Nacido el 5 de diciembre de 1792, Andrés de Santa Cruz tuvo reservadas algunas de las páginas más memorables de la historia de Perú y Bolivia. Sin embargo, tal como ocurrió con otros héroes de la Independencia, el Gran Mariscal de Zepita fue víctima de la ingratitud. Es por ello que quizás algunos solo lo evoquen cuando visitan la calle de Miraflores que lleva su nombre.
En un acto de justicia que trasciende lo simbólico, el Instituto de Estudios Peruanos y el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú hicieron posible la publicación de “Andrés de Santa Cruz, caudillo de los Andes”, libro lanzado originalmente en inglés por el sello editorial de la Universidad de Cambridge en 2011.
Esta biografía escrita por la doctora en historia Natalia Sobrevilla Perea es de fácil lectura para cualquier público. A través de sus 270 páginas permite conocer detalles fascinantes del militar y diplomático que vivió un amor intenso hacia Perú y Bolivia, territorios que defendió, administró y representó hasta su muerte.
Conversamos con la autora del libro que ya está a la venta en las principales librerías de Lima.
-Andrés de Santa Cruz se sentía peruano a pesar de haber nacido en Bolivia. Se trata de un personaje con una historia fascinante que, sin embargo, no ha sido investigada lo suficiente. ¿Qué carencias o vacíos encontró usted en la historiografía relacionada a este hombre?
Era un tema que ni siquiera los especialistas habían trabajado demasiado. Y justamente, como digo en la introducción del libro, parte del problema de Santa Cruz es que resulta incómodo tanto en el Perú como en Bolivia. Y tú has dicho que él se sentía peruano a pesar de ser boliviano, pero él nace en un momento en el que ni Perú ni Bolivia son realmente tales sino parte de una monarquía hispánica. Entonces, como que los países le crecen alrededor y tiene que aprender a ser boliviano y dejar de ser peruano. Esa fue una de las cosas que me interesó más: esta fluida identidad.
-Claro, una especie de conflicto latente entre el ser peruano o boliviano. ¿Cree que eso terminó marcando a Santa Cruz como caudillo y gran personaje de nuestra historia?
Sí, claro. Además, él se hizo boliviano porque sus enemigos políticos –principalmente Gamarra—le hacen imposible ser peruano. Lo tachan de boliviano. “Usted nació en La Paz y es de Bolivia”. Por más de que si vemos el tema de las leyes de nacionalidad, el papá de Santa Cruz nació en Huamanga, por lo que hoy en día sería peruano. Ese tipo de acusación que le hacen sus enemigos se convierte en un tema político que él ya no puede manejar.
- Un término muy repetido en el libro es el de los caudillos, que no deben considerarse a todos de la misma forma. ¿Cuál es la diferencia esencial entre los caudillos estudiados?
Lo que encuentro es que la teoría más manejada acerca de los caudillos está basada en la ideas que presentó Domingo Faustino Sarmiento en su novela “Facundo” -- que fue escrita en oposición a Juan Manuel de Rosas -- donde él presenta la idea de que el caudillo es un gaucho, un tipo a caballo, o un hacendado que tiene una serie de peones que dependen de él, (a los que) les pone un uniforme, les da armas y salen a conquistar el poder. Los caudillos que yo veo (de los andes) vienen de la milicia, son soldados, tienen una institucionalización. No es una institución moderna como el Ejército actual, pero sí es una que viene de la milicia colonial. Y eso es lo que intento rescatar.
-¿Qué tan trascendental fue la imagen del padre de Andrés de Santa Cruz en su decisión de ser militar?
Muy trascendental. Santa Cruz venía de una casta militar. Su papá fue militar, su abuelo materno luchó contra Túpac Amaru. Es decir, era la rama que le correspondía. Él además logra una posición de alférez –cuando se une a las tropas de Goyoneche para defender a la Corona en contra de las tropas de Buenos Aires—porque su padre tenía conexiones dentro de la milicia colonial.
