Al igual que muchos futbolistas de éxito, la carrera de Richarlison es un admirable caso de superación. Las limitaciones lo llevaron a soñar en grande. Cuando se jugó Rusia 2018 tenía 21 años y apenas había arribado al Watford, institución que había pagado 12,5 millones de euros por su fichaje al Fluminense. A nivel de selecciones solo registraba presencias en la Sub 20 de Brasil. Se puso como gran objetivo llegar a Qatar 2022 y lo consiguió con creces. No solo recibió su primera convocatoria, sino también se ganó un lugar fijo en el once de Tite que apunta alto en el torneo.
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Su niñez se la pasó vendiendo helados y golosinas, al mismo tiempo que buscaba pruebas en diferentes equipos para demostrar sus cualidades con el balón. Nunca claudicó en su lucha. Tuvo cientos de obstáculos y tentaciones en el camino. “La mayoría de mis amigos venía drogas porque daba dinero fácil. Pero yo sabía que eso estaba mal, por eso vendía chocolates y lavé autos para subsistir”, contó alguna vez en una entrevista.
Tras pasar por decenas de rechazos, los cuales le hicieron pensar en dejar el fútbol, América Mineiro decidió apostar por él. Solo le bastaron seis meses en la Serie B para llegar a la grandes ligas. Fluminense (2016) apareció en su camino y lo compró por dos millones de euros. Dos años y medio más tarde, el Tricolor vio como su inversión se multiplicó por la nubes, cerrando uno de los mejores negocios de su historia.
El equipo propiedad del Grupo Pozzo decidió inyectarle más toque sudamericano. Razón por la cual ocho días después de que se anuncie la contratación de la ‘Cacatúa’, el fútbol peruano sumaba un nuevo representante en el balompié inglés con la llegada de André Carrillo, quien llegaba proveniente del Benfica.
La alineación del conjunto conducido por el portugués Marco Silva tenía en los extremos a Richarlison y Carrillo. En la media punta se ubicaba Thomas Cleverly o el argentino Roberto Pereyra, dejando como centrodelantero al jamaiquino Andre Gray. El tándem que conformaron el brasileño y el peruano regalaba velocidad, cambio de ritmo y mucho lujo. Por momentos ilusionó, pero no termino siendo determinante.
Crecimiento
Para la temporada siguiente sus caminos se separaron. Richarlison firmó por el Everton, mientras que la ‘Culebra’ empezó su travesía por Arabia Saudita. Su paso por el equipo de Liverpool le terminó de abrir las puertas de su país, ya que un año antes había debutado en la absoluta. Empezó siendo una pieza de recambio y poco a poco se fue ganando la confianza de Tite.
Su momento cumbre se dio con su llamado a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Comandó a su seleccionado para ganar su segunda medalla de oro en una justa olímpica. Esto y lo que había demostrado en el arranque de las Eliminatorias Sudamericanas lo terminaron de consolidar. Actualmente milita en el poderosos Tottenham y nadie discute su titularidad. Se estrenó en Qatar 2022 con un doblete y quiere seguir escribiendo una nueva página de su gran historia.
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