Aun cuando se formó en el 2012, la banda tuvo que esperar varios años para consolidar una identidad. En la actualidad, el sonido que los define se expresa en canciones de rock con nombres que evocan viajes psicotrópicos y que no tienen inconvenientes en coquetear con el pop y llenarse de texturas y colores como los que muestran en la portada de su primer disco, “I”.
Cementerio Inocentes, nombre que deriva de su interés por la historia del Cimetière des Saints-Innocents de Francia, es una propuesta lo suficientemente interesante como para que "Mute Magazine", revista argentina especializada en música, elija su disco como parte de las doce mejores opciones para escuchar este mes. Además, su canción “Los aviones” hizo que ganaran el Independent Records by Ballantines, concurso que aseguró la grabación de un EP digital y del video de la canción ganadora.
Sin embargo, su composición más lograda no es esa, sino la psicodélica "Un saludo para el carnero". Su osadía no solo se evidencia en el nombre sino en la forma en la que se resuelve la tensión del tema. Desde el inicio se muestra como una canción distinta y, a medida que avanza, presenta cambios melódicos similares a los que se hicieron en varios de sus pares del disco "Cuatro caminos" (2003) de Café Tacvba. "¿Ves que todo se paga en esta vida? Todos hemos hecho mal alguna que otra vez", dice la letra que Ademir Malca, vocalista de la banda, escribió inspirado en una conversación que tuvo con un ladrón dentro de una comisaría.
VUELOS
Cementerio Inocentes tiene un logo bastante particular: un ojo que todo lo ve rodeado de nubes moradas, naranjas y verdes, y de cuyo párpado inferior se desprende una gota de ácido como símbolo de un viaje. Elegante forma para decir que el grupo está en constante desarrollo y vuelo creativo, cuyos resultados se evidencian en nuevas canciones que todavía no han sido grabadas mas sí interpretadas en conciertos.
Pronto se mostrarán como un grupo de pop experimental que da más importancia a otros elementos mientras se aleja de las guitarras psicodélicas y distorsionadas. Estas, si bien no van a desaparecer, están destinadas a integrar su sonido como un matiz secundario.