-Así como fue evidente el amor que Santa Cruz sintió hacia el Perú. ¿Se puede decir que su lealtad fundamental en cuanto a las personas fue hacia Simón Bolívar?
Sí, él era un bolivariano. Creía firmemente en las ideas y el pensamiento de Bolívar, y si uno piensa bien, la Confederación (Peruano-Boliviana) es un plan mínimo de lo que era un plan máximo (la Federación de los Andes). Con la muerte de Bolívar esto fue imposible y Santa Cruz trató de recomponer eso en un plan más pequeño que va a ser confederar al Perú y Bolivia.
-¿Qué tan comunes son los casos de personajes que sirvieron en un inicio a las fuerzas realistas y luego a las independentistas?
Todos los presidentes peruanos desde José de la Riva Agüero hasta Ramón Castilla fueron primero realistas y luego se pasaron al bando independentista. Todos por diversos motivos y en distintos momentos. Por ejemplo, Ramón Castilla se unió muy joven a una milicia en Chile.
-¿Por qué fue más fácil para los grandes hombres del sur manejar las tensiones en la incipiente república que para los limeños representantes de la élite?
Porque los primeros tenían diez años de experiencia de guerra. Ellos habían luchado desde 1809 en adelante, formándose en milicias muy profesionales, con personas como Goyoneche, Tristán, que habían sido entrenados en la Península, que conocían tácticas de guerra. Asimismo, pasaron años en campaña y sabían manejar sus relaciones con las comunidades indígenas con las que tenían que tranzar. A su vez, los caudillos del norte no tenían mucha experiencia. Lo único que, por ejemplo, había hecho Orbegoso era entregar informes o salir de parada los domingos y marchar. No es lo mismo que pasar una década en la guerra.
Año 2007. Evo Morales visitando la calle Santa Cruz en Miraflores con el entonces alcalde Manuel Masías. (Foto: Sebastián Castañeda/El Comercio)
-¿Qué hecho desencadenó que Santa Cruz reaccione y asuma como su primera responsabilidad a su país natal Bolivia?
Políticamente se dio cuenta de que en Perú no podía lograr lo que quería. Y en Bolivia lo llaman, se lo piden una, dos y tres veces. Él estaba de representante en Chile, regresó y lo pensó mucho. Hizo un cálculo político, pensó que en Perú tenía que pelear con mucha gente que tenía ese argumento poderoso contra él (la nacionalidad) y que en Bolivia existía un espacio. Así fue como logró hacer una reorganización estatal muy importante en ese país.
-Casi 200 años después, ¿se puede decir que la Confederación Peruano Boliviana era un proyecto muy utópico?
Hasta cierto punto, pero era también un proyecto con enemigos muy poderosos. Tanto dentro del Perú, en Bolivia y principalmente en Chile.
-¿Cuál fue la principal objeción de Chile hacia la Confederación?
Que exista un país más poblado, más poderoso y más rico al norte suyo.
-El libro deja la impresión de que Santa Cruz tuvo una muy interesante faceta como gobernante. ¿Cuáles eran las características de este personaje como administrador?
Santa Cruz era un hombre muy pragmático y versado en temas de economía. Además sabía cómo trabajar con la gente. Por ejemplo, cuando Bolívar fue a Bolivia quiso reformar el tributo, hacer un censo. Y los indios estuvieron a punto de rebelarse en contrab de ello. Santa Cruz dijo que esa no era una buena idea. Pensó que si había que gobernar a los indios, debía negociarse con ellos. Él fue un francófilo, un admirador de Napoléon, estableció códigos legales en Bolivia. Creó el Estado boliviano de dicho periodo.
-Siempre es muy interesante hablar sobre las mujeres detrás de los grandes personajes de nuestra historia. ¿Qué tanto influyó la esposa de Santa Cruz (Francisca Cernadas) en su trayectoria y éxito?
