El origen que motivó la celebración del Día Internacional del Trabajador se remonta a fines del siglo XIX. El 1 de mayo de 1886, en Chicago, Estados Unidos, se iniciaron las huelgas en reclamo por una jornada laboral de 8 ocho horas.
Las protestas se extendieron hasta el 4 de mayo cuando se produjo la llamada Revuelta de Haymarket. Una movilización, cuyo saldo dejó represión de las fuerzas de seguridad, muertos tanto de la policía como de los manifestantes y la detención de decenas trabajadores; 5 de ellos, luego ejecutados. De ahí que la fecha sea un homenaje a Los mártires de Chicago.
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Los reclamos del sector no eran nuevos, ya se expresaban desde las pésimas condiciones laborales que trajo la Revolución Industrial en Gran Bretaña durante el siglo XVIII. De hecho, en 1884, en el cuarto congreso de la Federación de Trabajadores de Estados Unidos y Canadá se convocó a los trabajadores a reclamar por una jornada laboral de ocho horas.
El lema, que se repitió también en otros países, era: “Ocho horas para el trabajo, ocho para el sueño y ocho para la casa”. Por ese entonces, era habitual que los empleados tuvieran que cumplir con horarios de 12, 16 y hasta 18 diarias.
En rigor, en 1868, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la ley Ingersoll que estableció la jornada de ocho horas de trabajo diario, pero con cláusulas que permitían aumentarlas. Aún así, hubo varios estados y empleadores que la incumplieron.
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En ese contexto histórico, la respuesta de las diversas organizaciones laborales y sindicales de Chicago - en su mayoría compuestas por anarquistas, comunistas y socialistas- fue el inicio de una huelga el 1º de mayo de 1886.
La manifestación comenzó con más de 80.000 trabajadores. Luego, el conflicto se fue extendiendo a otras ciudades de Estados Unidos y más de 400.000 obreros en 5.000 huelgas simultáneas entraron en paro.
En aquella jornada, una persona cuyo paradero se desconoce hizo explotar una bomba que hirió 67 policías, siete de los cuales murieron. Las fuerzas de seguridad entonces respondieron con disparos de armas de fuego a los trabajadores, con el saldo de varios de ellos muertos y heridos. El Gobierno declaró el estado de sitio y el toque de queda; los paros cesaron. Mientras que en los días siguientes las autoridades detuvieron a numerosos huelguistas.
El 21 de junio de 1886, comenzó el juicio a 31 obreros acusados de haber sido los responsables del conflicto, de los que luego quedaron ocho. Todos condenados: dos a cadena perpetua, uno a 15 años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca. Ellos se conocieron como Los Mártires de Chicago.
En 1887, el nuevo gobernador de Illinois, criticó el juicio y perdonó a los sindicalistas que se encontraban en prisión. En 1889, el congreso de París de la Segunda Internacional acordó celebrar el Día Internacional del Trabajador el uno de mayo, para conmemorar a los “Mártires...”.
Paradójicamente, en Canadá y Estados Unidos, el Día del Trabajador no se conmemora el primero de mayo. Si bien ambos país fueron determinantes en el reclamo que derivó en la popular celebración, allí tienen el Labor Day, que se celebra el primer lunes de septiembre.
En rigor, la fecha se eligió el 5 de septiembre de 1882 a propósito de un desfile en Nueva York, organizado por el sindicato Central Labor Union. Y no fue modificado luego porque si bien el presidente Grover Cleveland firmó en 1894 la propuesta del Congreso que instauraba un festivo para celebrar el Día del Trabajo, no quiso que fuera el 1 de mayo porque temía que se asociara a los acontecimientos de Haymarket y se convocaran manifestaciones similares.