El polémico plan de Japón para verter agua radioactiva depurada al Océano Pacífico se convirtió en una realidad. Doce años después de la tragedia de Fukushima, el país asiático realizó este jueves 24 la primera descarga al mar del agua residual de la planta nuclear accidentada por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo del 2011. Una tragedia cuyos efectos aún causan temor y preocupación.
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La descarga se ejecutó tras más de un año de deliberaciones ocurridas mientras el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) preparaba una evaluación del plan japonés, al que le dio su visto bueno a inicios de julio de este año.
El miércoles 23, Tokyo Electric Power (TEPCO), operador de la central nuclear de Fukushima-Daiichi (noreste de Japón), indicó que transfirió cerca de 1 m3 de esta agua filtrada para quitarle las sustancias radioactivas y que diluyó esta cantidad con 1.200 m3 de agua de mar.
La única sustancia radioactiva de esa agua que no puede eliminarse con los métodos actuales es el tritio, cuya presencia ha estado en el centro de las críticas de algunos científicos y ambientalistas que han rechazado el proyecto nipón.
El centro de la estrategia japonesa es el Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS) que fue instalado en la central nuclear de Fukushima, cuyos reactores quedaron destruidos, y consiste en procesar el agua tantas veces como sea necesario para reducir a niveles mínimos o inexistentes los materiales radiactivos más peligrosos.
Uno de los problemas es que el ALPS es capaz de eliminar 62 radioisótopos de alto riesgo, pero no permite eliminar el tritio ni retirar por completo otros radionucleidos como carbono-14 o yodo-129.
TEPCO afirmó que la concentración de tritio de la muestra evaluada esta semana está por debajo del nivel previsto de radiactividad de 1.500 becquerelios (Bq) por litro, el máximo establecido para su vertido al mar. El agua viajará por un túnel subterráneo de un kilómetro que conecta la planta con las aguas del Pacífico que bañan las instalaciones.
La agencia AFP señala que este nivel es 40 veces inferior a la normativa japonesa y la internacional (60.000 Bq/litro) y siete veces menor que el máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua potable (10.000 Bq/litro).
En resumen, TEPCO y el OIEA dicen que la radiación que irá al mar tendrá un impacto radiológico insignificante en las personas y el medio ambiente.
El vertido se prolongará durante tres o más décadas, tiempo en el que Japón prevé descargar al mar más de 1,3 millones de m3 de agua de la central de Fukushima procedente de las aguas pluviales y subterráneas, y de las inyecciones necesarias para refrigerar los núcleos de los reactores que entraron en fusión tras el tsunami del 2011.
El primer ministro Fumio Kishida ha afirmado que la descarga del agua es esencial para el avance en el desmantelamiento de la planta y la recuperación de la prefectura de Fukushima.
Oposición y preocupación por los riesgos
Aunque solo las dosis altamente concentradas de tritio son peligrosas para la salud, varias organizaciones y expertos han dudado de que la contaminación sea insignificante. No solo ellos han expresado sus temores.
La industria pesquera japonesa ha mostrado su oposición al plan por temor al daño de la reputación de la seguridad de sus productos.
Colectivos en países vecinos también han planteado su preocupación, lo que lo ha convertido en un tema político y diplomático. En algunos casos se anunciaron nuevos controles a sus importaciones de productos del mar japoneses.
China, por ejemplo, prohibió en julio la importación de productos alimentarios de diez prefecturas japonesas e impuso controles de radiación a los del resto del archipiélago.
Hong Kong anunció que prohibirá a partir de hoy las importaciones de productos del mar procedentes de 10 prefecturas niponas en respuesta al vertido. Dicha medida afectará a todos los productos del mar -vivos, refrigerados, congelados o desecados-, así como a la sal marina y las algas.
En Corea del Sur se han producido manifestaciones en contra del plan del país del Sol Naciente y algunos ciudadanos hicieron acopio de sal marina por temor a que el agua de la que se obtiene termine contaminada.
Dudas no resueltas del todo
Carlos Umaña, miembro de la directiva de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), considera que hay varios cuestionamientos que ni TEPCO ni el organismo nuclear de la ONU han podido responder.
La Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, organización de la que forma parte, también se opone al plan japonés. Umaña recuerda que hubo un foro realizado por las islas del Pacífico en el que se contrató a un panel independiente de científicos que generaron serias dudas sobre el vertido de las aguas de Fukushima al mar.
“Por ejemplo, se han muestreado muy pocos de los tanques que contienen esta agua radiactiva, no se han tomado en cuenta cosas como el lodo que queda en el tanque, ni varias otras consideraciones en relación con la contaminación medioambiental”, dice el experto.
Señala que en los últimos meses Japón no hizo nada para aliviar las dudas que aún existen. “Japón no ha cambiado en absoluto su posición y el problema es que su postura está amparada por el OIEA, que no es imparcial porque es un organismo nuclearista, que promueve la energía nuclear. A pesar de que el foro de las islas del Pacífico había comisionado un estudio independiente de cinco científicos y varias otras organizaciones científicas recomiendan que no se haga este vertido, Japón insiste en que no tiene consecuencia”, afirma.
En línea con eso opina Azby Brown, investigador principal del grupo de monitoreo ambiental Safecast y residente de Japón desde hace mucho tiempo. “El gobierno japonés y TEPCO tomaron la decisión de liberar el agua después de un proceso que no ha sido ni totalmente transparente ni ha incluido adecuadamente a las partes interesadas importantes, tanto en Japón como en el extranjero. Esto siembra las semillas de lo que podrían ser décadas de desconfianza y contienda”, escribió en un ensayo reciente para el diario “The New York Times”.
Brown ve algo aún más preocupante y es que Japón está sentando un precedente para otros gobiernos que podrían ser aún menos transparentes. Explica que esto es peligroso, sobre todo en Asia, “donde más de 140 reactores de energía nuclear ya están en funcionamiento y, liderados por el crecimiento en China y la India, se están construyendo docenas más, están en las etapas de planificación o se han propuesto. Si Japón, una fuerza cultural y económica respetada a nivel mundial, puede salirse con la suya vertiendo agua radiactiva, ¿qué puede detener a otros países?”.
Para Umaña es claro que los efectos de la radiación en el mar se están subestimando. Señala que estos isótopos no se han medido adecuadamente y que la contaminación va a trascender la frontera marítima de Japón y se va a extender a todas las zonas del Pacífico, incluido también el continente americano. “Va a haber una contaminación ahí, que podría ser significativa y que podría incluso afectar la calidad del agua y de la pesca”, advierte.
“Sobre el accidente de Fukushima ya se habla que ya hay alimentos contaminados por radiación. Y esta contaminación por radiación se traduce en una mayor incidencia de enfermedades como cáncer, enfermedades crónicas como artritis, enfermedades cardiovasculares y, además, en una posibilidad mayor de malformaciones congénitas”, apunta.
¿Impacto en América?
Es difícil hablar de los riesgos en la población debido a que la radiación no es bastante alta. Sin embargo, sí se puede medir el nivel de radiación en las poblaciones de peces de la zona, lo que permitiría extrapolar la posibilidad de enfermedades que se produzcan en causa de esta radiación.
Los expertos que han alertado sobre el tema se centran en una preocupación: la contaminación por radiación del océano Pacífico y los efectos sobre la salud, tanto humana como animal.
Umaña considera que son riesgos que no se están tomando en cuenta y pone en duda la certeza de los estudios realizados para llevar a cabo el plan japonés.
“Es preocupante la ligereza con la que se han hecho estos informes. Hay muchísimas preocupaciones en relación con estos informes que no son científicamente minuciosos y cuando estamos hablando de radiación y contaminación esto tiene que ser muy preciso y eso no ocurre en este caso”, afirma.
¿Cuál es el impacto que podría tener este vertido en América? La preocupación parte del hecho de que compartimos el mismo océano con Japón.
“La radiación y la pluma reactiva, tanto del desastre como del vertido de ahora, se puede transferir perfectamente. El océano Pacífico es vasto, por lo que no se espera una contaminación bastante alta. Sin embargo, con el accidente de Fukushima ya se han detectado niveles de radiación en las costas de California. Si continúa esta contaminación es más fácil que siga habiendo un contenido más alto de radiación en el océano Pacífico y que esto afecte a las costas de América y también de Latinoamérica”, opina Umaña.
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