Juan Carlos Fangacio

El primer problema con "Los heraldos negros" tiene que ver con sus fechas. Lo trajo, ya escrito, desde Trujillo a Lima un joven –tenía apenas 26 años– y lo metió a imprenta en 1918, pero el libro no empezó a circular sino hasta un año después. La razón: Vallejo esperó durante meses el prólogo que le había prometido su amigo Abraham Valdelomar, pero este nunca llegó. En vez del texto ausente, colocó una cita bíblica: "Qui potest capere, capiat" ("quien pueda entender, que entienda"). Y en la portada mantuvo el lugar y la fecha: Lima-1918. El primer poemario de nuestro vate mayor salía a la luz hace 100 años para cambiar nuestra tradición literaria para siempre.

No tuvo una gestación fácil, sin embargo. Es famoso el vapuleo que recibieron algunos de sus poemas por parte de Clemente Palma, y durante varias décadas fue considerado un libro menor e irregular dentro de su bibliografía. Ciertamente, no todo en "Los heraldos negros" tiene la intensidad del poema que lleva su nombre. Hay otros pasajes más bien bucólicos, románticos y hogareños, pero en algunas piezas claves se vislumbra el derrotero universal y desgarradoramente humano de su obra: allí están "Los dados eternos", "La cena miserable", "Espergesia" y muchos otros de esos "ocasos que llegan desde Atenas".

De pie: Luis Sánchez Ferrer, Federico Esquerre, Antenor Orrego, Alcides Spelucín y Gonzalo Sáenz Sumarán. Sentados: José Eulogio Garrido, Juvenal Chávarri, Domingo Parra del Riego, César Vallejo, Santiago Martín Lynch y Óscar Imaña. La llamada bohemia trujillana, en 1916.
De pie: Luis Sánchez Ferrer, Federico Esquerre, Antenor Orrego, Alcides Spelucín y Gonzalo Sáenz Sumarán. Sentados: José Eulogio Garrido, Juvenal Chávarri, Domingo Parra del Riego, César Vallejo, Santiago Martín Lynch y Óscar Imaña. La llamada bohemia trujillana, en 1916.

MAÑANA ETERNA
"Todavía se cree que 'Los heraldos negros' es un poemario de menor trascendencia en la obra de Vallejo; sin embargo, como bien ha dicho un crítico como Ricardo González Vigil, su poesía siguió un franco proceso ascendente, y 'Los heraldos...' sería el primer peldaño de ese proceso", señala Jaime Chihuán Gálvez, sociólogo y editor que acaba de presentar dos publicaciones en tributo al primer siglo de este libro.

El primero de ellos es "Los heraldos negros: homenaje en su centenario", que reúne una serie de textos críticos sobre el poeta, a cargo de Marco Martos, Alessandra Tenorio, Omar Aramayo, José Güich y Danilo Sánchez Libón –poeta de Santiago de Chuco, como Vallejo–. Se trata, además, de una publicación rica en material de archivo y fotográfico, como el dossier final: un recorrido por la ruta vallejiana de la época del poemario, que parte desde la casa santiaguina donde creció hasta los lugares en los que se hospedó en Lima, como el Colegio Instituto Nacional, en Barrios Altos, del que fue director.

"Santiago de Chuco es una localidad que respira poesía. En el libro incluimos las placas de las calles, que llevan nombres como Trilce, Paco Yunque o Los Heraldos Negros. El viaje lo hicimos con el sociólogo Arturo Quispe Lázaro, quien afirma que son muy pocos los casos de escritores que hayan logrado enraizarse tanto con su comunidad", explica Chihuán.

"Los heraldos negros: homenaje en su centenario" y "Los heraldos negros" (edición facsimilar)
"Los heraldos negros: homenaje en su centenario" y "Los heraldos negros" (edición facsimilar)

La otra publicación que sirve de homenaje es una bella edición facsimilar del poemario, bastante fiel al volumen original, al punto de conservar incluso sus erratas. Chihuán Gálvez explica el proceso: "La idea era respetar el espíritu del libro y que fuera lo más parecido posible al que el poeta tuvo entre sus manos. Omar Aramayo guarda uno de esos originales y nos sirvió para tratar de hacerlo idéntico. Con un tipo de papel y una cartulina de portada muy parecidos, de acabado rústico. Incluso por eso hemos omitido colocarle el nombre de la editorial o de la imprenta, salvo por una pequeña calcomanía en el interior".

Y aunque pueda parecer que sobre Vallejo ya todo está dicho, publicaciones como esta nos demuestran que en realidad hay un universo que nunca se termina de descubrir. Vale la pena asomarse una y otra vez a él.

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