Pasaron veinte años desde el ataque a las Torres Gemelas y Richard Drew, el fotógrafo que tomó la icónica imagen “Falling man” (“El hombre que cae”), no se detiene tanto en recordar lo que captó la secuencia de doce disparos en los diez segundos que duró la caída, como en un detalle que no registró su cámara.
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“Yo estaba a una cuadra de la Torre Norte y no podía ver adónde caían. Pero nunca voy a poder olvidarme del ruido que hacían los cuerpos al impactar contra el suelo”, señaló Drew en una entrevista por zoom con LA NACION desde Nueva York, donde sigue trabajando para la agencia Associated Press (AP).
Pese a los años transcurridos, Drew no encuentra las palabras precisas para definir ese ruido seco, que lo sigue perturbando. “Mi esposa dice que yo uso mi cámara fotográfica como filtro para tapar lo que siento”, confiesa.
Entre las 2600 víctimas que dejaron las caídas de las Torres Norte y Sur, las autoridades forenses no distinguieron a los que murieron como consecuencia del colapso y los que saltaron de los edificios, pero los registros de videos y fotográficos estiman que el número de las personas que se lanzaron por las ventanas fue de entre 100 y 200 personas. La mayoría serían de la Torre Norte, impactada a las 8.46 por un avión de American Airlines entre los pisos 94 y 98.
En tanto el avión de United Airlines golpeó la Torre Sur a las 9.02 entre los pisos 78 y 84.
Esos 16 minutos de diferencia dieron tiempo para una mayor evacuación en la Torre Sur, que además se derrumbó media hora antes. Y el impacto, casi veinte pisos más arriba en la primera torre, concentró mucho más el humo y el fuego en lo que quedaba hasta el tope en el piso 110, y seguramente aumentó la sensación de las víctimas de una muerte segura.
“Yo creo que lo más perturbador para la gente cuando mira la foto no es tanto la imagen en sí del hombre que cae, que no es violenta; no se ve sangre ni cuerpos deformados. Lo que perturba es ponerse a pensar qué haría uno ante esa situación donde la única decisión posible es elegir cómo morir, ya que no hubo ningún sobreviviente por encima del punto de impacto de los aviones”, dijo Drew.
La mañana del 11 de septiembre había comenzado de manera rutinaria para Drew, que entonces tenía 54 años, luego que la agencia AP le asignó la cobertura fotográfica de un desfile de moda de mujeres embarazadas en Bryant Park, a unos seis kilómetros de las Torres Gemelas. Tras el primer impacto, recibió un llamado de la agencia para trasladarse al World Trade Center. Tomó el metro hasta la estación Chambers Street, a unos 400 metros de las torres, y luego se acercó caminando hasta quedar a un centenar de metros, donde ya pudo ver los dos edificios en llamas.
“Quedé parado junto a un policía de la ciudad de Nueva York y una enfermera. De pronto, la mujer dijo: ‘¡Oh Dios, miren eso!’, y los tres miramos hacia arriba y vimos gente que caía del edificio. Instintivamente tomé mi cámara y comencé a tomar fotografías, mientras escuchaba el ruido que hacían los cuerpos al golpear contra el suelo”, recordó Drew.
Debido al alto número de víctimas, resultó imposible identificar con precisión al “Falling Man” a partir de las 12 fotografías que tomó Drew durante su salto, que se produjo a las 9.41, 47 minutos antes del colapso de esa torre. Por su vestimenta se especula con que podría ser el chef Norberto Hernández, que trabajaba en Windows of the World en el piso 106, o el ingeniero de sonido Jonathan Briley, que también cumplía tareas allí. Pero no hay nada seguro. Paradójicamente los dos nombres, el de Hernández y el de Briley, aparecen juntos en la fuente que recuerda hoy a las miles de víctimas en el lugar.
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Un cierre
Drew recordó a LA NACION otra historia que ayudó a reconstruir gracias a sus varias fotografías de las personas que saltaron de las torres. En 2006 se comunicó con la agencia AP Richard Pecorella, cuya novia de 52 años, Karen Juday, trabajaba en el piso 101. Pecorella había visto algunas fotografías en las que pudo reconocer a su novia entre las personas que agitaban sus pañuelos desde las ventanas de la Torre Norte y estaba obsesionado con saber de qué manera había muerto, por lo que le pidió a Drew la posibilidad de ver las fotografías de las personas que saltaron.
“Pecorella vino a nuestra agencia con una descripción muy precisa de la vestimenta que llevaba su novia ese día, a partir de las fotos en las que la había visto asomada a la ventana agitando el pañuelo. Y, luego de recorrer varias imágenes, finalmente hallamos la foto de Karen entre las personas que saltaron. Fue muy impactante, pero también le permitió a él cerrar la historia”.
Finalmente Drew reflexiona sobre el impacto de su icónica fotografía. “Hasta que regresé a la agencia esa mañana, no me di cuenta de las imágenes que habían quedado registradas. Creo que sorprende mucho la simetría del Falling Man con las líneas del edificio, y hasta la aparente calma y resignación con la que está cayendo. Es casi una imagen de armonía. Lo que no se ve es lo que da dramatismo a la foto. Es el registro de apenas un instante en la vida de una persona. Pero el que mira la imagen sabe que, desgraciadamente, fue su instante final”.