Luis Abinader ganó las elecciones presidenciales de República Dominicana este domingo 19, con una contundente ventaja, y estará al frente del país caribeño por cuatro años más. Su caso no es aislado en el escenario político de nuestro continente.
El líder del Partido Revolucionario Moderno (PRM) logró en primera vuelta casi el doble de votos de su contrincante más cercano, el exmandatario Leonel Fernández, quien consiguió 26,95%. El reelecto jefe de Estado alcanzó el 59,11% de los votos.
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Pero no se trata solo de una reelección presidencial. Su nuevo mandato comenzará el 16 de agosto, reforzando su presencia en el Congreso donde el PRM y sus aliados obtuvieron amplias ventajas.
Según informe de la agencia AFP, el espinoso tema de Haití fue importante para su reelección y concentró buena parte del debate, ya que se trata de un país vecino dominado por el caos, la violencia y la migración sin freno.
En su primer periodo, Abinader impuso una política de mano firme frente a la migración haitiana a través de redadas de indocumentados y deportaciones. También se reforzó la presencia de la fuerza armada en la frontera, y levantó un muro de 164 km entre ambas naciones.
Pero el proceso no ha estado ajeno a los escándalos y acusaciones. La oposición denunció la “compra masiva” de votos y boletas premarcadas a favor del oficialismo.
Por otro lado, para este nuevo periodo se ha planteado una reforma constitucional, pero según el mismo Abinader, ya no sería candidato. “No volveré a ser candidato, es mi palabra, es mi compromiso”, dijo a la prensa.
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2024: cargado año electoral
Este 2024 se caracteriza por ser un año electoral en todo el mundo y, obviamente, también para América, donde varios mandatarios buscan repetir el plato por un período más, pero con circunstancias muy particulares en cada país.
Uno de los primeros en lograr la reelección fue Nayib Bukele, en El Salvador. El 4 de febrero ganó las elecciones para el periodo 2024-2029, con más de 1,6 millones de votos, frente a los 139.000 votos de su rival más cercano, Manuel Flores.
La candidatura de Bukele no estuvo exenta de polémica. La reelección inmediata no estaba permitida en su país, sin embargo, una interpretación de la Sala de lo Constitucional le permitió ser candidato de su partido Nuevas Ideas. Actualmente Bukele no es el presidente en ejercicio. Dejó el mandato en diciembre del año pasado para postular a la presidencia, y quien dirige el país hasta el 1 de junio es Claudia Rodríguez de Guevara.
Otro presidente que aspira a la reelección es Nicolás Maduro, en Venezuela. Se trata de la elección para el periodo 2025-2031, que se realizará el próximo 28 de julio. La postulación del líder chavista se da en un contexto en el que la oposición ha sido tan reducida que hasta se nota en el tarjetón electoral.
Un informe de El Comercio analiza la papeleta de votación en la que el rostro de Maduro aparece trece veces, frente al perfil de su principal rival, Edmundo González Urrutia, quien aparece solo en tres casillas. El resto son candidatos llamados ‘alacranes’, supuestos opositores que en realidad son colaboradores del chavismo. Esto se suma a la inhabilitación de la principal rival política María Corina Machado, en enero de este año, por parte del Tribunal Supremo de Venezuela.
Maduro podría tener un nuevo periodo de gobierno, prolongando la permanencia del chavismo. Desde abril del 2013 está al frente de Venezuela, como sucesor del fallecido Hugo Chávez, quien estuvo en el poder desde 1999.
Daniel Ortega es un caso particular en el continente. El presidente asumió en el 2021 su quinto mandato y el cuarto consecutivo, tras una persecución a opositores. Además, desde el 2014, tal como lo informó BBC, existe la reelección presidencial indefinida que se aprobó mediante reforma constitucional. El actual periodo del presidente de 78 años culminará en el 2027.
Más al norte del continente, Joe Biden busca la reelección en Estados Unidos, al frente del Partido Demócrata. Asumió el mandato de la primera potencia mundial en enero del 2021 y ahora se enfrentará en un nuevo proceso contra su predecesor Donald Trump, del Partido Republicano.
La campaña entre ambos ya comenzó y vienen protagonizando un intercambio grueso de insultos y adjetivos. Por un lado, Trump calificó a Biden como “el peor presidente en la historia del país”, además de corrupto y mentiroso. El actual gobernante no se quedó atrás y señaló que con Trump la democracia está en riesgo. “Mi oponente no es un buen perdedor. Pero es un perdedor”, aseveró Biden.
Más allá de su intercambio de adjetivos, las postulaciones de ambos veteranos líderes se realizan en medio de tensiones. Por un lado, Trump enfrenta un juicio penal en Nueva York por el Caso Stormy Daniels y tiene otros tres en espera. En tanto, Biden enfrenta una difícil situación política internacional con las guerras en Ucrania y Gaza.
La distorsión de la reelección
En pleno siglo XXI, ¿por qué en diferentes países se sigue optando por la reelección inmediata (y a veces interminable) de un presidente?, ¿cómo es que se presentan estas postulaciones?, ¿son proyectos ajenos al interés de una población?
Para la politóloga Paula Távara la figura de la reelección es importante porque permite formar proyectos a largo plazo y de políticas públicas, aunque esto puede distorsionarse en la realidad. “La teoría de la figura es buena, es necesaria si uno quiere construir grandes transformaciones. El problema está cuando vemos reelecciones que no parecen estar fundamentadas en la necesidad de continuar el liderazgo de proyectos de transformación en los países”, indicó la especialista a El Comercio.
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Es en ese momento que aparecen otros objetivos como perpetuarse en el poder, garantizarse cargos públicos o enriquecimiento ilícito. Tal es el caso de Venezuela donde la figura de reelección “termina convirtiéndose ya no en figura de uso democrático, sino en formas de disfrazar autoritarismos”.
¿Y cómo logran perpetuarse? Távara recuerda que algunos gobernantes siguen métodos de reelección a través de la interpretación de una entidad constitucional, la reforma de la Carta Magna o por medio del apoyo de una decisión popular.
El problema de la reelección sucede cuando no va de la mano de la democracia. “El asunto con casos como los de Ortega o Maduro es que ya no estamos hablando de elecciones competitivas, no estamos hablando de reglas de juego que van a funcionar para todos los actores en igualdad de condiciones. Estamos hablando de una pantomima de proceso electoral”, advierte la especialista.