
Miles de cubanos dentro y fuera de la isla enfrentan cada año verdaderas odiseas para obtener documentos básicos como certificados de nacimiento, matrimonio o defunción. La lentitud extrema, los errores en las actas y la descoordinación entre municipios han convertido al Registro Civil en uno de los servicios más criticados del país. Ahora, el gobierno cubano intenta poner fin a esta crisis con un ambicioso anteproyecto de ley que busca transformar radicalmente el sistema registral, mediante la informatización, la fiscalización del personal y una reestructuración institucional.
UNA LEY PARA DIGITALIZAR Y CONTROLAR
El nuevo texto legal, presentado por el ministro de Justicia, Oscar Silvera Martínez, fue publicado en la web oficial del Parlamento cubano tras una sesión extraordinaria del Consejo de Ministros. Entre sus objetivos destacan la informatización del sistema, el establecimiento de normas claras para el trabajo de los registradores civiles y la creación de un régimen disciplinario específico para el personal. Según Silvera, se trata de una medida “urgente” para ordenar un sistema que aún depende de libros físicos y archivos deteriorados, sin bases de datos unificadas.

TRÁMITES VITALES PARA MIGRACIÓN Y NACIONALIDAD
El colapso del Registro Civil afecta especialmente a quienes gestionan procesos migratorios, matrimonios internacionales o solicitudes de nacionalidad española por la Ley de Memoria Democrática (LMD). Documentos literalizados, actualizados o legalizados pueden tardar meses —o incluso años— debido a errores de transcripción, la pérdida de registros o la imposibilidad de acceder al municipio de origen. En este contexto, la reforma podría tener un impacto directo en miles de familias cubanas dentro y fuera del país.
¿Una digitalización real o un anuncio más?
Aunque el proyecto promete modernización, muchos cubanos dudan de su implementación efectiva. Iniciativas anteriores de digitalización han fracasado en la práctica, especialmente en zonas rurales con baja conectividad. La población se pregunta si esta vez los cambios llegarán más allá del discurso oficial. El desafío será garantizar que el ciudadano pueda acceder a sus documentos sin corrupción, sin esperas interminables y sin barreras tecnológicas.












