"Carmen" vuelve en fastuosa producción del Gran Teatro Nacional
"Carmen" vuelve en fastuosa producción del Gran Teatro Nacional

Si alguna ópera me rece ser candidata al adjetivo de perfecta, esta es sin la menor duda 'Carmen'. Lo tiene todo: una música bella y expresiva, que traduce adecuadamente, con sentido dramático, las situaciones teatrales que sostiene, permitiendo además el lucimiento de quien se acerque a ella, desde cualquier ángulo, desde el cantante y el director al regista, decorador o responsable del vestuario o de las luces", señalan los críticos Fernando Fraga y Enrique Pérez Adrián en su famosa guía de grabaciones operísticas. Y es una afirmación compartida por los amantes de la ópera en todo el mundo. Pero no siempre fue así. Es más, los inicios de "Carmen" fueron dolorosos para su autor, quien murió sin saber lo famosa que su ópera llegaría a ser.

EL FIN DE UNA ERA
En la noche del 3 de marzo de 1875, Georges Bizet estaba dispuesto a enfrentar al público congregado en la Opéra-Comique de París para ver su más reciente creación. Se trataba de "Carmen", basada en la novela homónima de Prosper Merimée. Con lo que no contaba era que el público se sentiría desconcertado por la música y que los críticos la calificarían casi por unanimidad como un disparate. Es más, de inmediato se pidió que se prohibiera el ingreso a los menores de edad debido a la carga inmoral de la historia. Los empresarios teatrales quisieron detener sus representaciones pero la ópera se mantuvo en cartelera. Bizet, muy afectado por la recepción de su obra, recibió una oferta para representarla en Viena. Aceptó de inmediato, pero la depresión no se detuvo. Al día siguiente de la firma del contrato, un ataque al corazón le  quitó la vida a los 36 años. Era el 3 de junio de 1875.

Tras el estreno en Viena aquel mismo año, "Carmen" recibió un trato diferente. Hasta el momento nadie se había dado cuenta de que la ópera, como expresión artística, estaba en plena transformación, y esta obra así lo evidenciaba. Nacía el verismo, un género más realista y que se desarrollaría con más fuerza en Italia. "Carmen" era parte de ello. No era una composición tradicional. Su heroína era una gitana que vive de acuerdo a sus propias reglas y que repite una y otra vez: "El amor es un ave rebelde".

"Carmen" marcó de esa manera un nuevo comienzo para la lírica. Y a partir de entonces se convirtió en la ópera francesa más famosa de todas, siendo incluida en el repertorio de las principales compañías del mundo. Ahora le toca al Gran Teatro Nacional de Lima abrirle sus puertas. Se trata de una producción del Ministerio de Cultura de la que serán protagonistas, una vez se levante el telón el próximo 20 de mayo, los españoles Nancy Fabiola Herrera y Eduardo Sandoval, como Carmen y don José. Los acompañarán el barítono español Alfredo García, en el papel del torero Escamillo, y la soprano peruana Jacqueline Terry como Micaela. Al maestro canadiense Julian Kuerti le corresponde la conducción musical y el brasileño Walter Neiva es el director de escena.

ENTRE BASTIDORES
A pocos días del estreno de "Carmen", el Gran Teatro Nacional se ha transformado en un escenario en ebullición. Mientras se lleva a cabo un ensayo con todo el elenco, el equipo a cargo de preparar la escenografía se dispone a ensamblar lo que será una estilizada plaza de toros sevillana. Recorro el teatro junto a Pepe Corzo, director de arte de esta producción y diseñador del vestuario. "Hemos puesto atención en la Sevilla de 1850", dice sin ocultar su entusiasmo. "Vamos a replicar la riqueza del color de los gitanos y de la ciudad de aquella época. Pero no de una manera realista, sino más bien estilizada". Y allí está, frente a nuestros ojos, una inacabable colección de vestidos que debe llevar el numeroso elenco de esta producción.

"La ópera es un arte que reúne a todas las demás", señala Javier Súnico, director del Coro Nacional. "Es teatro, canto, danza y mucho más. Es una expresión artística integradora. Y elegimos 'Carmen' porque siempre buscamos títulos que puedan involucrar a la mayor cantidad de artistas nacionales. En esta ocasión se reúnen tres de nuestros elencos". Lo podemos ver en nuestro recorrido: Carmen canta la famosa habanera mientras el nutrido grupo de niños que forman el Coro Nacional Infantil espera para integrarse a la acción. Ningún rincón del teatro es ajeno a este frenesí creativo. "Esta es una 'Carmen' bastante tradicional", nos dirá luego la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera. "Se respeta mucho la historia y se representa en su época".

UNA HEROÍNA DIFERENTE
Sin duda el gran elemento perturbador para el público de 1875 fue Carmen misma. Se trata de un personaje diferente, una mujer que no es una pecadora en busca de redención. Es más bien una mujer libre en todo el sentido de la palabra. Así la concibieron Merimée y Bizet. Por supuesto, pasado el tiempo y tras las luchas por la igualdad de género y los cambios de actitud hacia la mujer en el siglo XX,

"Carmen" reafirmaría su lugar como una obra de arte por derecho propio. "Carmen es una mujer muy actual", nos dice Nancy Fabiola Herrera, una cantante que la ha interpretado en el exigente Metropolitan de Nueva York y otros escenarios del mundo. "Es una mujer que se siente muy bien bajo su piel. Se siente libre de expresarse y de hacer lo que ella quiere. No se somete a la autoridad o a las reglas de nadie. Es tremendamente práctica en el amor. No se enamora de manera romántica, sino que es más apasionada. El amor la hace sentirse viva. Y cuando esa efervescencia se acaba, ese amor deja de ser interesante para ella. No soporta la posesión porque no pertenece a nadie. Y desafía a todo, incluso a la muerte, antes de perder su libertad. No es una mujer infiel, no tiene varios amantes a la vez. Al contrario, y por eso los hombres no la entienden".

Para la cantante, "Carmen" es una obra maestra en todo el sentido del término. Y nos explica por qué cree que sigue siendo uno de los títulos favoritos de la ópera: "Es irresistible. Tiene una música preciosa. Posee mucho color y todos los elementos para atrapar a la audiencia. Refleja esa alegría de la cultura del sur de España. Y su personaje principal causa fascinación. Pero además, el público se puede identificar con cualquiera de los otros personajes. Porque todos hemos amado y perdido. Es una ópera que habla del drama cotidiano que vive el ser humano".

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