosotros sí es muy triste que compitan así. Pero hay toda una cuestión económica detrás. Ojalá no fuera de esa forma. En todo caso, lo que sí hemos negociado es guardar 22 proyecciones permitidas en todo el país, que reservamos quizá para algún tipo de evento especial, para cuando esta pesadilla de la pandemia acabe, y por el placer de sentarnos en una sala y ver la película en las mejores condiciones y con el público. La idea sería hacerlo en salas grandes para que asista la mayor cantidad de gente posible.

Pamela Mendoza Arpi (como Georgina) y Tommy Párraga (como Pedro) protagonizan “Canción sin nombre”.
Pamela Mendoza Arpi (como Georgina) y Tommy Párraga (como Pedro) protagonizan “Canción sin nombre”.

Warner ha anunciado que sus más grandes estrenos de este año irán a las salas y en paralelo al streaming. Y ya varios cineastas han mostrado su rechazo.

Yo también pienso que las películas deben ir primero a las salas. Pero, en todo caso, es preferible que haya salas y streaming, a que solo haya estrenos directo al streaming. Ese sí sería el cuadro más terrible, con el cual estoy totalmente en desacuerdo. Pasa como en la pintura. No es lo mismo ver una obra original a mirarla en un libro impreso. Pero si no tenemos la posibilidad de viajar para visitar un museo y ver un Picasso o un Van Gogh, podríamos tenerlos en libros. En el cine ocurre lo mismo. Por eso es importante la jerarquía: va primero acá, en la sala, porque así fue concebida la película. Y luego podemos ir con las copias en las plataformas, para el que no pudo verla, el que no tuvo la posibilidad. Porque también hay que pensar en eso: tantas ciudades del mundo sin salas de cine, ¿y por eso van a dejar de ver películas? Sería una tontería. En ese caso, ¡que viva el streaming!

Y ya no hablando de distribución, sino de rodaje. ¿Crees que pueda asegurarse una calidad óptima teniendo un rodaje con protocolos estrictos?

A ver, no me he puesto a meditar mucho sobre eso porque no pensaba ponerme a filmar nada pronto. Pero supongo que se va a necesitar tener el dinero, toda una inversión, empezando por la necesidad de hacer pruebas constantes, sobre todo a los actores, para que puedan sacarse las máscaras y rodar escenas cerca. Todo eso es un costo. Pero al margen del presupuesto, no creo que nos afecte. Al contrario, creo que puede surgir un sentido de grupo y de solidaridad muy fuerte. Para promocionar “Canción sin nombre” surgió un compañerismo muy fuerte. Cuando nos cancelaron el estreno, las personas que hicieron la campaña nos dijeron que, pese a todo, nos seguirían apoyando en los siguientes meses, a pesar de que no teníamos el presupuesto. Y así se han mantenido trabajando. Imagino que muestras de ese compañerismo también se podrán ver en los rodajes.

La cineasta Melina León (al centro) junto a los protagonistas de su ópera prima, que tuvo su estreno absoluto en Cannes, el 2019. (Foto: Alessandro Currarino)
La cineasta Melina León (al centro) junto a los protagonistas de su ópera prima, que tuvo su estreno absoluto en Cannes, el 2019. (Foto: Alessandro Currarino)
/ ALESSANDRO CURRARINO

Imagino que en el Perú es muy difícil hablar de planes para una nueva película, ¿no? ¿Hay que tomarse mucho tiempo entre un trabajo y otro?

Sí, pues, porque no sabes cuándo podrás ganar el concurso de DAFO, que es el presupuesto más importante, algo así como la primera piedra. Es verdad también que con el éxito de “Canción sin nombre” tengo más opciones de coproducción; se nos ha acercado mucha gente de otros países interesada en lo próximo que vamos a hacer, lo cual nos pone en otra situación. Pero hablando concretamente de fondos, siempre dependemos de este tercio o un poco más que te da DAFO para tu película. Ese primer fondo es muy importante.

Aunque prematuro, ¿qué podrías contar de ese siguiente proyecto?

Se llama “San Blas”, por ahora. No es un drama tan duro como “Canción sin nombre”, al contrario, va a ser una exploración del color. Pero sí va a tocar algunos temas difíciles porque es la historia de una niña artesana con epilepsia. Cuando descubre que tiene esta enfermedad, y no sabe qué le va a pasar, comienza una especie de madurez más rápida, un descubrimiento de su cultura andina, de su religiosidad, y un enamoramiento con el arte y la creación.

Por último, quería preguntarte por la ley de cine, ya aprobada hace un año y medio aproximadamente. ¿Te parece positiva, suficiente?

Hace poco presentamos una carta apoyando el trabajo de la DAFO y de su director, Pierre Emile Vandoorne. Yo fui una de las firmantes, más de 100, que agradecíamos estos creo que ocho años que están allí. Estamos muy contentos con su labor, lo vemos como una excepción al descalabro total y terrible que es el Estado Peruano. Para mí, DAFO es un ejemplo inverso de todo lo malo que vivimos, incluso del propio Ministerio de Cultura. Alguna gente nos preguntaba por qué hacer una carta de ese tipo, pero es justamente por lo que te digo: ante tremenda crisis, lo bueno hay que cuidarlo. Lo que haya que cambiar, debe hacerse notar; pero siempre es bueno también expresar lo positivo para que se preserve. No podemos dejar de reconocer que hacen un estupendo trabajo, y la ley de cine forma parte de eso. Vamos a tener más recursos, vamos a poder producir más, sin tener que esperar tantos años para nuestro primer financiamiento. Y por supuesto siempre debemos pensar cómo mejorar. Hay pendientes muy importantes, como la creación de una escuela pública, que sería muy importante. Es verdad que hoy por hoy existe una especie de becas o apoyos de formación, pero lo ideal sería una escuela. Al margen de ello, la ley y DAFO tienen mi total respaldo.

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