Todos la llamamos Segunda Guerra Mundial, pero para los rusos es la Gran Guerra Patria, aquella en la que se enfrentaron a la Alemania nazi y la derrotaron. Fueron 25 millones de personas, entonces bajo el ala soviética, las que murieron, dejando una marca imperecedera en la historia del orgullo ruso.
La fecha para recordar el vital triunfo sobre los nazis es el 9 de mayo, el llamado Día de la Victoria, cuando las tropas rusas marchan cada año en la Plaza Roja de Moscú para mostrar al mundo su poderío y patriotismo en medio de los vítores de la población.
“El 9 de mayo y su conmemoración han jugando un rol clave en la constitución de la identidad de la política interior y exterior de la Rusia postsoviética”, explica a El Comercio la analista internacional Alexandra Sitenko, experta en temas de Rusia y su zona de influencia.
“En la Unión Soviética el Día de la Victoria era una fiesta importante, pero en la era de Vladimir Putin las celebraciones del 9 de mayo se han elevado a la categoría de culto estatal en Rusia. Yo diría que se hizo más importante tras la desintegración de la Unión Soviética para compensar el trauma de la disolución del imperio soviético. Es un día en el que todas las personas se unen por encima de sus diferencias en el recuerdo de sus familiares que murieron o sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial”, señala.
Es justamente el próximo 9 de mayo el día que muchos están esperando pues Vladimir Putin podría dar importantes anuncios sobre el devenir de la guerra en Ucrania. El mandatario, conociendo el simbolismo de la fecha y lo que representa para el nacionalismo ruso, necesita dar un golpe moral a sus ciudadanos y presentar una victoria concreta en la operación militar, cuya principal justificación ha sido, justamente, “derrotar al nazismo”.
La invasión a Ucrania empezó el 24 de febrero y se ha alargado bastante más de lo esperado -Putin esperaba conquistar Kiev y derrocar pronto a Volodymyr Zelensky- y ya ha acabado con la vida de 15 mil soldados rusos.
Desde las potencias occidentales se ha especulado mucho sobre lo que podría decir el gobernante ruso en su discurso, desde declarar la anexión de la región del Donbass, la captura total del puerto de Mariúpol (donde aún hay un reducto de soldados ucranianos que no se rinde en la acerería de Azovstal) o señalar cuál será su próximo objetivo militar, que podría ser Moldavia.
“En vista de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, este año la fiesta adquiere un simbolismo aún más pronunciado y al mismo tiempo una explosividad sin precedentes. Simbolismo porque la Unión Soviética luchó y ganó contra el nazismo en aquella época y la Rusia actual justifica el ataque a Ucrania con el objetivo de la desnazificación para legitimar el ataque”, comenta a El Comercio la analista internacional Alexandra Sitenko.
“Muchos habían supuesto que Putin intentaría terminar con éxito la guerra en Ucrania antes del 9 de mayo para celebrar la victoria. Sin embargo, como la llamada operación militar obviamente no ha salido como estaba previsto, ahora se teme una nueva escalada, posiblemente con declaración de guerra a Ucrania”, agrega.
El portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., Ned Price, ya había dicho la semana pasada que “hay buenas razones para creer que los rusos harán todo lo posible para usar el 9 de mayo con fines propagandísticos”.
“Si no se llega a una declaración de guerra -agrega Sitenko- el Gobierno de Rusia hará todo lo posible para presentar el curso de la guerra como un éxito, al menos contra el batallón Azov en Mariúpol”, comenta al referirse al último núcleo de resistencia ucraniana en la ciudad portuaria de Mariúpol, que ha soportado un asedio sin precedentes desde hace semanas.
“Él (Putin) podrá declarar que el ejército ruso obtuvo algunas victorias en Ucrania. Puede tratar de usar esta fecha para solidificar su apoyo”, explicó a CNN Oleg Ignatov, analista senior para Rusia de Crisis Group, una consultora de crisis globales.
Repasemos la historia
Si recordamos la historia de la Segunda Guerra Mundial, fueron las fuerzas soviéticas las que capturaron Berlín.
Mientras Adolf Hitler se refugiaba en su búnker a mediados de abril de 1945, la ciudad era bombardeada incansablemente por los aviones estadounidenses y británicos. Al mismo tiempo, el Ejército Rojo -con el Primer Frente Ucraniano y el Primer Frente Bielorruso- avanzaba rápidamente tomando cada vez más calles y barrios. La ciudad se había quedado casi sin defensa.
El 30 de abril, el dictador se suicidaba junto a su esposa Eva Braun. El 2 de mayo, el último comandante de la defensa de Berlín, el general Helmuth Weiding, ofreció su rendición incondicional. Poco después, la bandera roja de la URSS flameaba sobre los pocos edificios nazis que quedaban en pie.
No fue sino hasta el 8 de mayo que el mariscal nazi Wilhelm Keisel firmó oficialmente la rendición alemana ante el mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov. Esto ocurrió a las 22:34, hora de Berlín, pero en Rusia eran las 00:34 del día 9. Por ello, el 9 de mayo es el día de celebración para los rusos.
La conmemoración fue introducida por la dictadura de Josef Stalin desde 1946 en la mayoría de las repúblicas soviéticas, no solo por la victoria ante los nazis sino en recuerdo de los millones de caídos en la guerra.
Tras la caída de la URSS, en los años 90, se dejaron de lado los desfiles masivos, pero desde la llegada de Vladimir Putin al poder, en el 2000, el mandatario y su discurso nacionalista retomó las celebraciones, con un especial énfasis en el desfile militar con más de 12 mil soldados marchando en la Plaza Roja, además de tanques, misiles balísticos y aviones surcando los aires.
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