No pude revisar las cartas personales de la familia entonces el libro no trata mucho el tema privado pero lo que sí es cierto es que a través de su matrimonio con esta huérfana del Cusco, Santa Cruz se emparenta de manera importante con familias de raigambre cusqueña que van a ser sus aliados a través de los años treinta, incluso cuando desaparece en los cuarenta y también en los cincuenta --cuando ya estuvo exiliado en Francia-- esta relación con esta familia cusqueña siguió siendo importante.
-¿Qué consecuencias de la caída de la Confederación Peruano Boliviana cree que se pueden ver en la actualidad?
En el epílogo del libro hablo bastante de la situación de Arica, que sigue siendo el punto neurálgico de las relaciones entre Perú, Bolivia y Chile. Obviamente tras la Guerra del Pacífico todo esto se resignifica. Pero si tú piensas geográficamente, el puerto más lógico para la ciudad de La Paz es el de Arica. Más allá de en qué país esté. La geografía manda que debe ser allí. Pero eso no fue tan sencillo cuando se crearon los países y después de la Guerra del Pacífico el tema se complejizó aún más. Incluso hubo un momento en que Chile vio como solución darle Arica a los bolivianos y que los peruanos se queden con Tacna y fin del problema. Pero los peruanos dijeron ‘de ninguna manera vamos a permitir que territorio nuestro pase a Bolivia’. Es un tema que sigue entrampando la relación entre los países hasta hoy. Cuando se discute el acceso de Bolivia al mar el tema es el corredor terrestre. ¿Quién le dará el espacio? El problema persiste.
-En la última parte del libro aparece la faceta de Santa Cruz como diplomático. Siendo una diplomacia muy incipiente la de entonces, ¿cómo fue su desempeño en dicha área?
Sus funciones fueron acordar tratados, tratar de buscar la representación de los países. Porque lo que había entonces eran intereses comerciales que iban creciendo. Él fue representante en la época del guano, en los cuarenta y cincuenta.
-¿Cuál fue la mayor satisfacción que le dejó investigar tanto sobre Andrés de Santa Cruz?
La oportunidad de pensar las naciones de una manera diferente. Poder pensar que el Perú es hoy lo que es pero no siempre fue así y tratar de entender cómo llegó a ser lo que actualmente es.
-¿Se puede leer este libro como una especie de continuación de otras obras de historia como por ejemplo ‘La rebelión de Túpac Amaru’ de Charles Walker?
Sí, porque este comienza con la gran rebelión, aunque no toca a fondo el tema.
-¿Le parece que hay una especie de ‘boom’ en un importante sector de la sociedad actual por leer sobre la historia que quizás no le quedó clara con lo estudiado en la escuela?
Creo que los historiadores estamos haciendo un esfuerzo por acercarnos a nuestros lectores. Por mucho tiempo la historia que escribieron algunos de nuestros maestros estaba muy dedicada a ser leída por historiadores. Este libro fue escrito para todos. No requiere ningún conocimiento previo, teórico ni metodológico de la historia, porque justamente quiere entrar a un debate y quiere hacer que las personas conozcan este periodo fundacional y que tiene que decirnos mucho sobre el presente.
-¿Qué otros personajes de esta época fundacional pueden ser objeto de muchos más estudios?
Varios. Gamarra mismo, que Charles Walker trabajó hace un tiempo. Castilla, Vivanco, Echenique. Mi próximo trabajo es menos dedicado a una sola persona. Estoy haciendo una historia del Ejército como institución entre 1812 y 1860. Pero el personaje que a mí me fascina es la mariscala Gamarra, de quien escribiré y haré algo para que todos podamos conocer su historia. No será quizás algo tradicional, sino que tal vez tenga que usar elementos de ficción.
Natalia Sobrevilla durante la presentación de su libro en el Instituto de Estudios Peruanos. (Foto: IEP)