El Apple Watch es mucho más que un simple accesorio. Con cada actualización, este dispositivo se acerca cada vez más a convertirse en un verdadero asistente de salud capaz de detectar anomalías que incluso los médicos pueden pasar por alto.
Por ejemplo, Evie Clayton es una usuaria cuya “ansiedad” crónica resultó ser una arritmia cardíaca, algo de lo que pudo enterarse gracias a su Apple Watch.
“POV: tu reloj Apple detecta tu arritmia, algo que los médicos nunca pudieron hacer”, señaló la joven, originaria de Australia. “Te internaron y los 10 años de diagnósticos de ‘ansiedad’ se tiraron a la basura porque, en realidad, tienes taquicardia auricular (TSV)”, agregó.
Ahora, Evie asegura estar recibiendo la medicación adecuada y una posible ablación. “Gracias, mi fiel reloj”, finalizó.
El caso de la joven no es aislado. Son varios los usuarios que han compartido experiencias similares, describiendo cómo sus relojes inteligentes les alertaron sobre arritmias, hipertensión y otras afecciones cardíacas.
“El mío detectó mi arritmia, que se diagnosticó como taquicardia idiopática, en la que mi corazón se salta algunos latidos y luego se acelera para recuperarse. Paso de 70 lpm a 120 lpm y viceversa”, escribió un internauta.
“Tuve un ataque cardíaco cuando era niño, tuve que ir al médico porque mi reloj seguía (y todavía lo hace) registrando frecuencias cardíacas altas y me dijeron que era ansiedad, algo así como ‘amigo, literalmente he tenido un ataque cardíaco’”, señaló otro.
“Mi Apple Watch literalmente me despertó a las 3 am con una alarma de PELIGRO... Inmediatamente llamé a mi médico... Tengo hipertensión y ahora estoy medicado... esa noche pensé que solo tenía ansiedad”, agregó un tercero.
No es el único caso
De hecho, hay quienes aseguran estar vivos gracias a las funciones del mencionado dispositivo. Jessie Malone es una mujer de Nueva York que regresaba a casa cuando su Apple Watch la alertó sobre un aumento preocupante en su frecuencia cardíaca.
El aparato le recomendó “buscar atención médica de inmediato” tras enviarle advertencias sobre una frecuencia cardíaca superior a los 160 latidos por minuto.
Tras ir a un hospital, recibió medicación y al día siguiente se sometió a un procedimiento no invasivo. “Estaba a punto de irme a casa y echarme una siesta si mi reloj no hubiera dicho nada”, recordó Jessie, ahora de 36 años, en conversación con TODAY.
La joven había sido diagnosticada con fibrilación auricular, problema con el ritmo o la frecuencia de los latidos del corazón que puede provocar un flujo sanguíneo deficiente, coágulos sanguíneos e incluso un accidente cerebrovascular.