La versión de "Frankenstein" de del Toro se presenta como un homenaje a las complejidades familiares y a las tragedias personales que moldean la creatividad (Foto: Netflix)
La versión de "Frankenstein" de del Toro se presenta como un homenaje a las complejidades familiares y a las tragedias personales que moldean la creatividad (Foto: Netflix)

Guillermo del Toro nunca ha hecho cine solo para asustar. Sus monstruos, desde los espectros de “El espinazo del diablo” hasta el corazón de madera de “Pinocho”, son espejos del alma: reflejos de un dolor íntimo, de una búsqueda por comprender el amor, la pérdida y el paso del tiempo. Por eso no sorprende que su nueva adaptación de , nazca de un lugar profundamente personal: una tragedia familiar que marcó su vida y dio forma a su visión del mito de la creación.

PARA DEL TORO, LA FAMILIA ES EL ORIGEN DE TODAS LAS HISTORIAS

No solo de las que se viven, sino también de las que se imaginan. En su universo, los padres y los hijos, los vivos y los muertos, conviven en un delicado equilibrio donde el amor y el horror se confunden. En “Frankenstein”, ese equilibrio se vuelve más evidente que nunca: la criatura no es solo el resultado de un experimento fallido, sino el símbolo de una herida abierta, de una pérdida que nunca cicatriza.

El cineasta mexicano ha reconocido que la muerte de uno de sus hermanos, antes incluso de nacer, dejó una huella indeleble en su manera de entender la vida.

En una , comentó lo siguiente: “Uno de mis hermanos murió en el vientre y uno era gemelo de un hermano mío. Además, la mamá de mi mamá murió como la mamá de Mary Shelley, después del parto. En mi familia, como en la de Mary Shelley, había esta idea del nacimiento y la muerte que pasa también en El laberinto del fauno”.

Esa confesión ilumina la raíz emocional de su “Frankenstein”. Del Toro encuentra en el clásico de Mary Shelley algo más que una historia de terror gótico: ve un espejo de su propia biografía. Shelley escribió su novela movida por la pérdida —su madre murió al darla a luz, y ella misma sufrió la muerte de varios hijos—. Del Toro, al igual que ella, transforma el dolor familiar en arte, y convierte el duelo en creación.

El estreno de “Frankenstein” en Netflix está agendado para el 7 de noviembre (Foto: Netflix)
El estreno de “Frankenstein” en Netflix está agendado para el 7 de noviembre (Foto: Netflix)

EN ESTA VERSIÓN, LA CRIATURA Y SU CREADOR NO SON ENEMIGOS, SINO REFLEJOS

Ambos comparten la culpa, el miedo y la nostalgia de haber perdido algo irrecuperable. La película se convierte, entonces, en una conversación entre padres e hijos, entre los que dan la vida y los que la reciben sin haberla pedido. Del Toro no juzga al monstruo; lo humaniza, lo comprende. Porque detrás de cada acto de creación —sea un hijo, una película o una criatura— hay también una sombra de pérdida.

Más allá de los laboratorios y los relámpagos, “Frankenstein” de Guillermo del Toro es una elegía. Es su forma de reconciliarse con los fantasmas familiares que lo acompañan desde niño, con la ausencia de los que nunca conoció y con el eco de un amor interrumpido por la muerte. En esa oscuridad, el cineasta encuentra belleza, y en el horror, una forma de ternura.

Así, su “Frankenstein” no solo reinventa una historia inmortal, sino que la transforma en un homenaje a los vínculos que nos hacen humanos. Entre la vida y la muerte, entre la pérdida y la creación, del Toro construye su monstruo más íntimo: uno que late con el corazón de su propia familia.

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SOBRE EL AUTOR

Periodista con experiencia en redacción y creación de contenido digital. Soy licenciado de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Trabajé en medios de comunicación y agencias de marketing. Experiencia también como fotógrafo en campos deportivos.

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