“Cuando Chacalón canta los cerros bajan” fue la frase que se popularizó en torno a Palacios Quispe, un ídolo de masas. (Archivo Prensmart)
“Cuando Chacalón canta los cerros bajan” fue la frase que se popularizó en torno a Palacios Quispe, un ídolo de masas. (Archivo Prensmart)

A la chicha se la puede definir por su fonética. Es chicha con che de chola, pacharaca, achorada. Y con che de Chacalón, por supuesto. Llegado al mundo como Lorenzo Palacios Quispe hace exactamente 70 años, fue el cantor popular por excelencia, y el más democrático también. Ni enraizado en la música serrana más autóctona, ni entregado a la limeñísima centralidad del criollismo. Fue más bien emblema de lo tropical-andino (esa rara mezcla del calor y de la altura), pero afincado en el llano de la capital y representando a su nueva gente, los migrantes. Costa, sierra y selva en sincretismo bailable. No sorprende que se convirtiera en ídolo de masas.

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