Un conjunto de fotografías tomadas en Chimbote a fines de los años 60 por José María Arguedas conforma un viaje central dentro de las posibilidades que presentará, desde el 24 de setiembre, la renovada muestra permanente de la Casa de la Literatura Peruana. Las imágenes retratan, a través de la sensibilidad que caracterizó al escritor, una serie de estampas que van tornándose en la mirada del observador, palpitación, vidas en ebullición, flujo social y cultural. La impresión que tuvo el autor de “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, en aquella ciudad portuaria, fue preparando el caldo de cultivo que más tarde daría a conocer en informes etnográficos: la vida en un paisaje enrarecido por la extracción de aceite, harina de pescado, otras actividades productivas, y la conformación gradual de una urbe de rasgos particulares, hasta cierto punto involutivas, distintas a Lima. Desde allí, Arguedas quiso dar forma a la idea del problema humano en el Perú tanto desde las ciencias sociales como desde la literatura y la poética de su narrativa.
Como mencionan los organizadores de la exposición Intensidad y Altura de la Literatura Peruana, Arguedas es central en el concepto del proyecto, puesto que se toma la imagen de la especie “calandria” –utilizada por el autor en su novela póstuma sobre Chimbote– como símbolo de la muestra: un ave del sur que se menciona de manera recurrente y que es la metáfora del vuelo en el acto de leer. El amauta José María se había reconocido como una calandria más.
IMAGEN Y ALTURA
Kristel Best, investigadora del Área de Educación de la Casa de la Literatura, cuenta que escogieron Intensidad y Altura para el nombre de la exposición por el poema de César Vallejo, para hacer más cercana su obra al público. Además, refiere: “son palabras muy evocativas; el arte cuestiona y el lenguaje poético nos da libertad de interpretación”. Las seis partes que componen la muestra comprenden “nudos” temáticos, en referencia al quipu inca, el trabajo plástico de Jorge Eduardo Eielson, y a la idea de ‘desatar’.
El recorrido se inicia con una instalación fotográfica y sonora en una sala que lleva el nombre de Voces Tejidas y está dedicada a nuestra diversidad lingüística. Los relatos, canciones y poemas interpretados en algunas de las 47 lenguas que existen en nuestro país se acercan al oído. Los retratos de las personas de aquellas culturas acompañan esta experiencia. “Quisimos preguntarnos qué consideramos literatura en un país con tantas lenguas que tienen su propio universo expresivo y simbólico; no solo existe lo escrito”, cuenta Best. Una realidad existente y contemporánea.
La segunda etapa planteada en el guion museográfico está abocada a la reflexión de cómo ingresa la escritura en nuestro mundo simbólico. En Desencuentros, el Deseo de la Voz, indica Best, “se abordan textos coloniales, la ‘Corónica’ de Guamán Poma y los ‘Comentarios reales’ de Garcilaso. También, nos acercamos a la poesía de los años 70, que reescribe la historia colonial y de encuentro de los mundos, como en el caso de Antonio Cisneros y Juan Gonzalo Rose, e incluso las fiestas que reescriben y actualizan, por ejemplo, la captura de Atahualpa”. Más que una visión historicista, la propuesta se enfoca en sugerir una lectura propia al visitante.
CAMINO A LA MODERNIDAD
En Urdimbre y Sutilezas, nos acercamos a la idea de construcción de Estado y nación. El tenor de la pregunta la lleva nuevamente Arguedas: identidad nacional en tensión con la modernidad. “El camino es la pluralidad, no podemos pensar una nación con una mentalidad estática”, explica Best. “Desde el campo literario y cultural se discute qué nación deseamos construir”. El relato en este espacio está representado por la confrontación entre el hispanismo y el indigenismo, el acercamiento a figuras como Clorinda Matto de Turner, Manuel González Prada y José Carlos Mariátegui. La obra de Arguedas aparece aquí como un pensamiento complejo que aglomera esos puntos de vista, y que, además, parte de una experiencia personal intensa. Esta tensión planteada aterriza, luego, en las obras de Manuel Scorza, Antonio Gálvez Ronceros, César Calvo, Gregorio Martínez, quienes ocupan un sitio en la muestra. Asimismo, están presentes las propuestas literarias escritas durante la época de violencia política (1980-2000).
Otro de los nudos, Toda Ciudad Es un Destino, comprende la visión, asimilación e invención de la urbe por parte de nuestros escritores. Las instalaciones inspiradas en obras de Ricardo Palma, Luis Hernández, Julio Ramón Ribeyro y Vargas Llosa, son el tenor. La poesía y el lenguaje como materia y cuerpo, tienen su zona: El Poema Es mi Cuerpo. El título alude a Blanca Varela, pero también aparecen las voces de Eguren, Adán, Westphalen, Moro, Eielson, Belli, Watanabe. Cronología y experiencia. Revelación del mundo. Universo de páginas interminables.