En el 2010 la Corte Suprema de Estados Unidos emitió un fallo crucial en torno al financiamiento de las campañas electorales. De un lado, decidió que limitar el monto de los aportes de campaña vulneraba el derecho a la libertad de expresión consagrado por la primera enmienda de la Constitución. De otro, decidió que, para efectos de los aportes de campaña, no debía hacerse distinciones entre personas naturales y personas jurídicas. O, en buen romance, que en casos como el de los denominados Super PAC (sigla en inglés de Comités de Acción Política), individuos y corporaciones privadas podían realizar aportes ilimitados de campaña.
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