Una buena noticia. “Las tres viudas” ha vuelto a la cartelera teatral. Una decisión que celebramos por la importancia que tiene la obra y por las virtudes de un montaje que resulta ejemplar dentro de su género. Escrita en verso por Manuel A. Segura (1805-1871), centra su historia en tres mujeres cuyas vidas están fuertemente ligadas a los convencionalismos sociales de su tiempo. Curiosamente, la obra se adelanta y proclama la emancipación femenina de una manera original y en una sola línea: “Ya soy libre, ya soy viuda”.
Carlos Galiano es el encargado de devolverle brillos a esta comedia costumbrista. Con gran estilo logra recrear el juego de modales y maneras de la vieja sociedad limeña y la transporta de 1841 a 1921, justamente durante las celebraciones del centenario de la independencia. Excelente idea que no daña para nada el texto original, sino que acentúa el carácter local de “Las tres viudas”.
Felizmente, en esta reposición volvemos a encontrar a las tres actrices que dieron vida a las protagonistas en el original: Sofía Rocha, Gisela Ponce de León y Jimena Lindo. Cada una de ellas aporta no solamente sus respectivos estilos de interpretación, sino que se ponen al servicio de las ideas del director para ofrecer un trabajo conjunto inmejorable. Son pocas las oportunidades que tenemos de ver un reparto ensamblado con tanta precisión y dada la experiencia del equipo, sin duda volver a las tablas debe consolidar ese trabajo original.
Pero hay algo más por aplaudir. Y es la oportunidad de revisar y volver a ofrecer al público una obra de este calibre. En el pasado, las compañías de teatro tenían un repertorio de obras sobre las que volvían una y otra vez, además de los estrenos que montaban de tiempo en tiempo. Pero la fuerza se encontraba justamente en esas obras que conocían tan bien. Hace poco, en una entrevista con el director Jorge Villanueva, saltó el tema del repertorio como un valor y un distintivo de su grupo teatral. Porque el artista necesita explorar, indagar, reflexionar, y son justamente estas obras que los acompañan a través del tiempo las que los definen en todo su poder creativo.
La reposición de “Las tres viudas” es celebrada también por la propia gente del teatro, como la dramaturga y directora Mariana de Althaus, que le dedica una columna titulada “El fascinante juego teatral”, celebrando justamente la adaptación del texto de una época a otra: “Actualmente podemos ver en el teatro Pirandello una excelente adaptación de Carlos Galiano del clásico peruano ‘Las tres viudas’ de Manuel Ascencio Segura, que sitúa la acción en las celebraciones del centenario de la independencia, y revitaliza y complejiza el texto original. Así es el teatro, un juego fascinante en constante transformación. Por eso las obras de teatro no mueren; es el miedo y la ignorancia los que las dejan morir”.
Del mismo modo, el director David Carrillo no escatima en elogios en su cuenta de Facebook: “Carlos Galiano es el mejor. Y ‘Las tres viudas’ es la proeza de un titán. Su intervención al texto de Segura es un ejemplo de tino y de cómo engrandecer a un autor para muchos intocable. Logra con este clásico empolvado un clásico contemporáneo. Su dirección de actores es estimulante, logrando que cada verso esté cargado de verdad, retruque y, sobre todo, acción”.
Nadie que vea “Las tres viudas” podrá olvidar el íntimo retrato que se hace de Lima. Revitalizando un texto para el disfrute y comprensión de las nuevas audiencias. No existen textos sagrados en materia teatral, los mismos autores así lo comprendieron desde hace siglos. Ellos mismos retocaban una y otra vez no solo las palabras, sino también la disposición dramática e incluso la estructura original. Tennessee Williams y Arthur Miller, por ejemplo, lucen momificados cuando algún director intenta poner en escena sus obras tal como se hicieron en sus respectivos estrenos. Con ello las recrean solamente en parte. Felizmente, de tiempo en tiempo aparece un genio capaz de dotarlas de nuevas formas expresivas, como Ivo van Hove en la actualidad. Y cuya personal visión de “A View from the Bridge” la convierte en un texto vivo. En Lima, Chela de Ferrari logró un prodigio con “Mucho ruido por nada”, de Shakespeare. Una obra de la que esperamos una pronta reposición.
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Lugar: Teatro Pirandello (Av. Alejandro Tirado 274, Santa Beatriz, Lima). Hasta el 13 de marzo. De jueves a lunes, a las 8:30 p.m., y domingos a las 7 p.m.