Como muchos de los otros que hicieron sufrir a la comunidad judía durante la Segunda Guerra Mundial, Josef Mengele, el ‘ángel de la muerte’, no pagó por ninguna de las torturas que cometió.
Mengele nació el 16 de marzo de 1911 en Baviera, Alemania, y creció para convertirse en uno de los alemanes más temidos en el campo de concentración de Auschwitz.
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Según lo que cuenta el escritor Olivier Guez en su novela “La desaparición de Josef Mengele”, el hombre formó parte del partido nazi por conveniencia, mas no por convicción.
Sin embargo, Mengele demostró a través de sus experimentos que si algo creía con firmeza era que la raza aria era la “pura” y la única que debía existir, algo no muy lejano de lo que realmente implicaba el nazismo.
Mengele estudió Medicina y se unió a una investigación sobre gemelos en la cual estaba muy interesado. Para 1937 ya había presentado su solicitud de afiliación oficialmente al partido nazi y, eventualmente, también a las SS -escuadrones de protección a favor de Hitler-.
Así, poco a poco, llegó a ser reclutado para las fuerzas armadas del Tercer Reich y, eventualmente, fue consiguiendo conmemoraciones por su trabajo como médico durante la guerra.
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Recibió la Cruz de Hierro de Primera Clase, concedida por actos de gran valentía; la Medalla por el Cuidado del Pueblo Alemán, gracias a su papel como médico; y la Medalla de Herido, para soldados afectados físicamente durante combate.
De hecho, esa última medalla la recibió después de que tuvo que retirarse de los campos de batalla tras ser lastimado. Sin embargo, pareciese que ese hubiera sido tan solo el comienzo de su carrera en el nazismo.
El “ángel de la muerte” de Auschwitz
Los sobrevivientes del campo de concentración lo han descrito, según National Geographic, como un hombre frío y sin remordimiento, por lo cual se ganó el apodo de “El ángel de la muerte”.
Según los historiadores, Auschwitz contaba con más de 140 mil personas que habían sido reclutadas por los alemanes. Casi inmediatamente después de su llegada, Mengele fue designado director del módulo que estaba conformado por familias gitanas.
Así fue que Mengele empezó a dirigir unos experimentos, que implicaron torturas, asesinatos crueles y cientos de cuerpos descuartizados a su gusto. Al parecer, el hombre estaba obsesionado con lograr que la raza aria fuera la que prevaleciera en el mundo.
Por esto, enfocó parte de sus experimentos en madres embarazadas de gemelos y sus hijos, pues quería identificar qué había en sus genes que permitía esto, para así, eventualmente, lograr que fuera común entre las mujeres alemanas y generar de esta manera más niños de raza aria que se convirtieran en seguidores y servidores de la agenda nazi.
Sin embargo, que no hubiera ninguna persona en estado de embarazo no lo detenía, pues también inseminaba mujeres que tuvieran historial en la familia de gemelos para lograr adelantar sus estudios.
Además, también experimentó en los ojos de varias víctimas, pues estaba intentando crear un azul aún más claro en el iris que el que es usual en personas alemanas para que los niños que nacieran pudieran tener una apariencia aún más aria.
Durante estos experimentos, varias personas sufrieron graves infecciones en los ojos o incluso quedaron completamente ciegas.
Después, los cuerpos de quienes no sobrevivían sus experimentos eran enviados al Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia de Berlín, en donde se examinaban y posteriormente desechaban.
Mengele envió a miles de personas a las cámaras de gas e, incluso, se cuenta que en un momento se esparció una enfermedad contagiosa en uno de los pabellones que él cuidaba, por lo que decidió, en lugar de prestarle atención médica a las personas, mandar a todos -entre quienes había ancianos y menores de edad- a la cámara de gas.
El hombre se ganó el apodo debido a que tomó cientos de vidas y experimentó cruelmente en otras más sin ningún tipo de remordimiento.
Huir de su pasado
Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial y, por tanto, el reinado de terror que llevaba Mengele en el campo de concentración, el ejército estadounidense lo detuvo y lo mandó a prisión para ser juzgado por sus crímenes en los Juicios de Nuremberg.
Sin embargo, Mengele logró escapar bajo una identidad falsa. En los periódicos se ofrecían grandes cantidades de dinero para quien tuviera cualquier tipo de información sobre la ubicación de Mengele, pero el hombre desapareció.
Mucho tiempo después se supo que Mengele había viajado en 1949 a América del Sur, a donde llegó en barco a Argentina. Allí formó una familia, pero el ser perseguido por las autoridades lo llevó a tener que huir a Paraguay y después, más o menos en 1960, a Brasil.
Las consecuencias por sus asesinatos como médico nazi se acercaban a él cada vez más y para 1961 las autoridades ya tenían una idea de que Mengele podía estar en Brasil. Mientras tanto, él se encontraba con Wolfgang Gerhard, director de una de las comunidades nazis del país, quien lo recibió y lo ocultó por un tiempo.
Brasil fue el país de Latinoamérica donde el hombre pasó más años, pero también donde fue perseguido continuamente debido a que ya había muchos informantes que parecían tener pistas de donde estaba.
Sin embargo, las búsquedas no dieron resultado y Mengele murió el 8 de febrero de 1979 bajo la identidad de Wolgang Gerhard, que utilizaba desde hace ya varios años. Falleció por un derrame cerebral que sufrió mientras estaba en medio de una playa de São Paulo.
Jamás respondió ante un juez sobre los crímenes que cometió ni las vidas que quitó en el campo de concentración.